martes, 30 de octubre de 2012

Los dos hijos de DonFrancisco.Zeze di Camargo e Luciano en español

Quinta Compañía Lambaré 2012

THANKS DANKE GRACIAS



En ciertos momentos de la vida... a los cuales podría demoninar claves.
La expresión que englobe la universalidad de la situación se basa en un sencillo ....GRACIAS...

domingo, 28 de octubre de 2012

La vida me enseñó - Si el pasado en ocasiones toca tu puerta...abrelo!! puede ser importante

La vida entrega lecciones ....sencillas o complicadas según el caleidoscopio personal así como las enseñanzas guardadas a corto o mediano plazo otorgan la medida de racionabilidad o efecto-afecto elemental.
He aprendido que si el pasado toca a la puerta es recomendable no abrir...
Más también he aprendido a corroborar las situaciones que regresan...
Y puedo aseverar ... que podrían ser importante...
                                                        interesante...
                                                        impactante...
                                                        educativo...
                                                        humanamente renovador...
                                                        compasivo...
                                                        de reconstrucción.
Y apta para ser el canal ideal de amor.
Aclaro y entiéndase al amor en el amplio sentido...
De lo humano, sentimental... de lo expresivo sin apremio sin excesos a dosis adecuada, tal cual
Sin toxicidad... sin apego... sin nada que podría evitar ver la pureza y lo tierno
                                                                                       la calidez de una mirada
                                                                                      o la majestuosidad de luz en una sonrisa
                                                                                      esencia de vida elemental.
Aprendí a dejar al orgullo de lado...sencillamente otorgándome la oportunidad de sentir la vida tal cual
Aprendí a apreciar, a intentar encauzar amistades...
A ser amor, a no tener miedo a fallar...
A decir al mundo no estoy en el mundo ni soy su ombligo...
Sencillamente construyo mi mundo y lo soy...
Respeto a cada ser como tal.
Soy un grano de arena junto a la mar universal de vida y emoción
de vehemencia sin impulsividad u exageración...
Construyendo mi vida conjugado roles de satisfacción.
Si el pasado regresa lo analizo...
Si en el presente fallo... lo vivo e intento remodelar,
                                    lo acepto...o vuelvo a intentar
Si el futuro me ansia.... lo separo...
                                   he comprendido que el futuro no existe sin acciones de "presente"
Vivo mi vida a máximo potencial.

miércoles, 24 de octubre de 2012

6._El_Sueño_de_Amar.avi

21 OCT 12 | La profesión y la vida ¿Cómo ser madre y médica..., sin desfallecer en el intento?

Experiencias, vivencias, visiones de nuestras lectoras y un análisis sobre la compleja combinación de maternidad y medicina.

Por Ximena Abrevaya para IntraMed
 

ÍNDICE 
Parte 1
Parte 2
Parte 1






Se sabe que ser madre y profesional no es tarea fácil de compatibilizar. Y si se es médica, muchas veces exige un esfuerzo sobrehumano: residencias, guardias, horarios caóticos, convierten a las madres-médicas en verdaderas estrategas a la hora de repartir el tiempo entre el trabajo, los hijos, y las ocupaciones domésticas. Primero vendrán los pañales, luego los deberes, y más tarde tal vez algún conflicto adolescente. Puede que haya una niñera, un papá, una abuela, y hasta tal vez una tía o una amiga, dispuestos a colaborar.

Aún así, será difícil reemplazar completamente a una madre. Mucho menos si es la biología la que impone restricciones y responsabilidades. Embarazo y lactancia: reemplazantes abstenerse.

Madre y médica…, médica y madre, ¿difícil o imposible?

Más de doscientos cincueta mujeres que han pasado por esta experiencia responden en nuestro FORO de discusión y, a la vez, coinciden: “Difícil, pero no imposible”.

Haciendo lo posible…, haciéndolo posible
El rol de la familia parece jugar un papel esencial a la hora de intentar ser madre y profesional. El hecho de compartir la maternidad con una “paternidad solidaria” y responsable, en donde hay maridos dispuestos a colaborar, ofrece un alivio y una solución a la falta de tiempo. “Tengo la suerte de vivir en una ciudad chica que me permite trabajar full-time y ya no hago guardias. Pero cuando mis hijos eran más chicos las hacía, y mi "santo esposo" se quedaba con ellos y sigue quedándose cuando yo viajo para hacer algún curso o congreso” comenta S.N., cardióloga y madre de 5 hijos. “No existe la formula perfecta –acota- , creo que cada uno hace lo que puede y como puede, sólo debe tratar de sentirse bien con lo que hace”. L.S.A. es una médica argentina que como muchas otras mujeres, considera esencial el rol de su marido: “Comencé mi residencia cuando mi hijo que hoy tiene 19 años, tenia 18 meses. Dude en rendir examen para ingresar pero tuve un gran apoyo, el de mi esposo, que fue el primero en convencerme. Al principio fue difícil ya que vivía de guardia. Al terminar la residencia nació mi segundo hijo que hoy tiene 14 años, aunque hacia guardia tenia más tiempo. Hoy pienso a la distancia que fue lo acertado. Los chicos crecen, todas las etapas son distintas y se disfrutan diferentes, pero se puede”.

Las abuelas también tienen un rol fundamental. “Creo que mi experiencia hasta ahora es positiva, mi esposo y mi madre se turnan para ayudar y logré un día fijo de guardia que es un tema. Mi esposo ha tenido que cambiar un trabajo para poder acompañar. Yo he dejado muchas cosas por esta causa, pero creo que es una causa justa”, afirma S.V.C., especialista en medicina general.

“Ser madre y médica es complicado –afirma K.D.C, médica tocoginecóloga argentina.- pero mucho más si somos de especialidades de urgencia que hace que además tengamos que salir a cualquier hora a resolverla, en mi experiencia es fundamental el apoyo de la pareja, para que pueda ayudar en la tarea de los hijos y la casa”.

"Esta tarea de madre y médica trae consigo muchos sacrificios, y en especial a las personas que nos apoyan, en mi caso mi madre, que es la súper abuela. Es difícil, pero con amor, posible”, afirma A.G.B., anestesióloga cubana.

Pero no siempre la situación es la del marido que colabora. Más allá de la “voluntad” de los “papás”, existen cuestiones de raigambre social, que tienen que ver con la falta de “educación” o “preparación” necesarias para que un padre pueda llevar a cabo aquellas tareas relacionadas con el cuidado de los hijos. Históricamente, la educación que reciben hombres y mujeres es diferente, a la mujer suelen asignárseles aquellas tareas que tienen que ver con lo “afectivo”, mientras que a los hombres se les asigna aquello relacionado a lo “instrumental”. Y, “aunque este reparto está sometido a transformaciones constituye un ideal social que también puede serlo personal”, mencionan Ana Delgado Sánchez, Ana Távora Rivero y Teresa Ortíz Gómez, en “Las médicas, sus prácticas y el dilema con la feminidad”.

Las mismas autoras hablan, además, sobre la existencia de una suerte de “paradoja” que  se produce cuando a su vez, las mujeres, deseosas de repartir con su pareja las tareas vinculadas a la crianza de los hijos, descreen de la capacidad de los hombres para emprender dichas labores. Esto se debe según comentan a un “fuerte sentimiento de patrimonio”, es decir a una suerte de “reticencia a cederles un espacio que socialmente se espera que sea ocupado por ellas”.

M.O.L., es mexicana, médica, madre de dos hijos de 7 y 9 años, y suma a esta situación, la de un marido médico: “mi marido es un gran médico y esposo, no obstante tengo que decir que la educación que ha recibido ha sido un pequeño obstáculo para que pueda adaptarse a la vida familiar. Como padres les es mucho más difícil estar en casa y ocuparse de los niños. El trabaja de tiempo completo y más; por la mañana es jefe de servicio en un Hospital y por la tarde es médico adscrito en otro, esto, no le deja tiempo en la semana más que por teléfono para la familia. Yo sé que por su carácter no sería feliz de otro modo,  después de muchas pláticas entre nosotros se ha involucrado cada vez un poco más”…” creo que esa ceguera muchas veces causada por la educación que recibieron, la vamos quitando poco a poco y sobre todo, transmitir ese cambio a nuestro hijo varón para que el día de mañana las cosas cambien”.

