martes, 25 de diciembre de 2012

David Portillo - UN VIAJE AL INTERIOR

domingo, 2 de diciembre de 2012

Un paraguayo se recibió con honores en universidad de EE.UU.


Valeriano Álvarez Ozuna (26), de 25 de Diciembre, San Pedro, recibió con honores el título de licenciado en ingeniería industrial en Wichita State University, en el estado de Kansas, Estados Unidos. Su historia no es un cuento de hadas, porque no hay nada mágico, sino mucha tenacidad, empeño y ganas de sobresalir. Nos relata él y dos de sus amigas paraguayas que le conocen y apoyan.
Valeriano Álvarez se recibió con el título de licenciado en ingeniería industrial con honores en Estados Unidos. / abc color
Valeriano Álvarez recordó en la entrevista, vía correo electrónico, que estudiaba para sus exámenes finales de la escuela a la luz de una vela. Su mamá preparaba el desayuno a las 5:30 de la mañana mientras le repetía a él y a sus hermanos: “Estudien, estudien, porque nosotros no tuvimos esa oportunidad”.
Nunca entendió el joven cómo, sin educación formal, sus padres podían inculcar lo que ningún maestro experimentado le enseñaría. Recordando esos momentos en su 25 de Diciembre natal, Valeriano todavía se repite en silencio sin creerlo: “Valeriano Álvarez Ozuna, de 25 de Diciembre, San Pedro, se recibió con honores con el título de licenciado en ingeniería industrial en Wichita State University, en el estado de Kansas, EE.UU.”.
“Los obstáculos no existen. Solo existen los que uno mismo crea”, dice convencido Valeriano.
Cuando él tenía diez años, se puso la meta de tener una vida diferente: “Yo veía películas y quería vivir y estudiar como la gente lo hacía en California o en Nueva York”, indicó.
Preguntaba a quien llegara a su pueblo cómo era Estados Unidos, escuchaba música en inglés y fue el mejor alumno hasta el sexto curso en el colegio 25 de Diciembre. Eso dio frutos con creces, ya que Valeriano fue el único en el grupo de ingeniería industrial que se graduó con honores.
Hijo de Juan Angel Álvarez Martínez y Emiliana Ozuna de Álvarez, Valeriano trabajaba en la carnicería con su papá, mientras sus sueños volaban muy lejos.
Hasta hoy recuerda las palabras de su padre: “Che ningo ndaipotái oiko pendehegui la carnicero jevy. Pe’ê ningo pestudiava’erã oiko haguã pendehegui algo más (yo no quiero que sean carniceros como yo; deben estudiar para ser profesionales en la vida)”. Son palabras que llevó consigo siempre.
Su meta empezó a materializarse cuando llegó a Wichita, Kansas, a estudiar inglés. Luego de pagar su curso y su hospedaje gracias a un padrino alemán, miró los US$ 250 que le quedaron y se preguntó cuánto durarían.
“Yo solo quería estudiar y aprender inglés, pero a medida que visitaba el campus de la Universidad más grande que había visto en toda mi vida, y conocía gente amiga que me explicaba las oportunidades que podría tener, las posibilidades de quedarme parecían más cercanas”, explicó Valeriano.
Esas oportunidades, efectivamente, no tardaron en llegar. Su tesón hizo que del primer nivel de inglés pasara directamente al tercero. De la misma forma, tuvo la oportunidad de reunirse en la Universidad con un comité que escuchó su historia, sus raíces, sus sueños y sus metas. Su integrantes quedaron tan bien impresionados que le otorgaron la ayuda económica que impulsó y posibilitó su estadía como estudiante universitario en Estados Unidos.
Su humildad y perseverancia pagaron con creces cuando un miembro de su iglesia notó su necesidad y le regaló lo que la comunidad paraguaya en Wichita conoce como el “sacapuntas”. Era un auto verde chiquito que lo ayudó a vivir mejor a pesar de las necesidades.
“Vale”, como le conocen sus amigos, comenta que cuando lo recibió salió a festejar con un grupo de amigos. Ese fue mi primer auto, recuerda como hablando de un 0 km.
Pero no todo fue fácil. Por épocas trabajaba sesenta horas por semana, tomaba clases y buscaba lugares donde vivir. “Algunos fines de semana tenía que dormir en el sacapuntas porque llegaba muy tarde de trabajar, y como no era mi casa, no tenía llave”, recordó Valeriano.
“Nunca quise ser una molestia para quienes me ayudaban. El momento más difícil, sin embargo, llegó hace un poco más de un año, cuando su padre, su mayor influencia y ejemplo a seguir, falleció.
“No pude despedirme de él”, dice Valeriano. No tenía cómo venir al Paraguay, ni cómo volver. Su sueño como hijo agradecido era entregar su título de ingeniero a su papá. “Yo sé que desde donde él esté, estará muy orgulloso de mí”, expresó.
El joven sobresaliente dedica su título a su familia, especialmente a su papá y a su mamá; a sus hermanos María Angélica, Rubén Darío y Milciades Ramón Álvarez; a sus sobrinos y a todos los amigos que conoció en Wichita y Paraguay, quienes creyeron en él y lo apoyaron.
A todo los “Valerianos” de 10 años les dice que nunca se cansen de soñar ni de luchar por sus sueños. Va a ser sacrificado, pero uno logra lo que se propone estando enfocado y trabajando para llegar a su objetivo con mucha determinación, esfuerzo y sacrificio”, refirió.
Cecilia Martínez, quien está haciendo el máster en Wichita, desarrolla un proyecto en Asunción llamado “proyecto biblioteca”. Ella, motivada por su historia, decidió que la recolección de libros de este año sea donada a la escuela 25 de Diciembre en su nombre y de donde se graduó como mejor egresado, porque así como él, muchos “Valerianos” están estudiando en las escuelas y merecen una mejor calidad de educación.
Ahora Valeriano ha recibido una oferta de trabajo de una empresa farmacéutica, que le va a pagar el máster completo. Esto es un sueño para él y su familia. Pero su sueño está en Paraguay: quiere volver, para hacer realidad grandes cosas.
“Hoy, 5 años después de su viaje a los Estados Unidos, se ha graduado con honores en ingeniería industrial. Su felicidad es la felicidad de todos sus amigos, quienes lo aman por su humildad, tenacidad y sentido del compromiso. Una persona de pocas palabras, entre un perfecto guaraní y un español mal hablado”, afirman sus amigas paraguayas.
Sueño hecho realidad
Bettina Idoyaga, una amiga compatriota, cuenta que se enteró en su viaje de vacaciones en Paraguay que cuando Valeriano recibía su título, hace unos meses, su mamá vino de 25 de Diciembre a Asunción para poder ver la graduación por internet. Cuando la mamá lo vio recibir su título, abrazaba la computadora, besaba el monitor y lloraba, orgullosa de su hijo.
Era aquel adolescente a quien levantaba a las 4 y media de la madrugada, prendía una vela para que a la luz de la misma pudiera estudiar antes de ir al colegio. No podía creer la señora que su hijo recibía con honores el título de licenciado en ingeniería industrial en Wichita State University, de Kansas, EE.UU.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cultura desatenta, niños ansiosos. Por: Javier Candarle

Felipe tiene 7 años y es único hijo. Es traído a la consulta por sus padres, que tienen unos 35 años de edad.
El padre es ingeniero  y ella arquitecta. Tienen una muy buena posición socio económica y viven en un barrio cerrado en las afueras de la capital.
Están muy preocupados porque Felipe no quiere quedarse en la escuela. Hace varios meses empezó con miedos y hace ya una semana que no pueden dejarlo en la institución.
Ellos refieren como única causa de comienzo identificable del problema una mudanza de domicilio y barrio a principios de año, sin que sea necesario un cambio de colegio.
La madre refiere haber tenido ataques de pánico unos años atrás pero salió rápidamente adelante con terapia cognitiva. Cree que el niño debe aprender a “manejar sus pensamientos” tal como ella lo hizo.
El padre asiente callado en casi toda la entrevista mientras mira de tanto en tanto su teléfono celular, al que le entran diferenciados en los sonidos mensajes, mails y llamados.
“Discúlpeme pero a esta hora yo debiera estar trabajando” me aclara sin que se le vean ánimos de modificar las cosas.
Felipe va a un colegio bilingüe de doble escolaridad. Tres tardes por semana concurre a apoyo escolar. Ahora se le agregaría la psicoterapia y preferentemente que no sea los viernes que es el día que puede traer algunos amiguitos a casa.
Sábados por las mañanas va a Rugby que es la única actividad que comparte con el padre. Este luego se queda  jugando por la tarde hasta el tercer tiempo donde luego de una generosa ingesta de alcohol, vuelve a la casa para ducharse, sopita y a la cama.
Son una familia exitosa, de muy buenos logros académicos y sociales.
De hecho ambos  coinciden en que deben resolver esto “ya” porque no pueden faltar más a sus trabajos y “los manejos” de Felipe, erosionan toda la “dinámica familiar”.
Cuando lo conozco a Felipe lo veo muy asustado, casi no juega en su sesión. Se lo ve disperso, distraído y apagado. Obviamente dice no saber lo que le pasa.
De todas formas, la terapia cognitiva va a resolver las cosas muy rápidamente.

