miércoles, 25 de enero de 2012

La Sonrisa y la madurez


En  cierta ocasión, un grupo de profesores norteamericanos le pidieron a la Madre Teresa de Calcuta que les aconsejara algo que realmente pudiera ayudarles en la vida y ella se limitó a contestar...SONRIAN.
El sentido del humor no es la simpleza por la que se ríe de la nada, ni tampoco la carcajada superficial que evade un realidad.  No es el chiste vulgar o grosero, tampoco la burla, menos la ironía que enmascara la agresión.
A veces nos olvidamos de que somos personas capaces de tener un buen sentido del humor porque nos enfrascamos en el agobio y la tensión diaria sólo para adquirir el máximo beneficio económico en el que la prisa y el cansancio alteran nuestro estado de ánimo irritándolo o deprimiéndolo sin darnos tiempo de encontrar un humor que nos concilie con los demás.
Es interesante observar como el sentido del humor aparece en la vida de las personas sanas mentalmente, en las inteligentes, en las que aman.
Si a lo largo de la vida se aprende a atesorar las experiencias bellas, tiernas, interesantes o enriquecedoras; el humor puede adquirir una solidez difícil de lesionar ante los hechos desagradables o dolorosos y obtener un control personal que nos revitalice para el futuro.
Hacer presentes las experiencias felices, recordándolas, comentándolas, repitiéndolas, de alguna forma revivirán el buen humor que las acompañó, consolidándolo como una característica personal, un estilo de
vida que condiciona positivamente las experiencias siguientes para estar alegre aunque las cosas no vayan del todo bien.
Aprendamos el arte del buen carácter y ejercitemos más nuestra sonrisa sincera con quienes nos rodean, lo cual construirá un circulo virtuoso y contagiante a nuestro alrededor. ¡SONRIE!

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