Ante la ausencia de ayuda familiar mucha gente recurre a la asistencia externa. E. I. M., médica clínica, da testimonio de ello y opina: “Creo que lo que hay que tener es ayuda calificada, y preverla desde el momento de la concepción. Tuve 3 hijos prácticamente en un año, 2 mellizas y luego un varón. Trabaje durante 4 hs diarias hasta que empezaron a ir al jardín de infantes. Tuve la suerte de contar con una persona que me ayudo con ellos, y de tener amigos dispuestos a dar siempre una mano. Pude retomar mi actividad de carga horaria completa prácticamente cuando ya estaban los tres en la primaria”.

¿Qué les pasa a las madres?
Sin lugar a dudas el modelo de madre de tiempo completo o  «maternidad intensiva», tal como lo denominan las sociólogas españolas Carlota Solé y Sonia Parella, fue impuesto en la sociedad durante siglos, e interfiere claramente con el nuevo y pretendido modelo de maternidad planteada como «compartida».

La lucha de la mujer moderna, en pugna por «equiparar» al hombre en ciertos aspectos, entra en contradicción con este «mandato» social que rigió durante siglos la vida en familia, y la coloca en un dilema que la mayoría de las mujeres hasta mediados del siglo pasado no enfrentaban. Simplemente la posibilidad de desarrollarse profesionalmente no formaba parte, habitualmente, de las proyecciones en la vida femenina.

Solé y Parella lo explicitan: “si bien las prácticas cotidianas rompen con el modelo de la «maternidad intensiva» y se encaminan hacia formas de maternidad «compartida» y menos presencial, el peso del imaginario de la «maternidad intensiva» sigue generando frustración y ambivalencia en unas mujeres que no están dispuestas a ver menguar su carrera profesional; pero a las que, al mismo tiempo, les gustaría poder dedicar mayor atención a sus hijos”. Todo esto se encuentra enmarcado dentro de la falta de corresponsabilidad masculina en la esfera reproductiva y es causante de que estas mujeres perciban que con la llegada de los hijos su calidad de vida es la que se deteriora y no la de sus cónyuges, afirman Solé y Parella. “Para ellos, ser «padres» y seguir una trayectoria profesional «exitosa» se plantea como algo compatible, que no implica renuncias ni a nivel práctico ni a nivel simbólico”, prosiguen.

Ese imaginario es el responsable de generar el gran dilema a la hora de la elección entre la dedicación a la carrera o la familia. Si bien estas dos posibilidades no resultan mutuamente excluyentes, por lo general ambos aspectos entran en conflicto en alguna etapa del desarrollo profesional o familiar. “El mito de la maternidad «intensiva» sigue estando bien arraigado en el imaginario colectivo de las mujeres, pese a su inoperatividad en la práctica cotidiana en muchos casos. El dilema ante aspiraciones incompatibles genera un fuerte sentimiento de frustración, estrés, angustia y culpabilidad”, recalcan Solé y Parella.

«Mami, no te vayas...»

Frustración, estrés, angustia y culpabilidad. Muchas madres han transitado por estas sensaciones.  Es el caso de C.B., médica tocoginecóloga, y madre de dos hijos: “No sólo tuve ganas de tirar todo por la ventana con respecto a mi carrera como médica más de una vez, sino que ¡me sigue pasando!” –exclama-. “Tengo momentos de mucha desesperación en los que quiero abandonar todo y ser solo mamá por muchas razones, especialmente por culpa, que creo que es una condición que acompaña permanentemente a la madre. Los momentos son muchos: cuando un hijo se enferma y está con fiebre...renunciarías a todo por quedarte con él, en los actos escolares, cuando te dicen «mami, no te vayas»…".

A.M.D.D., uruguaya y médica clínica, comenta: “La angustia por la disminución de cantidad de horas dedicadas a estudiar ir a cursos a actualizaciones a las que antes siempre iba es lo que mas me ha angustiado luego de tener familia y reintegrarme a trabajar.  Hoy con un bebé de un año lo más que hago es trabajar, pero ha bajado mi rendimiento como médico”.

Es difícil tomar una decisión frente al gran dilema al que muchas madres se enfrentan: ¿primero la profesión o los hijos?.

“Si hubiese sido solo madre tal vez lo hubiese hecho mejor. Si solo hubiese sido cardióloga, tal vez seria mejor. Pero eso no existe en la vida real. Todo depende de como se siente cada uno con lo que hace. Trato de hacer cada cosa lo mejor que puedo y eso significa siempre elegir”, afirma S.N.

La elección parece conllevar siempre un costo inevitable que confronta a la mujer consigo misma, con los deberes que la sociedad impone y con sus deseos de realizarse profesionalmente. Y habrá que enfrentar las consecuencias de una u otra elección. Muchas veces, incluso, las posibilidades sobre las cuales recae la decisión parecen verse representadas a través de la ley del  “todo o nada”, de acuerdo a lo que mencionan las sociólogas Sánchez, Rivera y López. Así mismo, observan en su estudio que ante la elección las mujeres habitualmente abandonan los aspectos relacionados a la esfera profesional, los cuales resultan más fáciles de “relegar”.

M.O.L., pediatra, confiesa: “preferí perder más como médica que como madre, pero siempre pierdes y una u otra decisión trae consecuencias que afrontar, por lo que tienes que poner las cosas en una balanza y decidir cuál deberá ser más importante y con más peso”.

 “Yo prioricé mi maternidad, estar con ellos y decidí renunciar más a la profesión. Tiene un costo, como médica no alcancé todo lo que hubiese podido pero no me arrepiento porque ser madre me llena de satisfacciones, que nada de lo que haga en mi carrera se puede comparar. El tiempo pasa tan rápido que no quisiera un día ya grandes mis hijos arrepentirme de no haberlos vivido, no haber estado con ellos”, reflexiona C.B.

M.M., pediatra, comenta: “es tan difícil partirse en dos, que a veces me pregunto si hago bien o mal en tratar de trabajar, tener guardias, salir de un lado ir a otro, sin que ellos noten nuestras ausencias. Se que lo que elegí me fascina, pero se que ser madre fue también una elección”

Al parecer, la elección va de la mano de la presión que ejerce el entorno en cuanto al rol social que se pretende que deba asumir la mujer: el de conducir la familia. Más aún -comentan Sánchez y colaboradores- ellas mismas han introducido esta idea dentro de su propia vida, ya que forma parte de su escala de valores “y ello les impide optar libremente cuando la disyuntiva surge en sus vidas”. Así, “se acomodan a las expectativas que los demás tienen sobre su elección y las convierten en las suyas propias. Parece como si el hecho de que los demás no consideren la importancia que puede tener su trabajo, contribuya a que ellas tampoco lo valoren”.

A.L.C., es especialista en medicina general y optó por equilibrar estos «deseos» y «deberes»: “Cuando tuve que decidir opte por equilibrar entre mis deseos personales y el deber de madre y esposa, actualmente por circunstancias especiales, en casa soy la que aporta monetariamente”(…)” Por los resultados que he obtenido, la importancia de la figura materna en el hogar es relevante y mientras podamos guiar a nuestros hijos poniendo límites, y generando responsabilidades según su edad, podemos seguir ejerciendo nuestra profesión sin temor y con toda nuestra fuerza”.

Deseos y deberes

Pero ¿cuáles son los deseos y cuáles los deberes?. ¿Asistimos a un cambio en esta escala de valores?. La respuesta pareciera ser sí. Progresivamente este panorama va cambiando. Ser madre comienza a dejar de ser un “deber” social. Las mujeres jóvenes comienzan a darle prioridad a la profesión en pos de la maternidad, como si ésta pasara de ser un eje central a un complemento vital. Esto explica hechos tales como que la concepción de los hijos comience a darse a una edad más tardía entre las mujeres profesionales. Incluso, en extremo, algunas mujeres optan por renunciar a la maternidad, debido a que el ser madre es considerado como un obstáculo a la hora del desarrollo o éxito profesional. Esto parece evidenciarse de manera explícita en estudios recientes que muestran las crecientes bajas en las tasas de natalidad en continentes como el europeo. Estas observaciones podrían ser claramente atribuibles a este cambio en el pensamiento del propio proyecto de vida femenino.