Hace unos 20 años que practico terapia cognitiva con niños y ya hace tiempo que lo hago también con jóvenes y adultos.
Todos conocen el enorme impacto que ha producido la TC en nuestro medio.
Su imponente crecimiento  se debe seguramente a la eficacia, practicidad y sentido común de sus hipótesis explicativas y de sus intervenciones técnicas.
Los impresionantes aportes que trajo la metáfora del procesamiento de la información y la poderosa caja de herramientas clínicas que surgió con este paradigma son incuestionables especialmente en la terapia de adultos.
Desde esta perspectiva el diagnóstico de Felipe pareciera claro: Un incipiente Trastorno por Ansiedad de Separación.
La Vulnerabilidad Neurobiológica aparece nítida: Una madre con ataques de pánico. Una abuela materna con una agorafobia enmascarada en un ama de casa que sólo quería servir a su familia.
Y el procesamiento distorsivo de la información que perpetúa los esquemas de debilidad: Maximizaciones, señales de alarma que se encienden hipersensiblemente siendo la frutilla del postre la evitación que consolida el problema.
El Factor Desencadenante: una mudanza que activa la vulnerabilidad.
Bingo: herramientas cognitivas para Don Felipe, and everybody happy again.
Más allá de los primeros años de mis entusiastas comienzos, al poco tiempo me di cuenta que esta mirada tan eficaz para el tratamiento de los adultos, resultaba sobresimplificadora para el tratamiento de los niños y sus familias.
Las hipótesis lineales del procesamiento de la información y la visión centrada en los procesos internos dejan  afuera toda la complejidad vincular que se da a nivel familiar.
Mirando solamente las variables internas que participan en la génesis y el mantenimiento del problema nos hace caer una vez más en el viejo vicio respecto de la terapia Infanto juvenil: una sutil extrapolación de la terapia con adultos.
Como si los niños fueran adultitos en miniatura que sólo precisarían de un cambio de lenguaje para hacer comprensibles las intervenciones.
Y realmente tenemos mucho camino recorrido para saber que las cosas no son así.
El mundo infantil se va construyendo en la intersubjetividad que se entrama  en el seno de sus vínculos interpersonales primarios.
Padres, hermanos, familia y otros significativos.
El niño construye sus estructuras de significado en la trama familiar y a la vez participa en el mantenimiento de dicha trama con sus comportamientos y reacciones.
No enfatizar lo necesario la dependencia del infante respecto del mundo adulto y creerlo absolutamente autónomo para adquirir herramientas que lo ayuden a lidiar con sus problemas es como mínimo un error técnico que empuja al infante a la sobreadaptación.
Más allá de las propias vulnerabilidades neurobiológicas que marcan la estructuración de esquemas psicopatógenicos y ciertas tendencias distorsivas, es responsabilidad del adulto gran parte de la estructuración y regulación del psiquismo de ese infante.
A veces la parafernalia tecnológica y esa adictiva necesidad de novedad hacen que olvidemos conceptualizaciones meridianamente claras, simples y de una sólida base empírica como lo que la teoría del apego nos enseñó varios años atrás.
En esta conceptualización, la calidad del apego de una persona será una de las precondiciones cruciales para la construcción de una personalidad sana.
El Apego seguro, esta búsqueda de proximidad física y emocional respecto de las figuras de apego, no solo nos da estabilidad emocional sino que también ha demostrado estar en la base de la regulación de complejos sistemas cognitivos.
 Dice Marrone: “La teoría del apego reconoce el hecho de que el modelo de interacción entre el niño y sus padres (que tiene lugar en un contexto social) tiende a convertirse en una estructura interna, o sea, en un sistema representacional”.
 Los modelos representacionales se construyen en la experiencia de estar con los cuidadores en edades tempranas y a lo largo de la niñez y adolescencia. Tienden a fijarse en estructuras cognitivas estables a las que se llamará modelos operativos mentales.

El mundo externo Real y su devenir constituirán estructura psíquica.
“Bowlby (1988) dijo que existe una fuerte evidencia de que la forma que adquieren estos modelos operativos internos está basada en las experiencias reales de la vida del niño, es decir, de las interacciones día a día con sus padres”.
Gergely y Watson 1999 demuestran que el nivel de sensibilidad del cuidador influye en la velocidad con la que el niño adquiere la capacidad de ejercer un control sobre sus estados internos.
Madres sensibles, cálidas y entonadas con sus hijos podrían contribuir a que sus hijos adquiriesen esta capacidad autoregulatoria antes que los hijos de las madres que no poseen estas características.
La regulación afectiva se basa en la capacidad para mantenerse organizado en momentos de tensión. Se considera como un tipo de autorregulación que surge de la confianza en el cuidador y que  finalmente se traduce en la confianza en el propio self.
La meta del apego es sentir seguridad.
También el Autoconcepto está estrechamente ligado al apego.
La representación de sí mismo, que además de las propiedades físicas observables en el sujeto incluye propiedades intencionales generalizadas e inferidas socialmente, se crea a partir de las conductas y actitudes repetidas del cuidador y otras personas hacia el niño.
Numerosos autores coinciden en que en psicopatología, las autoatribuciones que son negativas pero irrealistas, provienen de los empeños del niño por racionalizar el maltrato o el abandono que ha sufrido por parte de sus figuras de apego.

 Marrone citando a Bowlby dice que éste considera la angustia como una reacción a las amenazas de pérdida y a la inseguridad en las relaciones de apego. Esto ocurre frecuentemente cuando el sujeto es llevado implícita o explícitamente a creer que no es nada ante los ojos del otro significativo”.
Queda clarísima entonces la necesidad que tiene los niños de vínculos reales con adultos capaces de dar una respuesta sensible ante sus necesidades de cuidado, protección y seguridad.
Un adulto es Sensible a las necesidades infantiles cuando:
Es Empático,
Está Disponible a los requerimientos del infante,
Brinda Apoyo Emocional y Práctico,
Muestra Reciprocidad  y 
Resulta Predecible y Confiable.
Si pensamos en la inmensa desregulación que representa un episodio de Ansiedad, ¿No es claro ver que en la ansiedad de Felipe más allá de su vulnerabilidad  existe un claro indicio de fallas notorias en el apego?
¿No es un gran llamado de atención a sus padres desatentos?
O atentos a otras cosas en realidad: logros, metas, éxitos y objetos…
Ayudar a Felipe, no es mostrar a sus padres que no necesariamente son seres crueles y malintencionados, los déficits en el aporte de seguridad que están teniendo.
Siendo de absoluta responsabilidad adulta el hecho de regular las respuestas del niño que  tenga las vulnerabilidades específicas o no.
Muchas veces escucho en los ámbitos profesionales en los que participo terapeutas más preocupados por sus pacientes de los que lo están sus padres.
Tal vez ha sido un error nuestro tomar a nuestro cargo la salud de estos pequeños desresponsabilizando a sus padres.
Lo mismo me pasaba en la época en la que trabajaba en escuelas:
Había  que pedir por favor que los adultos vinieran a la reunión de padres o a una cita con el gabinete para hablar de los chicos.
Como si fuera un problema de la escuela lo que le ocurriera a ese niño que es casualmente su hijo.
Y como dejé entrever hace un momento, esto no es un juicio sumario al mundo parental.
Sabemos que la sociedad actual está seriamente empecinada en logros, objetos y consumos.
Como dice Juan Rasovsky en su texto Consumismo, desencanto y moral social: “Antes del siglo pasado se creía firmemente que el progreso en las ciencias y sus consecuencias tecnológicas, nos conduciría a una sociedad libre del trabajo rutinario…. A nadie se le hubiese ocurrido pensar en un mundo donde la gente trabaja enloquecida hasta el agotamiento para pagar las cuotas de los objetos de consumo”.
Y que los padres estamos también atrapados en esta vorágine en donde la desatención es el aliado central para seguir produciendo bienes en este circo.  En donde la Inestabilidad, Velocidad, Fugacidad, Intensidad  son los imperativos categóricos junto a la búsqueda hedonista de placer personal.
Si yo paro y me presto atención, escucho mis señales o las de mis hijos,  es inviable que trabaje 12 horas por día por años, desatendiendo también los afectos, otros vínculos significativos, etc.
 Y es aquí donde se dirime un aspecto de la ética del terapeuta de niños que fui entendiendo como nodal.
Digo que si el terapeuta se queda en la consulta con el niño dándole lo que no le dan, acepta implícitamente esta tercerización del contacto.
Consolida mirando sólo lo intrapsíquico y desoyendo lo intersubjetivo e interaccional, la sutil atribución externa del mundo adulto sobre el mundo infantil.
Los padres resultan liberados de su responsabilidad de ser los que tienen que brindar los aportes necesarios para regular el psiquismo del niño.
El dilema se configura en cómo comprometer a los padres de todos nuestros Felipes, sin que validemos la tercerización del cuidado, cuando los padres están atrapados en circuitos culturales en donde tampoco tienen espacio para sí mismos.
Quedarnos en la consulta sólo con los niños priva también al adulto de sanar aspectos hipertóxicos de la vida que está llevando y que los síntomas de nuestros niños están denunciando.
Redefinir el problema en términos que incluya lo interaccional y lo Macrocontextual nos sitúa como agentes cuestionadores de los aspectos enfermos de esta cultura de la que tenemos sobrada evidencia de que enferma, de la que nos quejamos, pero a la que finalmente avalamos.
¿A qué vamos a estar atentos en nuestras vidas?
Y una vez escuchado el grito ahogado de tantos en el síntoma, podemos diseñar abordajes complejos que impliquen también a los niños en la búsqueda activa de alternativas para resolver ese padecimiento que los incluye pero del que no deben hacerse cargo solos.
 Y si tratamos de estar atentos a nuestros niños para tratar de que no tengan que ser atendidos….

domingo, 18 de noviembre de 2012

Solteros y sin apuro


 
Soltero en la cama
Se supone que nadie debe ser soltero. A lo largo de mi vida he amado y he perdido, a veces he ganado, y los extraños siempre han sido amables. Pero parece que la mía es una vida de bendita soltería.
Y no me ha importado. O más bien, no lo suficiente. Pero ahora sí. Por ejemplo, en las fiestas llega un momento en que preguntan: "¿por qué no tienes pareja?".
Generalmente lo pregunta alguien acompañado de su media naranja, así que son realmente dos personas que preguntan.
Me cuesta responder: "No encontré a la persona correcta... Soy un triste adulto inmaduro... Soy incapaz de amar... Soy un pervertido y prefiero a las jirafas".
Cualquier respuesta será insatisfactoria. Nadie espera una respuesta feliz. Sólo estoy encubriendo mi profunda soledad. Ellos lo saben y esa percepción los reconforta, les da seguridad.
Te miran desde su torre, protegidos de semejante destino. Pero si yo preguntara "¿por qué lo elegiste a él? ¿por qué te contentaste con ella? ¿tenías tanto miedo de estar solo?", sería grosero y entrometido.

El autor

James Friel
James Friel es novelista, autor de The Posthumous Affair (La aventura póstuma).
La semana pasada, una amiga tuvo una cita. Mala idea. El hombre con quien salió estuvo casado tres veces y tenía un hijo de cada esposa. ¿Incontinencia emocional?
Así y todo, esta persona preguntó a mi amiga -soltera y sin hijos- por qué había fracasado en la vida.
Fue una cita corta. ¿Es realmente un fracaso?
Los solteros también pueden sentir eso sobre otros solteros y sobre ellos mismos. Se supone que nadie debe ser soltero. Si lo somos, por algo será.
Un libro reciente sostiene en su portada que los solteros podrían ser la minoría sexual más vilipendiada. Y no sólo ahora.

Solterona

Fíjense en la palabra "solterona": fulminante y cruel. Inocente, sí, pero con connotaciones infelices, desdeñosas e irrespetuosas.
Hace algunos años, en una época de heroínas estilo Bridget Jones, la escritora Carol Clewlow se preguntaba por una lectora de su propia generación, una mujer que había decidido no unir su destino con otro. Escribió una novela sobre las solteronas.
Renée Zellweger como Bridget Jones
Bridget Jones es una treintañera soltera que vive en Londres.
Se la entregó a su agente, que estaba encantada, como su editorial. Comenzó una campaña. Pidieron a columnistas y celebridades que hablaran sobre la palabra que titulaba la obra, pero entonces llegó la reacción de las librerías.
No querían un libro titulado Spinsta (Solterona). Lo retitularon Not Married, Not Bothered (Ni casada ni incómoda).
Cuando hablo de esto con mujeres, surgen abundantes anécdotas irónicas y divertidas.
Con otros hombres, homosexuales o heterosexuales, la conversación es melancólica, dubitativa, poco convincente y hasta dolorosa.
Ahora que el matrimonio gay es legal, los gays también debe justificar no tener pareja. Exigimos matrimonio, para ser reconocidos como parejas no sólo por la ley -que está bien- sino por Dios, que es redundante. Las parejas necesitan esas definiciones sólidas.
Yo soy soltero. Carol me describió como solterón. Admito que me fastidió un poco, hasta que agregó "como George Clooney".
Genial, pensé. Pero busqué "solterón" en Google y el término molesta mucho. La lista comienza con un artículo del Evening Standard de Londres:
"Un solterón es un hombre sin casarse mayor de 35 años, que en el mejor de los casos tiene 'problemas' y en el peor es un sociópata. Uno teme por ellos, como por las solteronas. No pueden ver lo solos que están".
Suena amable este temor. Se supone que nadie debe ser soltero. Ser soltero es sinónimo de estar solo, pero más solitarios son quienes temen estar solos.
Es decir, el "yo" incompleto sin el "tú". Son tiranizados por la obligación de andar en pareja.

Visiones recientes sobre la vida de soltero

Según Michael Cobb, cuyo libro "Single" tiene una referencia en Slate.com: "El individuo contemporáneo no está solo, simplemente es soltero, pero eso no se reconoce culturalmente".
Mientras tanto, el periódico Shanghai Daily celebra el Día de los Solteros Chinos y menciona a Christine Liu, de 38 años, que disfruta la vida de una "dama sobrante: guapa, con buen salario y buen gusto".
En el Huffington Post, la autora Lindsley Lowell -casada hace dos años- se niega a unirse al "Club de las Casadas Presumidas".
Y el Daily Telegraph dice que el número de británicos de entre 45 y 64 años que viven solos aumentó en más de 50% desde 1990.
Para defender al soltero, parece que hay que criticar a las parejas, la cultura que nos coacciona a estar en pareja, las religiones, las presiones familiares, las canciones, las películas, los concursos, los chismes, la inevitable presión para amar.
Freud dice que nos enfermamos si no amamos y las canciones indican que debemos sucumbir a un amor que también nos devastará. No soy nada si no te tengo. ¿Amor amable o punitivo?
La autora Laura Kipnis dedica en Against Love (Contra el amor) un capítulo titulado Domestic Gulag a las reglas del presidio que una pareja debe acatar:
  • No puedes salir sin decir a dónde vas
  • No puedes irte sin decir a qué hora volverás
  • No puedes dejar la puerta del baño abierta; es ofensivo
  • No puedes dejar la puerta del baño cerrada
  • No puedes tener secretos
Después de nueve páginas y media, Kipnis concluye: "Los detalles no importan, sino las palabras clave: no puedes. Así se obtiene amor".

¿Soltero = incompleto?

Michael Cobb nos recuerda en un libro llamado Single (Soltero) que Platón definía el amor como el nombre que damos a la búsqueda del todo, a nuestro deseo de ser completos. Pero Platón hace que Aristófanes nos recuerde que esta búsqueda -esta necesidad de estar en pareja- es un castigo.
Tal vez los solteros desean en secreto recobrar un estado original, sienten que no necesitamos completarnos con otro, que podemos completarnos nosotros mismos.
Quizás somos demasiado honestos para emparejarnos. Quizás no podemos decirle a otra persona: "Te amo sólo a ti. Y te amo para siempre".
Es muy difícil decir lo más veraz: "Te amo... por ahora".
Lo siento, pero puede que los solteros sean demasiado dueños de sí mismos.
Personalmente no quiero satirizar a las parejas porque rechazo tales juicios -condescendientes, desdeñosos u horrendos- cuando me piden que explique por qué insisto en ser soltero.
Gillian Anderson como Miss Havisham
Miss Havisham, el personaje de "Grandes esperanzas" de Charles Dickens.
Quiero describirme más positivamente y no contra algo que censura a cualquiera que crea y viva de manera diferente.
Mi personaje favorito de la literatura es la difícil Lucy Snowe de "Villette", la novela de Charlotte Bronte. En la conclusión de este singular cuento, logra con su solitaria voz definirse como esposa, viuda y solterona, y a la vez ella misma, maravillosa, oscura, valiente y astuta.
Debo rescatar también a la calumniada mártir Miss Havisham. Porque no creo que los solteros tengan una noción escéptica o reducida del amor, sino que sospecho que quizás son impulsados por un concepto más alto, casi irrealizable de él.
En el mundo en que vivimos, no esperamos que nuestras relaciones perduren. Nuestra relativa prosperidad y los avances en nuevas tecnologías nos permiten vivir solos cómodamente.
Elegimos vivir solos. No necesitamos historias sobre como encontrar pareja, que sobran. Necesitamos historias sobre cómo ser solteros y cómo sorprendernos y despertar por la alegría propia.
Aunque nací soltero, nunca pensé que seguiría siendo mi destino.