M.B.A.C, uruguaya, tomó la decisión de no ser madre: “Soy Pediatra y en mi consulta y vivir diario, veo y asisto niños con las más variadas dificultades y patologias relacionadas de algún modo u otro con la falta de "presencia" de los padres, fundamentalmente de la madre, porque trabaja o estudia. Entonces mi pregunta es: ¿en quien debemos de pensar? ¿en nosotras que queremos cumplir nuestro deseo de ser madres como sea? ¿porque la sociedad así lo manda de alguna manera o porque esta en los genes? ¿o en los niños y su salud mental y física?. Veo a diario a amigas y colegas como se dividen, disgregan y se sienten culpables por no poder cumplir con ambas responsabilidades. Es una tortura para todos. Elegí ser médico y no madre. Y la sociedad (nosotros mismos) pretende cobrártelo y como! Me dí cuenta que no se pueden hacer las cosas más importantes de nuestras vidas a medias, no es justo para ninguna de las partes involucradas y lo más importante, no veo buenos resultados”.

Ciertamente las mujeres serán juzgadas cruelmente por la sociedad ante una u otra decisión. Y como si se tratase de la fábula de «El molinero, su hijo y el asno», no existirá una forma posible de encontrar consenso en la conformidad. Alberdi, Escario y Matas, en su trabajo “las mujeres jóvenes en España”, a través de una cita de un texto de S. Hays denominado “Las contradicciones culturales de la maternidad”, grafican la situación: “Si una mujer permanece sin hijos voluntariamente, algunos dirán que es fría y que no se realiza como mujer. Si es una madre que trabaja demasiado en su empleo o carrera, algunos la acusaran de negligencia hacia sus hijos. Si no trabaja lo suficientemente duro, la situarán en el perfil de «mamá» y el avance de su carrera se verá frenado porque la dedicación a sus hijos interfiere con el trabajo. Y si se queda en el hogar con sus hijos, muchos la llamarán improductiva e inútil. En otras palabras, una mujer no puede nunca hacer lo correcto”.
Ximena Abrevaya

Apéndice:
Los comentarios de la escritoria María José Eyras sobre las opiniones del FORO IntraMed "Madres y médicas"

Creo que a las mujeres médicas, como a todas las mujeres profesionales, nos toca vivir un momento de transición. La familia ya no es la tradicional, con su clásica repartición de roles ( hombre proveedor, mujer ama de casa ) ni tampoco es la familia flexible que toma en cuenta los roles que la mujer ha sumado. De a poco, muy de a poco, algunos hombres están compartiendo tareas en la casa y la crianza, y comprendiendo que el reparto puede ser a veces injusto. Pero la mayoría aún lo espera todo de la mujer.
Entonces, las médicas madres, que además se enfrentan al ejercicio de una profesión  tradicionalmente masculina, y a modelos de eficiencia en el trabajo propios del varón ( apoyado por una mujer, como dije antes ), también participan de esta transición donde impera el desequilibrio. Para recuperar el equilibrio, las profesionales tenemos que revisar la presión de nuestras expectativas de desarrollo y trabajo. Y ajustarlas a la realidad de haber incluido hijos en nuestro proyecto vital. Para eso, es bueno no perder de vista la perspectiva del tiempo. Los años de crianza son muy importantes y no son tantos. Los hijos, una vez que dejan la escuela primaria ( doce años en Argentina ) requieren menos tiempo, salen a la vida y es poco lo que podemos agregar a su formación cuando son adolescentes y en plena y sana rebeldía, no quieren escuchar. Tal vez, esta sea la hora de los cursos de perfeccionamiento y no cuando nos reclaman dos hijos pequeños.
También, es positivo hablar a menudo con el padre de nuestros hijos, decirle con claridad qué necesitamos de él y cómo podría ayudarnos. Es decir, actualizar los pactos tácitos que responden a viejos modelos de familia, adaptarlos a la realidad de la mujer madre y profesional a la vez. Y luchar, en cada ámbito, por condiciones de trabajo más humanas, que incluyan la coyuntura de la maternidad, los hijos pequeños y la crianza ( licencias, guarderías en el lugar de trabajo, trabajos de medio tiempo, etc.).


Parte 2




¿Cómo equilibrar la maternidad con la profesión?
Esta es una pregunta que muchas mujeres se hacen. ¿Es posible hallar este equilibrio? ¿Cómo?.

 “Me pregunto como encontrar un equilibrio –acota M.M.- aun no encuentro la respuesta, lo único que trato es compartir, poco o mucho, pero compartir el tiempo que ellos y yo tenemos, y de no sentir culpas por lo que no hice o pude hacer, porque se que si yo amo mi profesión y soy feliz ellos también crecerán así”.

Estas culpas, según Alberdi y cols., provienen de la ambivalencia que se genera entre las situaciones que surgen de sus propias vivencias y ese modelo de maternidad interiorizado como ideal moral, en el que la mujer se entrega al cuidado y ayuda del prójimo, y que mayormente ha sido adoptado del modelo de sus propias madres.

Sin embargo algunas mujeres parecen haber encontrado una buena manera de sobrellevar esta situación.

“Todo depende de que esta primero, yo equilibro mi vida entre mis hijos y mis pacientes de una manera racional y creo llevarla bien”, afirma I.P.B., y prosigue: “El secreto es la concentración en cada momento, cuando soy medica lo hago a full, pero cuando soy madre presencial también lo hago a full, y nada ni nadie me distrae de mis quehaceres, tuve que poner muchos límites para ambas partes, pero hoy llevo una vida de médica desde hace 17 años muy intensa con muchos viajes al exterior inclusive, tengo 2 hijos maravillosos con quienes llevo una relación espectacular y soy muy feliz siendo medica y mamá. Y ellos también lo disfrutan. Si nací para eso, para ser médica y mamá ¿cómo no disfrutar ambas cosas?”.

L.M.F, coincide: “creo que es mejor una mamá satisfecha profesionalmente, (que cuando llega a casa está contenta, aunque cansada), que una mamá frustrada o malhumorada”.

Sin embargo, aún hay un largo camino por transitar. Hasta que no exista una real transformación de los valores, será difícil manejar la culpabilidad. “Las madres intentan buscar un equilibrio entre sus propios deseos y las exigencias de la crianza de niños, pero es todavía inaceptable socialmente que pongan sus propias necesidades por encima de las necesidades de los hijos. De alguna manera, sus argumentos siempre han de ser altruistas porque la presión cultural tiende a culpabilizarlas del aspecto que dejen más desatendido”.

No obstante, esta no es la única salida. Otras mujeres optan por un cambio en sus vidas que se sostenga desde el enfoque que se le otorga a la profesión.

M.O.L, sin renunciar a su deseo de ser médica eligió modificar el aspecto laboral como paliativo. “A mí me ha costado mucho entenderlo, al principio me negaba a hacerlo, quería ser feliz, en casa, en el Hospital, con mi esposo, socialmente y con mi familia, pero no lo era, creía que eso era lo que todos esperaban que hiciera, lo que debía hacer por haber dejado parte de mi vida estudiando y haciendo guardias para terminar la carrera, la especialidad y la subespecialidad que tengo en Neonatología, no podía entender por que no era feliz si la carrera que tenemos es hermosa, llena de satisfacciones y muy interesante.
Luego de llevar un duelo conmigo misma, me di cuenta de que había algo que me gustaba más, ser madre y pilar de una familia, y no podía hacerlo como yo quería, de hecho tampoco mi desempeño con neonatóloga era el óptimo pues siempre estaba de permiso, llegaba tarde, salía temprano, cambiaba guardias, etc. Finalmente decidí acercarme a eso que me llenaba tanto y disminuir mi ejercicio profesional a la medicina privada de consultorio para poder manejar mis horarios y no cubrir un horario fijo y limitante. No es fácil, he tenido que aprender mucho y sacrificar también mucho, pero creo que soy más feliz de esta manera que antes y eso es lo que me mantiene en pie y en búsqueda de más opciones dentro de mi especialidad que sean más compatibles con mi vida familiar”.