Fisicoculturista a los 93 años

Culturista a los 93 años
A sus 93 años, el doctor Charles Eugster destaca por su figura gallarda y su elegancia: traje azul marino, corbata y pañuelo a juego.
Pero también se ve estupendo con la camiseta de lycra que lleva debajo, listo para lanzarse a la acción como un superhéroe.
Este exodontólogo suizo comenzó a dedicarse al fisicoculturismo hace sólo seis años, a los 87, pero se ve a sus anchas rodeado de máquinas de ejercicio.
Sus motivos para levantar pesas a su edad son simples.
"La idea es que las jovencitas de 70 años se den vuelta para mirarme en la playa", dice.
Preocupado porque tenía sobrepeso, Eugster se unió a un club de culturismo y contrató a un ex Mr. Universo como su entrenador personal.

50 flexiones de brazos


"La idea es que las jovencitas de 70 años se den vuelta para mirarme en la playa"
Charles Eugster, veterano fisicoculturista
El nonagenario deportista entrena durante dos horas entre tres y cuatro veces por semana.
Las sesiones pueden incluir musculatura o remo en el lago local.
Y este vigoroso entrenamiento ha dado sus frutos: en un campeonato reciente consiguió hacer 50 flexiones de brazos, 48 abdominales y 51 ejercicios de tríceps en 45 segundos cada serie.
Eugster se apresura en aclarar que debido a su edad, le permiten hacer las flexiones de brazos sobre las rodillas.
Desde que comenzó su carrera como culturista ha ganado varios campeonatos mundiales y acumula medallas de remo, un deporte que practicó cuando era joven.
El otrora odontólogo cuenta que durante 30 años y por las largas horas de trabajo en el consultorio no pudo realizar ejercicio de forma regular.
"Soy muy vanidoso y estaba engordando", cuenta Eugster.
Mucho más contento con su actual apariencia, él cree que haber practicado deporte en su juventud le ayudó a conseguir sus nuevas metas.
"Yo creo que cualquiera puede hacerlo, pero es como cambiar un auto viejo por uno nuevo", dice.
"Si has cuidado a tu coche viejo, no te costará mucho, pero si lo has abandonado, sí que va a costarte".
Charles Eugster
Charles Eugster dice que el ejercicio le ha cambiado la vida.

Nunca es tarde para moverse

Al preguntarle si hay días en que le gustaría saltarse una sesión de entrenamiento o si duele hacer tanta actividad, su expresión de desconcierto lo dice todo.
"No mucho. Para conseguir músculo hay que entrenarse hasta el agotamiento. De hecho es tan intenso que tienes desgarros musculares microscópicos”.
¿Pero qué tan buena idea es intentar convertirse en un deportista competitivo a una edad avanzada?
Steve Iliffe, profesor de atención primaria para mayores en la University College London aconseja ser precavidos.
"Su caso es inusual y sólo una pequeña minoría de la población puede acometer esa vigorosa actividad a los 90 años"
Steve Iliffe, profesor de atención primaria para mayores en la University College London
"Su caso es inusual y sólo una pequeña minoría de la población puede acometer tan intensa actividad a los 90 años", dice Ilffe.
"Nunca es tarde para comenzar a hacer ejercicio, pero hay que recordar que no es lo mismo ejercicio que actividad física.
"Muchas personas mayores no realizan suficiente actividad física, primero deberían incrementarla antes de hacer ejercicios de gimnasio extenuantes".
Algunos octogenarios podrían sentir que se merecen un descanso después de años de trabajo duro, muchas veces de labores manuales.
Pero aunque esto es comprensible, es un error: es importante mantenerse activos.
El profesor Iliffe dice que las actividades cotidianas como caminar para hacer la compra o pasear al perro son útiles para mantener la salud.
Algunos estudios recientes sugieren que incluso sencillas tareas de jardinería pueden ser beneficiosas.
Pero el doctor Eugster afirma que los seis años de entrenamiento agotador con un preparador físico personal en Zurich, su ciudad natal, cambiaron su vida.
"Yo opino que uno nunca es demasiado viejo. Mi cuerpo aún cambia continuamente a los 93.
"Cambia tu apariencia, cambia tu energía y cambia tu forma de pensar.
"Envejecer se ha convertido para mí en un placer enorme, en disfrute, en alegría".
Y definitivamente, Eugster consigue en el gimnasio que todos se den vuelta para admirarlo.

Las Seis Esposas De Mi Papà (The Six Wives of Henry Lefay) Elisha Cuthbe...

viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Por qué algunos engordan y otros no? Dr Adrián Cormillot



El metabolismo depende de varios factores como el peso, la altura, el sexo, y la edad de las personas, variables que a la vez influyen en la cantidad de músculo que tenga nuestro cuerpo.
La grasa corporal es un órgano frío que como no hace gran cosa, en comparación al músculo, requiere poca energía. El músculo, en cambio, es un órgano caliente (como sugiere el rojo intenso que lo caracteriza, a diferencia del tono blancuzco de la grasa), que tiene más exigencias, requiere más energía y hace que el metabolismo basal sea más alto. Un cuerpo con mayor porcentaje de masa muscular en relación con la cantidad de grasa que tiene, quema más calorías sin moverse que un cuerpo más “fofo”, que tiene más grasa y/o menos masa muscular.
Esto explica por qué a las mujeres les cuesta más bajar de peso que a los hombres. A diferencia de los hombres, ellas acumulan grasa extra en las caderas y cintura que está destinada a funcionar como fuente de energía para el bebé durante el embarazo. Al tener una mayor proporción de grasa que de músculo, su metabolismo es más lento y queman menos calorías.
Hasta los 25 años, una mujer sana tiene hasta un 22% de grasa en su cuerpo. A partir de entonces, el porcentaje sube progresivamente hasta superar el 31% después de los 60. En el hombre, el porcentaje aceptable de grasa pasa de 15% hasta los 25 años a un 23,5% pasados los 60.
El paso de los años
Uno de nuestros grandes problemas a la hora de evitar el sobrepeso es que el cuerpo va perdiendo naturalmente músculo a medida que envejecemos. De la misma manera, con la edad crecen los depósitos de grasa.
Menos músculo y más grasa equivale a un metabolismo menos activo y a un menor gasto de calorías. Éste es un mecanismo de “defensa natural” del cuerpo frente a la falta de comida que heredamos de nuestros antepasados. En el pasado, las personas que envejecían tenían menos posibilidades de procurarse alimento cazando animales, tarea para la que se necesitaba mucha destreza física. Al tener un menor acceso a la comida, el cuerpo de las personas que envejecían debía adaptarse para conservar más energía, es decir, para acumular más grasa. De esta manera, la grasa tenía más utilidad que el músculo a la hora de asegurar la supervivencia.
Si somos sedentarios y ya pasamos los 30 años, nuestro cuerpo empieza silenciosamente a quemar cada vez menos calorías. Por esta razón, aún cuando no aumenta mos la cantidad de comida que incorporamos, engordamos casi sin darnos cuenta. La cosa empeora si vamos agregando cositas a nuestra alimentación cotidiana.
Por Adrián Cormillot

Fuente:
http://www.entremujeres.com/vida-sana/nutricion/dieta-nutricion-adelgazar-engordar-gordos-flacos-nutricionista-adrian_cormillot_0_806319467.html

jueves, 1 de noviembre de 2012

LA mariposa azul...basada en un hecho real.

Dr. Esteban Antonio Ferro Berttoloto - Revelan ganador de Premio Nacional de Ciencias

Me sentí emocionada-conmovida al enterarme de esta noticia, tanto por el Dr. Esteban Ferro así también para el grupo de colaboradores.

Tuve el privilegio de ser alumna suya...agradecida siempre y quien como él para emocionar, dar minutos de reflexión, y entregar apreciación sobre alguno de sus últimos libros leídos.

Quien como él para enseñar con tanta delicadeza, sencillez y ética aunados. 

Revolotea en mi mente la penúltima clase... ya con intriga de examen a la vista...reflexiona

Si he llegado a ver más lejos que otros, es porque me subí a hombros de gigantes (Isaac Newton)

Un grande... Maestro Felicitaciones!

By Albi Morales



El presidente del Senado, Jorge Oviedo Matto, y la legisladora Iris Rocío González dieron a conocer en la mañana de este miércoles al ganador del Premio Nacional de Ciencias 2012, concurso realizado de forma anual por el Congreso.
Se trata del Dr. Esteban Antonio Ferro Berttoloto, quien presentó el trabajo denominado “Catálogo ilustrado de 80 plantas medicinales del paraguay”.
Para la concreción de la obra, Ferro tuvo la colaboración de los doctores Rosa Degen de Arrúa, Derlis Alcides Ibarrola y  Nelson Alvarenga.
En tanto, el jurado estuvo compuesto por Francisco Santacruz, Antonio Cubilla, Luis Fernando Meyer Canillas, Elena Kasamatsu, Juan Carlos Rolón y Jorge Oviedo Matto.

Fuente:
http://www.abc.com.py/nacionales/revelan-ganador-de-premio-nacional-de-ciencias-471888.html

domingo, 28 de octubre de 2012

La vida me enseñó - Si el pasado en ocasiones toca tu puerta...abrelo!! puede ser importante

La vida entrega lecciones ....sencillas o complicadas según el caleidoscopio personal así como las enseñanzas guardadas a corto o mediano plazo otorgan la medida de racionabilidad o efecto-afecto elemental.
He aprendido que si el pasado toca a la puerta es recomendable no abrir...
Más también he aprendido a corroborar las situaciones que regresan...
Y puedo aseverar ... que podrían ser importante...
                                                        interesante...
                                                        impactante...
                                                        educativo...
                                                        humanamente renovador...
                                                        compasivo...
                                                        de reconstrucción.
Y apta para ser el canal ideal de amor.
Aclaro y entiéndase al amor en el amplio sentido...
De lo humano, sentimental... de lo expresivo sin apremio sin excesos a dosis adecuada, tal cual
Sin toxicidad... sin apego... sin nada que podría evitar ver la pureza y lo tierno
                                                                                       la calidez de una mirada
                                                                                      o la majestuosidad de luz en una sonrisa
                                                                                      esencia de vida elemental.
Aprendí a dejar al orgullo de lado...sencillamente otorgándome la oportunidad de sentir la vida tal cual
Aprendí a apreciar, a intentar encauzar amistades...
A ser amor, a no tener miedo a fallar...
A decir al mundo no estoy en el mundo ni soy su ombligo...
Sencillamente construyo mi mundo y lo soy...
Respeto a cada ser como tal.
Soy un grano de arena junto a la mar universal de vida y emoción
de vehemencia sin impulsividad u exageración...
Construyendo mi vida conjugado roles de satisfacción.
Si el pasado regresa lo analizo...
Si en el presente fallo... lo vivo e intento remodelar,
                                    lo acepto...o vuelvo a intentar
Si el futuro me ansia.... lo separo...
                                   he comprendido que el futuro no existe sin acciones de "presente"
Vivo mi vida a máximo potencial.

miércoles, 24 de octubre de 2012

6._El_Sueño_de_Amar.avi

21 OCT 12 | La profesión y la vida ¿Cómo ser madre y médica..., sin desfallecer en el intento?

Experiencias, vivencias, visiones de nuestras lectoras y un análisis sobre la compleja combinación de maternidad y medicina.

Por Ximena Abrevaya para IntraMed
 

ÍNDICE 
Parte 1
Parte 2
Parte 1






Se sabe que ser madre y profesional no es tarea fácil de compatibilizar. Y si se es médica, muchas veces exige un esfuerzo sobrehumano: residencias, guardias, horarios caóticos, convierten a las madres-médicas en verdaderas estrategas a la hora de repartir el tiempo entre el trabajo, los hijos, y las ocupaciones domésticas. Primero vendrán los pañales, luego los deberes, y más tarde tal vez algún conflicto adolescente. Puede que haya una niñera, un papá, una abuela, y hasta tal vez una tía o una amiga, dispuestos a colaborar.

Aún así, será difícil reemplazar completamente a una madre. Mucho menos si es la biología la que impone restricciones y responsabilidades. Embarazo y lactancia: reemplazantes abstenerse.

Madre y médica…, médica y madre, ¿difícil o imposible?

Más de doscientos cincueta mujeres que han pasado por esta experiencia responden en nuestro FORO de discusión y, a la vez, coinciden: “Difícil, pero no imposible”.

Haciendo lo posible…, haciéndolo posible
El rol de la familia parece jugar un papel esencial a la hora de intentar ser madre y profesional. El hecho de compartir la maternidad con una “paternidad solidaria” y responsable, en donde hay maridos dispuestos a colaborar, ofrece un alivio y una solución a la falta de tiempo. “Tengo la suerte de vivir en una ciudad chica que me permite trabajar full-time y ya no hago guardias. Pero cuando mis hijos eran más chicos las hacía, y mi "santo esposo" se quedaba con ellos y sigue quedándose cuando yo viajo para hacer algún curso o congreso” comenta S.N., cardióloga y madre de 5 hijos. “No existe la formula perfecta –acota- , creo que cada uno hace lo que puede y como puede, sólo debe tratar de sentirse bien con lo que hace”. L.S.A. es una médica argentina que como muchas otras mujeres, considera esencial el rol de su marido: “Comencé mi residencia cuando mi hijo que hoy tiene 19 años, tenia 18 meses. Dude en rendir examen para ingresar pero tuve un gran apoyo, el de mi esposo, que fue el primero en convencerme. Al principio fue difícil ya que vivía de guardia. Al terminar la residencia nació mi segundo hijo que hoy tiene 14 años, aunque hacia guardia tenia más tiempo. Hoy pienso a la distancia que fue lo acertado. Los chicos crecen, todas las etapas son distintas y se disfrutan diferentes, pero se puede”.

Las abuelas también tienen un rol fundamental. “Creo que mi experiencia hasta ahora es positiva, mi esposo y mi madre se turnan para ayudar y logré un día fijo de guardia que es un tema. Mi esposo ha tenido que cambiar un trabajo para poder acompañar. Yo he dejado muchas cosas por esta causa, pero creo que es una causa justa”, afirma S.V.C., especialista en medicina general.

“Ser madre y médica es complicado –afirma K.D.C, médica tocoginecóloga argentina.- pero mucho más si somos de especialidades de urgencia que hace que además tengamos que salir a cualquier hora a resolverla, en mi experiencia es fundamental el apoyo de la pareja, para que pueda ayudar en la tarea de los hijos y la casa”.

"Esta tarea de madre y médica trae consigo muchos sacrificios, y en especial a las personas que nos apoyan, en mi caso mi madre, que es la súper abuela. Es difícil, pero con amor, posible”, afirma A.G.B., anestesióloga cubana.

Pero no siempre la situación es la del marido que colabora. Más allá de la “voluntad” de los “papás”, existen cuestiones de raigambre social, que tienen que ver con la falta de “educación” o “preparación” necesarias para que un padre pueda llevar a cabo aquellas tareas relacionadas con el cuidado de los hijos. Históricamente, la educación que reciben hombres y mujeres es diferente, a la mujer suelen asignárseles aquellas tareas que tienen que ver con lo “afectivo”, mientras que a los hombres se les asigna aquello relacionado a lo “instrumental”. Y, “aunque este reparto está sometido a transformaciones constituye un ideal social que también puede serlo personal”, mencionan Ana Delgado Sánchez, Ana Távora Rivero y Teresa Ortíz Gómez, en “Las médicas, sus prácticas y el dilema con la feminidad”.

Las mismas autoras hablan, además, sobre la existencia de una suerte de “paradoja” que  se produce cuando a su vez, las mujeres, deseosas de repartir con su pareja las tareas vinculadas a la crianza de los hijos, descreen de la capacidad de los hombres para emprender dichas labores. Esto se debe según comentan a un “fuerte sentimiento de patrimonio”, es decir a una suerte de “reticencia a cederles un espacio que socialmente se espera que sea ocupado por ellas”.

M.O.L., es mexicana, médica, madre de dos hijos de 7 y 9 años, y suma a esta situación, la de un marido médico: “mi marido es un gran médico y esposo, no obstante tengo que decir que la educación que ha recibido ha sido un pequeño obstáculo para que pueda adaptarse a la vida familiar. Como padres les es mucho más difícil estar en casa y ocuparse de los niños. El trabaja de tiempo completo y más; por la mañana es jefe de servicio en un Hospital y por la tarde es médico adscrito en otro, esto, no le deja tiempo en la semana más que por teléfono para la familia. Yo sé que por su carácter no sería feliz de otro modo,  después de muchas pláticas entre nosotros se ha involucrado cada vez un poco más”…” creo que esa ceguera muchas veces causada por la educación que recibieron, la vamos quitando poco a poco y sobre todo, transmitir ese cambio a nuestro hijo varón para que el día de mañana las cosas cambien”.

Ante la ausencia de ayuda familiar mucha gente recurre a la asistencia externa. E. I. M., médica clínica, da testimonio de ello y opina: “Creo que lo que hay que tener es ayuda calificada, y preverla desde el momento de la concepción. Tuve 3 hijos prácticamente en un año, 2 mellizas y luego un varón. Trabaje durante 4 hs diarias hasta que empezaron a ir al jardín de infantes. Tuve la suerte de contar con una persona que me ayudo con ellos, y de tener amigos dispuestos a dar siempre una mano. Pude retomar mi actividad de carga horaria completa prácticamente cuando ya estaban los tres en la primaria”.

¿Qué les pasa a las madres?
Sin lugar a dudas el modelo de madre de tiempo completo o  «maternidad intensiva», tal como lo denominan las sociólogas españolas Carlota Solé y Sonia Parella, fue impuesto en la sociedad durante siglos, e interfiere claramente con el nuevo y pretendido modelo de maternidad planteada como «compartida».

La lucha de la mujer moderna, en pugna por «equiparar» al hombre en ciertos aspectos, entra en contradicción con este «mandato» social que rigió durante siglos la vida en familia, y la coloca en un dilema que la mayoría de las mujeres hasta mediados del siglo pasado no enfrentaban. Simplemente la posibilidad de desarrollarse profesionalmente no formaba parte, habitualmente, de las proyecciones en la vida femenina.