Madres en el consultorio, médicas en casa
En una esfera laboral en donde lo asistencial tiene un rol preponderante, el ser médica, exige además de conocimientos especializados, un “doble aporte emocional” cuando se suma al rol de madre. “Por definición, la asistencia se vuelve repetitiva y no tiene fin” menciona Kate Osborne en el libro “La mujer en el mundo del trabajo: perspectivas psicológicas y organizativas”.

No es de sorprender entonces que la incorporación del género femenino a las carreras de las ciencias de la salud, como la medicina, estuvieran directamente vinculadas a su rol como madres. De hecho, tal como menciona Alicia Palermo en su trabajo “Mujeres profesionales que ejercieron en Argentina durante el siglo XIX”, fue una suerte de alianza entre la familia y el estado durante ese período, en Latinoamérica, la que produjo que por un lado, las madres representando a las familias y, por otro, los expertos representando al estado, condujeran al camino en donde las mujeres se instruirían adquiriendo conocimientos médicos.

Tal como menciona Peter Gay, el impulso de las mujeres hacia la práctica de la medicina se dio de una forma natural debido a que las esposas y madres eran “las supervisoras de la salud y las enfermeras del hogar”.
De manera recíproca, al parecer, la maternidad le otorga cierto carácter especial al ejercicio de la medicina.

Existe cierta empatía ligada a la maternidad que está presente también en el acto médico. Rivero y Gómez lo denominan “maternización” del rol de médicas y está relacionado con una imposibilidad de separar lo que las médicas son como madres y lo que son como profesionales. Usualmente, tal como lo demuestran algunos testimonios, ambos roles se entremezclan.

M.A.G.A., ecuatoriana y pediatra, comenta: “Una de las cosas mas difíciles ha sido no perder la objetividad al examinar a mis hijas, el hacer un diagnóstico sin pensar en lo más complicado y raro en las enfermedades de mis hijas me resulto siempre muy difícil, por lo demás creo que me hice verdaderamente pediatra luego de tener a mis hijas, porque comprendí que una fiebre para una madre no es lo mismo que la fiebre para la doctora”.

M.P., ilustra también su caso: “soy pediatra hace más de 30 años y un día mi mamá que ya no está, me dijo ¿por qué los chicos que atendés se curan y los tuyos que los atiende otro no?, era cierto en esa época había muchísimas diferencias de criterios, entonces decidí que si yo podía atender a los otros chicos podría con los míos, obvio si hacia falta un especialista recurría a el , hoy tienen 30 26 25 y no me fue para nada mal, creo que todo se basa, además del curriculum, en un poquito de sentido común, y comparto cuando una tiene un hijo con fiebre, comprende mucho mas a las madres”

Naturalmente este hecho se hace aún más evidente en la orientación pediátrica probablemente por el tipo de pacientes que atienden, pero tal vez esté relacionado también con el hecho de que “la pediatría es una de las especialidades que, en el proceso de incorporación y segregación de las mujeres en la profesión médica, siempre se ha considerado como un espacio esencialmente femenino y ha sido más permeable a la incorporación de estereotipos y valores sociales considerados propios de mujeres”, acotan Rivera y Gómez.

“Yo no soy pediatra, pero como médica comparto que cuando una madre médica tiene a sus hijos enfermos es muy difícil mantener la objetividad para pensar como médica” afirma C.B., médica tocoginecóloga. “Siempre te planteas los peores diagnósticos o haces todo al revés de lo que harías si no estuviera el vínculo maternal con el pacientito. Por eso, opté por ponerme de un solo lado y cuando mis hijos enferman hago de mamá. Dejo que piense y decida el pediatra pero ojo, si me dice algo que no me cuadra, tengo la señal de alerta encendida como para buscar otra opinión, lo bueno de entender del tema es eso. Es verdad, después de ser mamá entendés mucho más a esas madres que alguna vez viste en una guardia, al igual que para nosotras las obstetras...después de parir tus propios hijos sentís más empatía con las pacientes durante sus partos”, enfatiza.
"¿Para qué querés hacer la residencia si tenés un marido que te mantenga?”
Las madres médicas, además enfrentan cuestiones que no escapan a las del resto de las profesionales. La desigualdad de género, la discriminación, la falta de una estructura laboral que contemple de una manera adecuada a la maternidad (y por qué no a la paternidad) como un hecho y un derecho, son asignaturas pendientes que deberían formar parte de un nuevo orden social en las políticas gubernamentales.

“Desde que las mujeres hemos crecido profesionalmente y laboralmente, el tema maternidad en países donde las licencias son breves, es un tema complejo”, sostiene L.M.F.

A.B.Z, especialista en medicina general, comenta: “algunas veces me sentí un poco decepcionada y sin ganas de seguir adelante, pero no por la familia ya que siempre me siento apoyada y valorada por mis hijos, sino por el medio en que nos movemos, sobre todos las que trabajamos en el sistema de salud público que es tan perverso y con poco reconocimiento de nuestros esfuerzos”, y prosigue: “de ser madre creo no haber perdido nada ya que son hijos excepcionales pero de ser médica si lo perdí ya que debí renunciar a muchas cosas sobre todo en formación y fui dejada de lado por mis propios colegas y jefes haciéndolo saber. Pero no me arrepiento. Trato de ser feliz con mis hijos”.

La cantidad de horas dedicadas en relación a la remuneración recibida, también entra en contradicción con el hecho de distribuir el tiempo entre la familia y el trabajo. “Sobre todo con los sueldos bajísimos y la necesidad de estar todo el día trabajando para poder subsistir dignamente. En Tucumán los sueldos de los médicos son, yo creo, los más bajos del país” relata S.P.C., médica argentina. También desde Argentina, A. P., tocoginecóloga, reafirma estos dichos: “nuestra profesión requiere de una dedicación constante para tener una buena formación y estar actualizada y además en nuestro país implica desplazarse por múltiples lugares para lograr tener a fin de mes un ingreso digno. ¿Entonces cómo compatibilizar la vida profesional y la de madre?”.

Una vez más surge la misma pregunta. Entre todos estos dilemas aparece también el problema de la discriminación. “En las entrevistas para la residencia se pone en evidencia –comenta A.P.-. Muchas pasamos por la horrible y desubicada pregunta ¿cuál es tu método anticonceptivo? O ¿para qué querés hacer la residencia si tenés un marido que te mantenga?”.

M.C.M. es jefa de terapia intensiva de una clínica privada y trabaja en dos hospitales más. “A pesar de todo esto manejo mi casa y mi servicio, a mi modo ver bastante bien, pero a veces no puedo evitar la culpa de no poderlo hacerlo mejor. Mi marido que es también médico me dice... vos genéticamente estás preparada para ser mujer, madre, esposa, amante, etc. ¿De donde sacan eso los hombres?. A veces pienso que me llevo el mundo por delante pero a veces me cuesta tanto avanzar...sobre todo en un mundo tan machista. ¿Cómo le explicas a tu jefe que hoy tu hijo tuvo fiebre o que no llegó la niñera?. Desde el día que comencé mi residencia me juré no ponerlos de excusa y así lo hice”.

Ni siquiera planificación familiar, con una llegada programada de los hijos, tampoco parece resultar una solución suficientemente satisfactoria. Nunca será el momento oportuno. “si es durante la residencia por lo que implica en cuanto a la formación y el ritmo agotador es casi incompatible con una vida de pareja, y mucho menos con la de madre (…) cuando llega el momento de la jefatura tampoco es adecuado y cuando todo acaba, menos, porque llega el momento de la inserción laboral... en fin... parece que todo confabula en contra de la maternidad y un desarrollo exitoso de la profesión”.


¿Sería tarea de las mujeres entonces pensar qué se debería cambiar?