Solé y Parella lo explicitan: “si bien las prácticas cotidianas rompen con el modelo de la «maternidad intensiva» y se encaminan hacia formas de maternidad «compartida» y menos presencial, el peso del imaginario de la «maternidad intensiva» sigue generando frustración y ambivalencia en unas mujeres que no están dispuestas a ver menguar su carrera profesional; pero a las que, al mismo tiempo, les gustaría poder dedicar mayor atención a sus hijos”. Todo esto se encuentra enmarcado dentro de la falta de corresponsabilidad masculina en la esfera reproductiva y es causante de que estas mujeres perciban que con la llegada de los hijos su calidad de vida es la que se deteriora y no la de sus cónyuges, afirman Solé y Parella. “Para ellos, ser «padres» y seguir una trayectoria profesional «exitosa» se plantea como algo compatible, que no implica renuncias ni a nivel práctico ni a nivel simbólico”, prosiguen.

Ese imaginario es el responsable de generar el gran dilema a la hora de la elección entre la dedicación a la carrera o la familia. Si bien estas dos posibilidades no resultan mutuamente excluyentes, por lo general ambos aspectos entran en conflicto en alguna etapa del desarrollo profesional o familiar. “El mito de la maternidad «intensiva» sigue estando bien arraigado en el imaginario colectivo de las mujeres, pese a su inoperatividad en la práctica cotidiana en muchos casos. El dilema ante aspiraciones incompatibles genera un fuerte sentimiento de frustración, estrés, angustia y culpabilidad”, recalcan Solé y Parella.

«Mami, no te vayas...»

Frustración, estrés, angustia y culpabilidad. Muchas madres han transitado por estas sensaciones.  Es el caso de C.B., médica tocoginecóloga, y madre de dos hijos: “No sólo tuve ganas de tirar todo por la ventana con respecto a mi carrera como médica más de una vez, sino que ¡me sigue pasando!” –exclama-. “Tengo momentos de mucha desesperación en los que quiero abandonar todo y ser solo mamá por muchas razones, especialmente por culpa, que creo que es una condición que acompaña permanentemente a la madre. Los momentos son muchos: cuando un hijo se enferma y está con fiebre...renunciarías a todo por quedarte con él, en los actos escolares, cuando te dicen «mami, no te vayas»…".

A.M.D.D., uruguaya y médica clínica, comenta: “La angustia por la disminución de cantidad de horas dedicadas a estudiar ir a cursos a actualizaciones a las que antes siempre iba es lo que mas me ha angustiado luego de tener familia y reintegrarme a trabajar.  Hoy con un bebé de un año lo más que hago es trabajar, pero ha bajado mi rendimiento como médico”.

Es difícil tomar una decisión frente al gran dilema al que muchas madres se enfrentan: ¿primero la profesión o los hijos?.

“Si hubiese sido solo madre tal vez lo hubiese hecho mejor. Si solo hubiese sido cardióloga, tal vez seria mejor. Pero eso no existe en la vida real. Todo depende de como se siente cada uno con lo que hace. Trato de hacer cada cosa lo mejor que puedo y eso significa siempre elegir”, afirma S.N.

La elección parece conllevar siempre un costo inevitable que confronta a la mujer consigo misma, con los deberes que la sociedad impone y con sus deseos de realizarse profesionalmente. Y habrá que enfrentar las consecuencias de una u otra elección. Muchas veces, incluso, las posibilidades sobre las cuales recae la decisión parecen verse representadas a través de la ley del  “todo o nada”, de acuerdo a lo que mencionan las sociólogas Sánchez, Rivera y López. Así mismo, observan en su estudio que ante la elección las mujeres habitualmente abandonan los aspectos relacionados a la esfera profesional, los cuales resultan más fáciles de “relegar”.

M.O.L., pediatra, confiesa: “preferí perder más como médica que como madre, pero siempre pierdes y una u otra decisión trae consecuencias que afrontar, por lo que tienes que poner las cosas en una balanza y decidir cuál deberá ser más importante y con más peso”.

 “Yo prioricé mi maternidad, estar con ellos y decidí renunciar más a la profesión. Tiene un costo, como médica no alcancé todo lo que hubiese podido pero no me arrepiento porque ser madre me llena de satisfacciones, que nada de lo que haga en mi carrera se puede comparar. El tiempo pasa tan rápido que no quisiera un día ya grandes mis hijos arrepentirme de no haberlos vivido, no haber estado con ellos”, reflexiona C.B.

M.M., pediatra, comenta: “es tan difícil partirse en dos, que a veces me pregunto si hago bien o mal en tratar de trabajar, tener guardias, salir de un lado ir a otro, sin que ellos noten nuestras ausencias. Se que lo que elegí me fascina, pero se que ser madre fue también una elección”

Al parecer, la elección va de la mano de la presión que ejerce el entorno en cuanto al rol social que se pretende que deba asumir la mujer: el de conducir la familia. Más aún -comentan Sánchez y colaboradores- ellas mismas han introducido esta idea dentro de su propia vida, ya que forma parte de su escala de valores “y ello les impide optar libremente cuando la disyuntiva surge en sus vidas”. Así, “se acomodan a las expectativas que los demás tienen sobre su elección y las convierten en las suyas propias. Parece como si el hecho de que los demás no consideren la importancia que puede tener su trabajo, contribuya a que ellas tampoco lo valoren”.

A.L.C., es especialista en medicina general y optó por equilibrar estos «deseos» y «deberes»: “Cuando tuve que decidir opte por equilibrar entre mis deseos personales y el deber de madre y esposa, actualmente por circunstancias especiales, en casa soy la que aporta monetariamente”(…)” Por los resultados que he obtenido, la importancia de la figura materna en el hogar es relevante y mientras podamos guiar a nuestros hijos poniendo límites, y generando responsabilidades según su edad, podemos seguir ejerciendo nuestra profesión sin temor y con toda nuestra fuerza”.

Deseos y deberes

Pero ¿cuáles son los deseos y cuáles los deberes?. ¿Asistimos a un cambio en esta escala de valores?. La respuesta pareciera ser sí. Progresivamente este panorama va cambiando. Ser madre comienza a dejar de ser un “deber” social. Las mujeres jóvenes comienzan a darle prioridad a la profesión en pos de la maternidad, como si ésta pasara de ser un eje central a un complemento vital. Esto explica hechos tales como que la concepción de los hijos comience a darse a una edad más tardía entre las mujeres profesionales. Incluso, en extremo, algunas mujeres optan por renunciar a la maternidad, debido a que el ser madre es considerado como un obstáculo a la hora del desarrollo o éxito profesional. Esto parece evidenciarse de manera explícita en estudios recientes que muestran las crecientes bajas en las tasas de natalidad en continentes como el europeo. Estas observaciones podrían ser claramente atribuibles a este cambio en el pensamiento del propio proyecto de vida femenino.

M.B.A.C, uruguaya, tomó la decisión de no ser madre: “Soy Pediatra y en mi consulta y vivir diario, veo y asisto niños con las más variadas dificultades y patologias relacionadas de algún modo u otro con la falta de "presencia" de los padres, fundamentalmente de la madre, porque trabaja o estudia. Entonces mi pregunta es: ¿en quien debemos de pensar? ¿en nosotras que queremos cumplir nuestro deseo de ser madres como sea? ¿porque la sociedad así lo manda de alguna manera o porque esta en los genes? ¿o en los niños y su salud mental y física?. Veo a diario a amigas y colegas como se dividen, disgregan y se sienten culpables por no poder cumplir con ambas responsabilidades. Es una tortura para todos. Elegí ser médico y no madre. Y la sociedad (nosotros mismos) pretende cobrártelo y como! Me dí cuenta que no se pueden hacer las cosas más importantes de nuestras vidas a medias, no es justo para ninguna de las partes involucradas y lo más importante, no veo buenos resultados”.

Ciertamente las mujeres serán juzgadas cruelmente por la sociedad ante una u otra decisión. Y como si se tratase de la fábula de «El molinero, su hijo y el asno», no existirá una forma posible de encontrar consenso en la conformidad. Alberdi, Escario y Matas, en su trabajo “las mujeres jóvenes en España”, a través de una cita de un texto de S. Hays denominado “Las contradicciones culturales de la maternidad”, grafican la situación: “Si una mujer permanece sin hijos voluntariamente, algunos dirán que es fría y que no se realiza como mujer. Si es una madre que trabaja demasiado en su empleo o carrera, algunos la acusaran de negligencia hacia sus hijos. Si no trabaja lo suficientemente duro, la situarán en el perfil de «mamá» y el avance de su carrera se verá frenado porque la dedicación a sus hijos interfiere con el trabajo. Y si se queda en el hogar con sus hijos, muchos la llamarán improductiva e inútil. En otras palabras, una mujer no puede nunca hacer lo correcto”.
Ximena Abrevaya

Apéndice:
Los comentarios de la escritoria María José Eyras sobre las opiniones del FORO IntraMed "Madres y médicas"

Creo que a las mujeres médicas, como a todas las mujeres profesionales, nos toca vivir un momento de transición. La familia ya no es la tradicional, con su clásica repartición de roles ( hombre proveedor, mujer ama de casa ) ni tampoco es la familia flexible que toma en cuenta los roles que la mujer ha sumado. De a poco, muy de a poco, algunos hombres están compartiendo tareas en la casa y la crianza, y comprendiendo que el reparto puede ser a veces injusto. Pero la mayoría aún lo espera todo de la mujer.
Entonces, las médicas madres, que además se enfrentan al ejercicio de una profesión  tradicionalmente masculina, y a modelos de eficiencia en el trabajo propios del varón ( apoyado por una mujer, como dije antes ), también participan de esta transición donde impera el desequilibrio. Para recuperar el equilibrio, las profesionales tenemos que revisar la presión de nuestras expectativas de desarrollo y trabajo. Y ajustarlas a la realidad de haber incluido hijos en nuestro proyecto vital. Para eso, es bueno no perder de vista la perspectiva del tiempo. Los años de crianza son muy importantes y no son tantos. Los hijos, una vez que dejan la escuela primaria ( doce años en Argentina ) requieren menos tiempo, salen a la vida y es poco lo que podemos agregar a su formación cuando son adolescentes y en plena y sana rebeldía, no quieren escuchar. Tal vez, esta sea la hora de los cursos de perfeccionamiento y no cuando nos reclaman dos hijos pequeños.
También, es positivo hablar a menudo con el padre de nuestros hijos, decirle con claridad qué necesitamos de él y cómo podría ayudarnos. Es decir, actualizar los pactos tácitos que responden a viejos modelos de familia, adaptarlos a la realidad de la mujer madre y profesional a la vez. Y luchar, en cada ámbito, por condiciones de trabajo más humanas, que incluyan la coyuntura de la maternidad, los hijos pequeños y la crianza ( licencias, guarderías en el lugar de trabajo, trabajos de medio tiempo, etc.).


Parte 2




¿Cómo equilibrar la maternidad con la profesión?
Esta es una pregunta que muchas mujeres se hacen. ¿Es posible hallar este equilibrio? ¿Cómo?.

 “Me pregunto como encontrar un equilibrio –acota M.M.- aun no encuentro la respuesta, lo único que trato es compartir, poco o mucho, pero compartir el tiempo que ellos y yo tenemos, y de no sentir culpas por lo que no hice o pude hacer, porque se que si yo amo mi profesión y soy feliz ellos también crecerán así”.

Estas culpas, según Alberdi y cols., provienen de la ambivalencia que se genera entre las situaciones que surgen de sus propias vivencias y ese modelo de maternidad interiorizado como ideal moral, en el que la mujer se entrega al cuidado y ayuda del prójimo, y que mayormente ha sido adoptado del modelo de sus propias madres.

Sin embargo algunas mujeres parecen haber encontrado una buena manera de sobrellevar esta situación.

“Todo depende de que esta primero, yo equilibro mi vida entre mis hijos y mis pacientes de una manera racional y creo llevarla bien”, afirma I.P.B., y prosigue: “El secreto es la concentración en cada momento, cuando soy medica lo hago a full, pero cuando soy madre presencial también lo hago a full, y nada ni nadie me distrae de mis quehaceres, tuve que poner muchos límites para ambas partes, pero hoy llevo una vida de médica desde hace 17 años muy intensa con muchos viajes al exterior inclusive, tengo 2 hijos maravillosos con quienes llevo una relación espectacular y soy muy feliz siendo medica y mamá. Y ellos también lo disfrutan. Si nací para eso, para ser médica y mamá ¿cómo no disfrutar ambas cosas?”.

L.M.F, coincide: “creo que es mejor una mamá satisfecha profesionalmente, (que cuando llega a casa está contenta, aunque cansada), que una mamá frustrada o malhumorada”.

Sin embargo, aún hay un largo camino por transitar. Hasta que no exista una real transformación de los valores, será difícil manejar la culpabilidad. “Las madres intentan buscar un equilibrio entre sus propios deseos y las exigencias de la crianza de niños, pero es todavía inaceptable socialmente que pongan sus propias necesidades por encima de las necesidades de los hijos. De alguna manera, sus argumentos siempre han de ser altruistas porque la presión cultural tiende a culpabilizarlas del aspecto que dejen más desatendido”.

No obstante, esta no es la única salida. Otras mujeres optan por un cambio en sus vidas que se sostenga desde el enfoque que se le otorga a la profesión.

M.O.L, sin renunciar a su deseo de ser médica eligió modificar el aspecto laboral como paliativo. “A mí me ha costado mucho entenderlo, al principio me negaba a hacerlo, quería ser feliz, en casa, en el Hospital, con mi esposo, socialmente y con mi familia, pero no lo era, creía que eso era lo que todos esperaban que hiciera, lo que debía hacer por haber dejado parte de mi vida estudiando y haciendo guardias para terminar la carrera, la especialidad y la subespecialidad que tengo en Neonatología, no podía entender por que no era feliz si la carrera que tenemos es hermosa, llena de satisfacciones y muy interesante.
Luego de llevar un duelo conmigo misma, me di cuenta de que había algo que me gustaba más, ser madre y pilar de una familia, y no podía hacerlo como yo quería, de hecho tampoco mi desempeño con neonatóloga era el óptimo pues siempre estaba de permiso, llegaba tarde, salía temprano, cambiaba guardias, etc. Finalmente decidí acercarme a eso que me llenaba tanto y disminuir mi ejercicio profesional a la medicina privada de consultorio para poder manejar mis horarios y no cubrir un horario fijo y limitante. No es fácil, he tenido que aprender mucho y sacrificar también mucho, pero creo que soy más feliz de esta manera que antes y eso es lo que me mantiene en pie y en búsqueda de más opciones dentro de mi especialidad que sean más compatibles con mi vida familiar”.

Madres en el consultorio, médicas en casa
En una esfera laboral en donde lo asistencial tiene un rol preponderante, el ser médica, exige además de conocimientos especializados, un “doble aporte emocional” cuando se suma al rol de madre. “Por definición, la asistencia se vuelve repetitiva y no tiene fin” menciona Kate Osborne en el libro “La mujer en el mundo del trabajo: perspectivas psicológicas y organizativas”.

No es de sorprender entonces que la incorporación del género femenino a las carreras de las ciencias de la salud, como la medicina, estuvieran directamente vinculadas a su rol como madres. De hecho, tal como menciona Alicia Palermo en su trabajo “Mujeres profesionales que ejercieron en Argentina durante el siglo XIX”, fue una suerte de alianza entre la familia y el estado durante ese período, en Latinoamérica, la que produjo que por un lado, las madres representando a las familias y, por otro, los expertos representando al estado, condujeran al camino en donde las mujeres se instruirían adquiriendo conocimientos médicos.

Tal como menciona Peter Gay, el impulso de las mujeres hacia la práctica de la medicina se dio de una forma natural debido a que las esposas y madres eran “las supervisoras de la salud y las enfermeras del hogar”.
De manera recíproca, al parecer, la maternidad le otorga cierto carácter especial al ejercicio de la medicina.

Existe cierta empatía ligada a la maternidad que está presente también en el acto médico. Rivero y Gómez lo denominan “maternización” del rol de médicas y está relacionado con una imposibilidad de separar lo que las médicas son como madres y lo que son como profesionales. Usualmente, tal como lo demuestran algunos testimonios, ambos roles se entremezclan.

M.A.G.A., ecuatoriana y pediatra, comenta: “Una de las cosas mas difíciles ha sido no perder la objetividad al examinar a mis hijas, el hacer un diagnóstico sin pensar en lo más complicado y raro en las enfermedades de mis hijas me resulto siempre muy difícil, por lo demás creo que me hice verdaderamente pediatra luego de tener a mis hijas, porque comprendí que una fiebre para una madre no es lo mismo que la fiebre para la doctora”.

M.P., ilustra también su caso: “soy pediatra hace más de 30 años y un día mi mamá que ya no está, me dijo ¿por qué los chicos que atendés se curan y los tuyos que los atiende otro no?, era cierto en esa época había muchísimas diferencias de criterios, entonces decidí que si yo podía atender a los otros chicos podría con los míos, obvio si hacia falta un especialista recurría a el , hoy tienen 30 26 25 y no me fue para nada mal, creo que todo se basa, además del curriculum, en un poquito de sentido común, y comparto cuando una tiene un hijo con fiebre, comprende mucho mas a las madres”

Naturalmente este hecho se hace aún más evidente en la orientación pediátrica probablemente por el tipo de pacientes que atienden, pero tal vez esté relacionado también con el hecho de que “la pediatría es una de las especialidades que, en el proceso de incorporación y segregación de las mujeres en la profesión médica, siempre se ha considerado como un espacio esencialmente femenino y ha sido más permeable a la incorporación de estereotipos y valores sociales considerados propios de mujeres”, acotan Rivera y Gómez.