M.V.H. especialista en medicina familiar afirma que los regímenes tales como la residencia juegan absolutamente en contra de la crianza. “También creo que la crianza juega en contra de la formación. Sin embargo, me parece que tanto la formación como la crianza nos aportan de alguna manera un crecimiento que, si sabemos aprovecharlo, no transformará en mejores médicas y mejores madres. Creo que sería bueno interpretar la vida médica como un proceso, entendiendo que el nacimiento de los hijos sin duda propondrá algún tipo de paréntesis en la carrera, pero, dado que cada vez más la medicina es una profesión de mujeres, tendríamos que encontrar una forma femenina de desarrollarla, una forma distinta, mas adaptada a nuestra doble función, evitando tratar de cumplir con los estándares habituales que son, sin duda, masculinos”, concluye.

Más allá de las decisiones y de los emprendimientos personales que puedan adoptar cada una de estas mujeres por sí mismas, y del pretendido y afamado “nuevo rol social” que adquiere el género femenino día a día en la esfera profesional, es evidente que no existe a la par un verdadero avance en las iniciativas sociales y en políticas adecuadas a la altura de las circunstancias y que sean capaces de sustentar estos cambios acompañándolos hacia una calidad de vida adecuada.

M.E.E, es médica hace más de treinta años, y suma un nuevo rol al de madre y médica: “durante toda mi vida he sido alternativamente  médica-mamá , y mamá-médica, y he disfrutado ..y también muchas veces sufrido esa doble condición. Las que amamos esta profesión apasionante sentimos que somos médicas siempre, y en todo momento, entonces como no agradecer cuando nuestros hijos crecen, y también inevitablemente como no contener la respiración y tratar de pensar con claridad, aunque ellos no sean nuestros pacientes ante una fiebre. Gracias a Dios mis hijos ya son grandes y estoy muy orgullosa de ellos . Tengo nietos..... y ahora muchas veces soy también medica-abuela y abuela-médica.....y espero, si Dios quiere, serlo mientras viva”.

Tal vez, una vez más, el cambio se deba engendrar a partir de estas mismas mujeres. Tal vez, sólo de ellas surgirá el devenir del impulso necesario para que se produzca el movimiento que definitivamente acompañe a un cambio que haría quizás un poco más justo y llevadero este doble rol de mamás y médicas…, y el de muchas otras madres más.
Por Ximena Abrevaya

Comentario:
La vida pasa por los Foros de IntraMed
Angustias, alegrías, sueños y perplejidades de la comunidad de la salud dejan sus huellas en ese bosque lleno de palabras. Usted podrá encontrar allí los rumores de la historia de tantos hombres y mujeres,  el testimonio vivo y contradictorio que sus existencias siembran en nuestro portal. Eso es bueno ya que señala que IntraMed se ha constituido en el espacio “natural” donde podemos decir lo que nos pasa, lo que sentimos. Pero también es una indicador acerca de dos fenómenos preocupantes: la imperiosa necesidad de hablar sobre nosotros mismos y la constatación de la escasez de espacios confiables donde hacerlo.
La vida de todos quienes trabajamos en el cuidado de la salud de otras personas impone muchas veces el costo de la propia. Los vínculos familiares, el autocuidado y el respeto por las necesidades individuales suelen verse vulnerados por profesiones tan absorbentes que producen una demanda que a menudo excede las posibilidades reales de quienes las ejercen. Entonces, lejos de percibir ese fenómeno, sentimos que el problema somos nosotros, que estamos por debajo de lo que se espera. La culpa, la frustración y la sensación de insuficiencia derivan al plano personal anomalías estructurales que son propias del sistema que nos incluye.
Las mujeres padecen estas situaciones en mayor grado que los hombres. Las resuelven, las superan a costa de sacrificios cotidianos y gracias al empecinamiento de género que les impide renunciar a lo que desean y que las ilumina para lograrlo. Nadie tiene derecho a plantear como una opción lo que decididamente no los es. La maternidad o la profesión no son escenarios excluyentes, al menos no deberían serlo. Convertir ese falso dilema en un asunto íntimo es encubrir la insoportable injusticia social que lo sustenta.
Es admirable lo que las colegas dicen en nuestro Foro. Es conmovedor comprobar en los textos lo que la vida diaria nos muestra en cada instante. Gracias por el coraje, por la manera sensata de ejercerlo y por la tozuda voluntad con que se oponen en los hechos a las falsas opciones y a la estúpida costumbre de declamar lo contrario de lo que en verdad se hace.

martes, 23 de octubre de 2012

5. Amor inacabable Legado.avi - flv

DE HOY EN ADELANTE , ASI SERA MI VIDA


A esta altura de mi vida, quizás deba hacer terapia, por esta
cuestión de que pertenecemos a la generación que tenía un mandato prolijo: debíamos ser, y así lo intentamos, los mejores hijos, los más estudiosos, los más trabajadores, casarnos, tener hijos, criarlos, educarlos, casarlos y cuidarle sus h

ijos (nuestros nietos).
Y ahora que ya hice casi todas esas cosas lo mejor que pude, no
siempre tengo ganas de hacer lo que no me gusta, ni de escuchar los problemas de los demás. A veces, me siento mejor cuando estoy solo, hacer mucho deporte, mirar películas y leer un libro.
Ya demostré, lo mejor posible, quien soy como persona. Lo que me queda de vida, intento que sea mío, disfrutándolo con lo que
tenga ganas: viajando, tomando café con amigos, haciendo lo que me hace bien, así sea estar sin hacer nada una semana, ¿Por qué no?
Me he dado cuenta que por más que los demás nos quieran mucho y seamos importantes para ellos, casi todos seguirán viviendo cuando no estemos. Por eso ya es tiempo de NUESTRO tiempo, y de dejar de rendir examen en tantos roles con que la vida nos puso a prueba.
No pienso dar más examen de nada con nadie, eso incluye a mi familia y a mis amigos. Nosotros ya estudiamos, criamos hijos, trabajamos, cuidamos padres, casi siempre estuvimos presentes cada vez que alguien nos necesitó ¿acaso después nos van a hacer un monumento donde diga: "a un luchador, un ser ejemplar y virtuoso"? Y si de casualidad lo hacen, ¡estaremos bajo tierra!
Somos una generación que rompió estereotipos, allanamos el camino a los que vinieron después.
Por librar tantas batallas en soledad, por distintas razones, hemos
sufrido tanto cada uno de nosotros. Por eso ya es hora de que empecemos a relajarnos y abrir nuestra cabeza, cuando tengamos ganas.
No saben lo bien que se siente desahogarse de viva voz, respirar
profundo en el parque Urquiza mirando el río.
¿Tendré que invertir en la terapia por sentir esto? ¿Vale hacerlo?
Seguro que sí, pero iremos distendidos a conversar con alguien que
sabe –quizás- más que nosotros.
Muchas veces me planteo qué rápido pasó la vida, distraído como
estaba, haciendo mil cosas, trabajando mucho para forjar un porvenir, no solo para mí, sino para nuestra familia.
También me pregunto ¿cuánto nos queda de vida? No lo sabemos, por suerte nadie lo sabe. Si alguien lo sabe no lo conozco personalmente y si existe un ser superior que lo sabe, no tenemos acceso a él. Sí, veo todos los días que amigos, conocidos y personas públicas se van yendo de esta tierra, varios de ellos –a mi juicio- antes de tiempo, cuando mucho tienen por hacer o no hacer.
¿Algo cambiará en quienes nos quieren, cuando nos vayamos? No, la vida seguirá igual en nuestra ausencia y de última dirán: “el viejo estaba un poco loco el último tiempo”.
Mis queridos amigos, cuídense, no se repriman. Aprendan a decir NO cuando quieran decir NO. Si es necesario, y siempre para bien de
nuestra salud mental, aprendan a mandar al diablo a la gente que no
sirve para nada (eso sí, con elegancia es mejor).
Ya es hora de discernir a quien le hace bien mi amistad, mi cariño, mi compañía, y quien me busca solo para llenar su aburrimiento o
descargar su neurosis.
La vida está llena de gente egoísta que solo se satisface a si misma
usando a los demás de distintas maneras y para diferentes propósitos.
Huyamos de esos émulos de vampiros que nos chupan la energía para seguir subsistiendo y juntémonos, cada vez que podamos, con aquellos que nos hacen reír.
Practiquemos nuestra merecida libertad, ya sea quedándonos en la cama todo un día, viendo por TV lo que se nos ocurra, o si quieren, leyendo revistas de todo tipo.
Qué placer caminar sin apuro ni rumbo fijo y detenernos en cualquier lugar que nos llame la atención.
Por favor visitemos más seguido a las amigos positivos, vayamos a lugares nuevos, escuchemos más música, también hacer teatro, bailar, cantar, aprender idiomas, jardinería, jugar al ajedrez, al dominó ¡lo que más nos guste! Todo sirve y es válido para hacernos sentir bien.
Lo que nos quede de vida que sea viviéndola cada día como queremos y en plenitud.
Y no se olviden queridos amigos, de tener una actitud plena y muy intensa en todas sus sensaciones y sentimientos hasta nuestro último día de vida…

domingo, 14 de octubre de 2012

Cuarto Milenio : Los que deciden cuándo morir

Historias sobrecogedoras que dan fe de un fenómeno que para muchos especialistas se produce desde los albores

ESPAÑA.-Cuarto Milenio ha recogido numerosos casos de personas que escogen el momento de su muerte.

Enfermos terminales, ancianos agonizantes que retrasan en horas, incluso días su fallecimiento para cuadrarlo con la llegada de un familiar cercano o para no coincidir con la muerte de otro paciente. 

Historias sobrecogedoras que dan fe de un fenómeno que para muchos especialistas se produce desde los albores.

¿Cuál es la explicación científica a este pequeño milagro? 

El psicólogo y Doctor en Farmacia, Mariano Betes de Toro, el Doctor en Antropología, José Luis Cardero y el psicólogo profesor de Psicobiología de la Universidad Complutense Manuel Martín Loeches darán las claves de este misterio.


La Felicidad según la Universidad de Harward.


Queridos Navegantes, la Felicidad está de moda, ¿a caso alguna vez dejo de estarlo?, pero hoy la ciencia se ocupa de ella, los ultimos estudios en neurociencia y psicología positiva, nos dan las claves.
Es la clase más popular de la Universidad de Harvard. Son muchos los estudiantes que quieren inscribirse en la materia que dicta el profesor Tal Ben-Shachar, quien enseña a sus alumnos cómo aprender a ser más felices.
  
Según Ben-Shachar, la clase de Psicología Positiva -que se centra en la felicidad, la autoestima y la motivación- le da a los estudiantes herramientas para conseguir el éxito y encarar la vida con más alegría. 
By Joaquín Villena




Algunas de las " píldoras " para la Felicidad que recomienda el profesor Tal Ben-Shachar:

 Cultivar el Cuerpo:
Pildora1
Practica algún ejercicio: (caminar, ir al gym, natación, etc.). Los expertos aseguran que hacer ejercicio es igual de bueno que tomar un antidepresivo para mejorar el ánimo, 30 minutos de ejercicio es el mejor antídoto contra la tristeza y el estrés.
Pildora 2
Desayuna: algunas personas se saltan el desayuno porque no tienen tiempo o porque no quieren engordar. Estudios demuestran que desayunar te ayuda a tener energía, pensar y desempeñar exitosamente tus actividades.

Lo que comes tiene un impacto importante en tu estado de ánimo.
 Comer algo ligero cada 3-4 horas mantiene los niveles de glucosa estables, no te saltes comidas. COME DE TODO! Varía tus alimentos
Pildora 3
Arréglate y siéntete atractivo(a)
El 41% de la gente dice que se sienten más felices cuando piensan que se ven bien. !Ponte guapo(a)!
“Hagamos un esfuerzo por lograr un balance en azul en nuestra cuenta de felicidad. No solo nuestro cuerpo nos lo va a agradecer. La buena vibra trae salud, pero al estar más positivos atraeremos también mayor bienestar a nuestras vidas”

  
Gestión Emocional:

Píldora 3
Agradece a la vida todo lo bueno que tienes: Escribe en un papel 10 cosas que tienes en tu vida que te dan felicidad. Cuando hacemos una lista de gratitud nos obligamos a enfocarnos en cosas buenas.
Píldora 4
Sé asertivo: pide lo que quieras y di lo que piensas. Está demostrado que ser asertivo ayuda a mejorar tu autoestima. Ser dejado y aguantar en silencio todo lo que te digan y hagan, genera tristeza y desesperanza.
Píldora 5
Gasta tu dinero en EXPERIENCIAS no en cosas: Un estudio descubrió que el 75% de personas se sentían más felices cuando invertían su dinero en viajes, cursos y clases; mientras que sólo el 34% dijo sentirse más feliz cuando compraba cosas.
 Píldora 6
Enfrenta tus retos: No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Estudios demuestran que cuanto más postergas algo que sabes que tienes que hacer, más ansiedad y tensión generas. Escribe pequeñas listas semanales de tareas a cumplir y cúmplelas.
Píldora 7
Pega recuerdos bonitos, frases y fotos de tus seres queridos por todos lados. Llena tu refrigerador, tu computadora, tu escritorio, tu cuarto. TU VIDA de recuerdos bonitos.
Píldora 8
Siempre saluda y sé amable con otras personas: Más de cien investigaciones afirman que sólo sonreír cambia el estado de ánimo.
Píldora 9
Escucha música: Está comprobado que escuchar música te despierta deseos de cantar y bailar, esto te va a alegrar la vida.
Píldora 10
Reconoce lo bueno en tí y en los demás.

Así como vamos las generaciones futuras no serán mucho más saludables que las actuales - Dr.Víctor Penchaszadeh


Al recorrer la lista de novedades en blogger, me topé con un artículo sumamente agradable así como esclarecedor. Al leerlo aclaré dudas, como me imagino muchos más podrían hacerlo al difundir el artículo por medio de mi blog.

Desde ya, agradezco a la calidad de artículos que postea el Querido Dr George.
Para salir de dudas y comprometernos más a la hora de hacer nuestros caminos sin buscar culpables en los GENES 100% del tiempo.
By @lbi Morales