“Yo no soy pediatra, pero como médica comparto que cuando una madre médica tiene a sus hijos enfermos es muy difícil mantener la objetividad para pensar como médica” afirma C.B., médica tocoginecóloga. “Siempre te planteas los peores diagnósticos o haces todo al revés de lo que harías si no estuviera el vínculo maternal con el pacientito. Por eso, opté por ponerme de un solo lado y cuando mis hijos enferman hago de mamá. Dejo que piense y decida el pediatra pero ojo, si me dice algo que no me cuadra, tengo la señal de alerta encendida como para buscar otra opinión, lo bueno de entender del tema es eso. Es verdad, después de ser mamá entendés mucho más a esas madres que alguna vez viste en una guardia, al igual que para nosotras las obstetras...después de parir tus propios hijos sentís más empatía con las pacientes durante sus partos”, enfatiza.
"¿Para qué querés hacer la residencia si tenés un marido que te mantenga?”
Las madres médicas, además enfrentan cuestiones que no escapan a las del resto de las profesionales. La desigualdad de género, la discriminación, la falta de una estructura laboral que contemple de una manera adecuada a la maternidad (y por qué no a la paternidad) como un hecho y un derecho, son asignaturas pendientes que deberían formar parte de un nuevo orden social en las políticas gubernamentales.

“Desde que las mujeres hemos crecido profesionalmente y laboralmente, el tema maternidad en países donde las licencias son breves, es un tema complejo”, sostiene L.M.F.

A.B.Z, especialista en medicina general, comenta: “algunas veces me sentí un poco decepcionada y sin ganas de seguir adelante, pero no por la familia ya que siempre me siento apoyada y valorada por mis hijos, sino por el medio en que nos movemos, sobre todos las que trabajamos en el sistema de salud público que es tan perverso y con poco reconocimiento de nuestros esfuerzos”, y prosigue: “de ser madre creo no haber perdido nada ya que son hijos excepcionales pero de ser médica si lo perdí ya que debí renunciar a muchas cosas sobre todo en formación y fui dejada de lado por mis propios colegas y jefes haciéndolo saber. Pero no me arrepiento. Trato de ser feliz con mis hijos”.

La cantidad de horas dedicadas en relación a la remuneración recibida, también entra en contradicción con el hecho de distribuir el tiempo entre la familia y el trabajo. “Sobre todo con los sueldos bajísimos y la necesidad de estar todo el día trabajando para poder subsistir dignamente. En Tucumán los sueldos de los médicos son, yo creo, los más bajos del país” relata S.P.C., médica argentina. También desde Argentina, A. P., tocoginecóloga, reafirma estos dichos: “nuestra profesión requiere de una dedicación constante para tener una buena formación y estar actualizada y además en nuestro país implica desplazarse por múltiples lugares para lograr tener a fin de mes un ingreso digno. ¿Entonces cómo compatibilizar la vida profesional y la de madre?”.

Una vez más surge la misma pregunta. Entre todos estos dilemas aparece también el problema de la discriminación. “En las entrevistas para la residencia se pone en evidencia –comenta A.P.-. Muchas pasamos por la horrible y desubicada pregunta ¿cuál es tu método anticonceptivo? O ¿para qué querés hacer la residencia si tenés un marido que te mantenga?”.

M.C.M. es jefa de terapia intensiva de una clínica privada y trabaja en dos hospitales más. “A pesar de todo esto manejo mi casa y mi servicio, a mi modo ver bastante bien, pero a veces no puedo evitar la culpa de no poderlo hacerlo mejor. Mi marido que es también médico me dice... vos genéticamente estás preparada para ser mujer, madre, esposa, amante, etc. ¿De donde sacan eso los hombres?. A veces pienso que me llevo el mundo por delante pero a veces me cuesta tanto avanzar...sobre todo en un mundo tan machista. ¿Cómo le explicas a tu jefe que hoy tu hijo tuvo fiebre o que no llegó la niñera?. Desde el día que comencé mi residencia me juré no ponerlos de excusa y así lo hice”.

Ni siquiera planificación familiar, con una llegada programada de los hijos, tampoco parece resultar una solución suficientemente satisfactoria. Nunca será el momento oportuno. “si es durante la residencia por lo que implica en cuanto a la formación y el ritmo agotador es casi incompatible con una vida de pareja, y mucho menos con la de madre (…) cuando llega el momento de la jefatura tampoco es adecuado y cuando todo acaba, menos, porque llega el momento de la inserción laboral... en fin... parece que todo confabula en contra de la maternidad y un desarrollo exitoso de la profesión”.


¿Sería tarea de las mujeres entonces pensar qué se debería cambiar?

M.V.H. especialista en medicina familiar afirma que los regímenes tales como la residencia juegan absolutamente en contra de la crianza. “También creo que la crianza juega en contra de la formación. Sin embargo, me parece que tanto la formación como la crianza nos aportan de alguna manera un crecimiento que, si sabemos aprovecharlo, no transformará en mejores médicas y mejores madres. Creo que sería bueno interpretar la vida médica como un proceso, entendiendo que el nacimiento de los hijos sin duda propondrá algún tipo de paréntesis en la carrera, pero, dado que cada vez más la medicina es una profesión de mujeres, tendríamos que encontrar una forma femenina de desarrollarla, una forma distinta, mas adaptada a nuestra doble función, evitando tratar de cumplir con los estándares habituales que son, sin duda, masculinos”, concluye.

Más allá de las decisiones y de los emprendimientos personales que puedan adoptar cada una de estas mujeres por sí mismas, y del pretendido y afamado “nuevo rol social” que adquiere el género femenino día a día en la esfera profesional, es evidente que no existe a la par un verdadero avance en las iniciativas sociales y en políticas adecuadas a la altura de las circunstancias y que sean capaces de sustentar estos cambios acompañándolos hacia una calidad de vida adecuada.

M.E.E, es médica hace más de treinta años, y suma un nuevo rol al de madre y médica: “durante toda mi vida he sido alternativamente  médica-mamá , y mamá-médica, y he disfrutado ..y también muchas veces sufrido esa doble condición. Las que amamos esta profesión apasionante sentimos que somos médicas siempre, y en todo momento, entonces como no agradecer cuando nuestros hijos crecen, y también inevitablemente como no contener la respiración y tratar de pensar con claridad, aunque ellos no sean nuestros pacientes ante una fiebre. Gracias a Dios mis hijos ya son grandes y estoy muy orgullosa de ellos . Tengo nietos..... y ahora muchas veces soy también medica-abuela y abuela-médica.....y espero, si Dios quiere, serlo mientras viva”.

Tal vez, una vez más, el cambio se deba engendrar a partir de estas mismas mujeres. Tal vez, sólo de ellas surgirá el devenir del impulso necesario para que se produzca el movimiento que definitivamente acompañe a un cambio que haría quizás un poco más justo y llevadero este doble rol de mamás y médicas…, y el de muchas otras madres más.
Por Ximena Abrevaya

Comentario:
La vida pasa por los Foros de IntraMed
Angustias, alegrías, sueños y perplejidades de la comunidad de la salud dejan sus huellas en ese bosque lleno de palabras. Usted podrá encontrar allí los rumores de la historia de tantos hombres y mujeres,  el testimonio vivo y contradictorio que sus existencias siembran en nuestro portal. Eso es bueno ya que señala que IntraMed se ha constituido en el espacio “natural” donde podemos decir lo que nos pasa, lo que sentimos. Pero también es una indicador acerca de dos fenómenos preocupantes: la imperiosa necesidad de hablar sobre nosotros mismos y la constatación de la escasez de espacios confiables donde hacerlo.
La vida de todos quienes trabajamos en el cuidado de la salud de otras personas impone muchas veces el costo de la propia. Los vínculos familiares, el autocuidado y el respeto por las necesidades individuales suelen verse vulnerados por profesiones tan absorbentes que producen una demanda que a menudo excede las posibilidades reales de quienes las ejercen. Entonces, lejos de percibir ese fenómeno, sentimos que el problema somos nosotros, que estamos por debajo de lo que se espera. La culpa, la frustración y la sensación de insuficiencia derivan al plano personal anomalías estructurales que son propias del sistema que nos incluye.
Las mujeres padecen estas situaciones en mayor grado que los hombres. Las resuelven, las superan a costa de sacrificios cotidianos y gracias al empecinamiento de género que les impide renunciar a lo que desean y que las ilumina para lograrlo. Nadie tiene derecho a plantear como una opción lo que decididamente no los es. La maternidad o la profesión no son escenarios excluyentes, al menos no deberían serlo. Convertir ese falso dilema en un asunto íntimo es encubrir la insoportable injusticia social que lo sustenta.
Es admirable lo que las colegas dicen en nuestro Foro. Es conmovedor comprobar en los textos lo que la vida diaria nos muestra en cada instante. Gracias por el coraje, por la manera sensata de ejercerlo y por la tozuda voluntad con que se oponen en los hechos a las falsas opciones y a la estúpida costumbre de declamar lo contrario de lo que en verdad se hace.