"En el imaginario social, el ADN es una molécula mágica y todopoderosa" -

El doctor Víctor Penchaszadeh, (Ex Profesor de genética y salud pública de la Universidad de Columbia)  y actual Profesor en el Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de La Matanza, criticó la gran cantidad de artículos periodísticos sobre ciencia que otorgan a los genes un rol decisivo en conductas humanas que tienen sobre todo raíces sociales, culturales o históricas.
A menudo se escuchan comentarios o se leen notas que argumentan que la ideología, la criminalidad o la orientación sexual –entre otros rasgos– dependen de manera decisiva de los genes, excluyendo de este modo las causas históricas y los procesos sociales, culturales y económicos, entre otros, que dan lugar a esas características.
“Se ha sacralizado al ADN como una molécula mágica, todopoderosa”, afirmó el especialista quién además es miembro del Panel de Expertos en Genética Humana de la Organización Mundial de la Salud.
¿Por qué aparecen tantas notas en los medios sobre características comportamentales y sociales como producto de los genes?
Actualmente existe una tendencia a “explicar” la diversidad humana como producto de los genes. Esto incluye los procesos de salud-enfermedad (por ejemplo, susceptibilidad a enfermedades tales como cáncer, arteriosclerosis coronaria, diabetes, obesidad y afecciones mentales) y características de la conducta (agresividad, timidez, “tendencia a correr riesgos”, orientación sexual, entre otras).
Estas explicaciones reduccionistas ocurren en terreno abonado por la “sacralización” del ADN como molécula mágica todopoderosa, cosa que se ha asentado en el imaginario social. Esta asociación es una verdad a medias, lo que indica que es una falacia, y las razones de su popularidad son muy complejas: tienen que ver principalmente con el desconocimiento de estas cuestiones por parte de la población, y también con los factores económicos que se benefician con estas pseudo-explicaciones.
¿A qué tipo de factores económicos se refiere?
1) Por un lado, la industria farmacéutica, que piensa que por la vía de la genómica podrá producir y poner en el mercado nuevos fármacos para “controlar” esas enfermedades y “conductas anómalas”. 2) Otra es la industria de las pruebas genéticas “predictivas”, que busca convertir a la población sana en “enfermos que todavía no saben que están (o estarán) enfermos”, y convertirlos en consumidores de estilos de vida y fármacos que supuestamente reducirán su riesgo de enfermarse, sin base científica alguna.
3) En tercer lugar, la industria de los seguros médicos, que imagina encontrar en las pruebas genéticas maneras de “probar” que las enfermedades de sus asegurados (y que no quieren cubrir) son “preexistentes” por su condición genética.
4) También juegan los factores de poder político-económico, para quienes resulta más atractivo atribuir problemas sociales como los de la salud mental o la criminalidad a factores biológicos “genéticos”, a pesar que está absolutamente comprobado que están causados por determinantes sociales.
5) Y por último, los grandes medios de comunicación que son funcionales a las estructuras de poder político y económico.
Todos estos factores confluyen en responsabilizar a los individuos por su salud o sus “desviaciones” de conducta, y no a los modos disfuncionales de organización social y económica.
¿Quiénes se perjudican con el determinismo genético?
Toda la población, que está siendo engañada en cuanto a las causas de sus males, ya sean cáncer, obesidad, demencia o problemas de conducta.
Se le hace creer que su salud y enfermedad son producto de su biología individual y no de un sistema social, cultural y económico muy enfermante.
Se le niega o se le aumenta las primas de seguros médicos por enfermedades “preexistentes”.
Se la transforma en consumidora de tecnologías de dudosa o ninguna validez, eficacia y seguridad para “controlar” o “prevenir” males potenciales que pueden no ocurrirles nunca.
Estos enfoques reduccionistas, además, contribuyen a acrecentar la brecha de desigualdad e inequidad al aumentar los costos de la atención médica y al promover usos fútiles (inútiles) de la misma.
¿Por qué en muchos textos se dice que el ADN da órdenes o instrucciones?
Esto es parte de las metáforas que suelen acompañar al discurso científico en todas las disciplinas. Quizá la “madre” de las metáforas, sobre la cual se asienta toda la doctrina de la ciencia moderna, sea “el mundo como máquina” introducida por Descartes, y que tantos sesgos ha causado a nuestro conocimiento de la naturaleza.
Si bien no es fácil prescindir de las metáforas en el discurso y la práctica científica, el problema ocurre cuando se confunde la metáfora con el fenómeno real de interés.
La metáfora del ADN como una molécula que da “órdenes” o “instrucciones” a células y organismos perdura a pesar de que explica poco de la realidad, dado que es funcional a una concepción mecanicista de la vida centrada en la biología individual (mal entendida, por cierto).
Esa perspectiva soslaya la inclusión de factores medioambientales y sociales, que si bien son mucho más poderosos en su influencia sobre la salud y el bienestar de las personas, no son populares entre científicos, políticos y empresarios, pues exigen cuestionar el orden social y económico imperante y hacer algo para cambiarlo.
¿Qué promesas del Proyecto Genoma Humano (PGH) se han cumplido y cuáles no?
El objetivo del PGH fue secuenciar la totalidad del genoma del ser humano, y eso se cumplió en su casi totalidad.
Las “promesas” fueron parte de las campañas de relaciones públicas destinadas a convencer a los políticos y economistas de los países industrializados para que financiaran el proyecto (centenares de millones de dólares).
Entre esas promesas, se dijo, sin evidencias que lo sustentaran, que el conocimiento del genoma era fundamental para prevenir y curar enfermedades. Y que esas curas estaban a la vuelta de la esquina. La realidad es que a más de 10 años de finalizado el PGH, la salud de la gente no ha cambiado mucho con respecto a la situación previa.
¿La situación puede cambiar en el futuro?
La investigación genómica recién comienza y es imposible hacer predicciones con respecto a su efecto potencial sobre la salud y el bienestar de las personas. Lo que no cabe duda es que, a menos que se tomen en cuenta seriamente los determinantes sociales y ambientales de salud-enfermedad, las próximas generaciones no serán mucho más saludables que la actual.

jueves, 4 de octubre de 2012

Frases para pensar 3

Recuérdenme


 RECUÉRDENME
 Recuérdenme si me marcho
Con ese callado modo
De andarse por la inocencia
Que les conozco, que les conozco
 Recuérdenme, hijitos míos
Recuérdenme en el asombro
Recuérdenme en la alegría
Conque vivimos después de todo
 Recuérdenme en las menudas
Palabras conque los nombro
Y acaso en la transparencia
De lo celeste que fue tan hondo
 No quiero que me recuerden
En nada que sea penoso,
La vida es una tremenda
Esperanza abierta frente a los ojos
 Recuérdenme en esa nana
Que siempre sonaba a poco
Recuérdenme en las caricias
Y en los enojos, en los enojos
 Acaso no pude amarlos
Mejor, pero puse todo
Les pido que me disculpen
Lo desatenta que fui a mi modo
 A ser madre no se puede Jamás aprender del todo
Y ser hijo es tan difícil
Que casi siempre se duda el modo La vida se apura tanto
Y tanto nos dura poco Lo bueno es que se comprenda
Que nada debe intentarse solos
Los versos que aquí les canto
 No tienen más que un antojo
Pedirles que me recuerden
Cuando se miren unos a otros
 La vida es tan bella hijitos
Que hablar de la muerte es tonto
Recuérdenme en la alegría
Conque vivimos despues de todo

Amaba diseñar y, a la vez, lo consideraba frívolo. Una vez que superó ese conflicto fue contratada por grandes empresas, pero no se sentía plena. A su padre, hombre de negocios, lo había visto caer, luchar y levantarse otra vez. Aprendió. Creó su marca, hoy la crítica la considera la creadora más audaz
Pocos lo saben: en los 90, Sumy Kujón diseñó camisetas para Cristal y la U. Fichada entonces por la transnacional Umbro, a ella jamás le interesó el fútbol. Hoy, reconocida entre las grandes, un vestido de fiesta suyo puede costar 800 dólares. Consciente de que cientos sueñan vestir sus creaciones pero no están en condiciones de pagar tanto, está por lanzar una nueva marca. ¿Cómo comenzó todo? Sumy se dedica a hacer lo que siempre soñó. Ya estaba casada cuando lanzó la marca que lleva su nombre. Entonces vivía en un departamento con dos cuartos, uno lo convirtió en su estudio.
Fue su papá quien la animó a ser diseñadora de modas.
Sí. Yo estudiaba diseño gráfico y me gustaba mucho lo que aprendía, pero no me visualizaba como diseñadora gráfica… Odiaba la idea de verme diseñando empaques o afiches.
Pero, ¿su papá conocía del mundo de la moda?
No, mi papá ha sido empresario toda su vida.
Entonces, ¿cómo entenderlo? No se suele vincular a un empresario con la estética ni con la sensibilidad.
Pero él está vinculado a su hija. Hay una conexión importante entre los dos, y yo le dije: “Bueno, papá, yo no quiero seguir estudiando diseño gráfico. No soy feliz haciéndolo”. Y me dijo: “Ok”. Yo no lo podía creer. Sentí que una mochila pesadísima se me caía, fue un alivio. Le dije que había pensado estudiar arte. “De ninguna manera”, me dijo. En realidad, no me lo dijo así; él nunca ha sido muy recto –recta ha sido mi mamá (ríe)-, él siempre ha sido muy dócil conmigo.
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Ustedes son tres y usted es la última y la única mujer. Es su engreída.
Exacto. Y él tenía razón, porque yo desde muy pequeña armaba mis ‘outfit’ (conjunto de ropa), cambiaba cosas, le pedía a mi mamá que me cosa, me teja, me todo. Tenía un mundo visual interno bien creativo, solo que era un poco tímida. Y le dí la razón: “Siempre me ha gustado el diseño de modas, ¡pero tengo prejuicios!”.
Lo consideraba algo frívolo.
Sí, pues. Tenía 18 años y acá no había nada que se pareciera a diseño de modas (como carrera).
Pero a esa edad es común el gusto por lo frívolo.
Sí, pero…
Era fines de los 80. Entonces en Lima había una escena subte, postpunk, dark… ¿Usted pertenecía a ella?
Sí (ríe)… De hecho yo siempre he sido bien existencial. Y si bien soy vanidosa, me encanta la estética, el arte, lo bueno, lo bonito, lo hermoso, por otro lado desde jovencita siempre me he hecho muchas preguntas; y a esa edad, para mí era difícil porque en mi círculo todos eran creativos, todos eran artistas, y lo único que escuchaba era eso (que la moda es cosa de gente frívola). Yo no quería sumergirme en ese mundo, hasta que no recuerdo quién me dijo: “Si tú no lo eres, al hacerlo vas a reafirmar quién eres. ¡Elijas lo que elijas!”. Y lo que me dijo mi papá me cambió toda la perspectiva: “Si tú quieres ser artista, puedes serlo –y tendrás todo mi apoyo- pero serás una entre muchos; pero, si decides ser diseñadora de modas, tú vas a ser la mejor”.
No solo hizo eso, también se la llevó a la China.
Sí, coincidió que hicimos un viaje largo a China. Ahí no me dijo nada, solo me llevó…
Y le compró telas.
Me compró telas, tintes, cosas… Y ni bien llegué a Lima, le dije: “Ok, papá, ¿dónde puedo aprender patronaje?”. Entonces, me convenció; ¡y no se equivocó!
Por el lado de su madre, además, tiene una abuela que ha sido modista. Usted es una fusión perfecta.
De hecho, porque por parte de padre tengo tíos que han tenido fama en China como artistas, en Nueva York tengo un tío que prácticamente ha dedicado toda su vida a la moda. Yo creía que esas era mis únicas referencias, pero por parte de mamá tengo una abuela modista, a la que le encantan las telas, que hasta el día de hoy conserva sus figurines de moda antiguos, y me los va pasando, también me está pasando su colección de botones –porque yo colecciono sombreros de las distintas regiones del país, y también botones-; y yo creo que mi mamá, si hubiera tenido la oportunidad de estudiar en su época, hubiera sido una gran diseñadora de tejidos. Entonces, talento tengo por los dos lados.
¿La tranquilidad económica que tenía en casa ayudó a que se pudiera lanzar a hacer realidad lo que soñaba?
Cuando yo salí del colegio, mi papá ya tenía un plan para mí. Mi papá me iba a mandar al FIT de Nueva York, al Fashion Institute of Technology. Pero, imagínate: tenía 16 años, era tímida, existencial… Mi mamá me canceló el viaje cuatro veces en un año. Para ella no era una buena idea que me vaya. Le dijo que esperemos dos años, pero fue loquísimo: en dos años el negocio de mi papá se fue al tacho; y ya no había para pagar tres años en Nueva York. Entonces decidí estudiar diseño gráfico acá… Pero yo actúo bajo mi pasión. Yo tenía una necesidad de transmitir mi ideas, y sentí que lo hacía mejor con las telas, con la moda.
La crítica, precisamente, es eso lo que destaca en usted: su osadía.
Para mí, lo más valioso –cuando veo algo mío-, es que no tenga referencia con las pasarelas internacionales. La mía es una voz auténtica.
Hay muchos empresarios en su rubro a los que económicamente les va muy bien porque, precisamente, se dedican a eso: a ir por el mundo copiando lo que otros hacen.
La moda tiene diferentes niveles: la alta costura, el ‘pret a porte’ –que es lo que hago yo- y está la moda masiva, la más comercial. Y está bien, las tres están bien. En todo caso, cuando se trata de moda de autor, yo considero que esta debe tener una visión y una esencia mucho más auténtica.
¿Cuál es el beneficio de mantenerse en su línea?
Primero, que me siento contenta conmigo misma. La moda es un vehículo de expresión, y para mí es el más potente en el ser humano: tú ves a una persona y ya imaginas cómo es.
¿Qué siente cuando abre una revista, ve las páginas de sociales y ve a toda la gente vestida igualita?
Nada (ríe)… No siempre, hay algunos que marcan sus acentos con mi ropa (ríe más)… Lo que pasa, es que hasta el día de hoy la moda comercial –porque esa es la que compran- es americana al 100% (de Estados Unidos), y los americanos nunca han tenido buen gusto. Salvo en Nueva York.
¿Qué irónico, no? Porque si bien es la moda más comercial, quienes aparecen en esas páginas es –se supone- la gente más pudiente de Lima.
Pero es la que menos riesgos asume con su estética.
¿Por qué? 
Porque van hacia lo establecido. Pero ahora hay una onda de chiquillos muy bacán, que no hubo en mucho tiempo. Los siento muy libres, son mucho más arriesgados. Mi hija está en un colegio donde todos van con ropa de calle y, cuando paso por el patio de secundaria, digo: “Yo acá hubiera sido feliz”.
Cada vez son más los que tienen menos miedo a mostrarse tal cual son.
Exacto.
Con usted pasa algo parecido que con Phatom Music: en un país donde abunda la piratería musical, ellos apostaron por los pocos que compran discos originales. Usted también apunta a las pocas que quieren arriesgar.
De hecho, y la nueva línea que estoy por lanzar (en un par de meses) apunta a ello, porque el público que viene y consume mi ropa, en proporción a Lima, es pequeñísimo; pero yo sé que hay gente a la que le encanta mi estilo pero que no puede pagar 800 o mil dólares por un vestido. Pensando en ellas –sin que llegue a ser masiva- es que lanzaré mi nueva marca.
En un inicio trabajó para importantes empresas diseñando modelos comerciales, ganaba muy bien. Animarse a crear su propia marca fue un riesgo.
Pero es parte de mi esencia, a mí me encanta el riesgo. A mí me encanta cambiar: si yo tengo la necesidad de cambiar algo, siento dudas, pero sé que es lo que tengo que hacer, lo hago.
Esa osadía la aprendió en casa.
Sí, mi papá es así.
Él a fines de los 80 quebró, pero se volvió a levantar. Hoy es representante de una marca agrícola china y asesora a una serie de empresas.
Exacto, eso es parte de nuestros genes.
Precisamente, su hija mayor tiene 9 años.
¡Ella creció con la marca!
Y ha mamado de su vocación por el riesgo, de haber alcanzado el éxito arriesgándose a ser quien en realidad es. ¿Cómo la ve a ella?
Ella va a ser una mujer alucinantemente creativa, y no porque sea mi hija. Ella es bien madura, conoce mi historia, yo le he cambiado los pañales en medio de las telas, de las modistas… Yo siempre le digo que el cielo es el límite, eso hay que tenerlo claro. Además, quien tiene este talento puede ayudar a las personas, porque si bien hay gente que dice que la moda es banal, hay sociólogos y psicólogos de la moda que afirman que esto ayuda al ser humano a estar mejor; y ella lo asume bien. Dice que va a ser arquitecta, yo sé que lo que haga lo va a hacer bien.
Su abuela tiene 95 años. Ella era modista, usted es una reconocida diseñadora. Ella debe morir por usted.
¡Ah, sí! Totalmente.
A fines de los 80, a la generación subte le importaba muy poco lo que pudieran pensar sus padres. Hoy, usted qué cree que ellos sienten respecto a su desarrollo.
Yo creo que dirán: “¡Qué bien que se encarriló!”, porque si bien era tímida, también era rebelde. Ahora creo que se sienten bien porque, además de ser una mujer que además de tener su hogar, y sus hijas, y todo, saben que me apasiona lo que hago. Esto es lo que sé hacer y lo que siempre haré, ¿me entiendes?
FICHA
Nombre: Sumy Kujón Arévalo.
Colegio: Juan XXIII.
Estudios: Hizo dos años de Diseño Gráfico en el Toulouse Lautrec. Diseñadora de modas y empresaria autodidacta.
Edad: 38 años.
Cargo: Propietaria, diseñadora y gerenta general de Sumy Kujón.
Sumy Kujón
Sumy lanzó su marca el 2000 tras haberse iniciado el 94 diseñando vestuario de danza y teatro. Sus vestidos de novia cuestan US$3.000 en promedio.
Crecimiento
El 2009 participó en el Paris Fashion Week. Tras exportar a Japón con la marca Muñeca by Sumy Kujon, en dos meses lanzará una marca nueva.