domingo, 14 de abril de 2013

PSICONEUROINMUNOLOGÍA DEL LIDERAZGO

Dr. Jorge Santiago Recientes estudios en el campo de la Psiconeuroinmunología Organizacional han encontrado una vinculación entre elevadas jerarquias de liderazgo, con bajos niveles de cortisol, estrés y ansiedad en comparación no lideres. Entre los lideres estudiados, quienes tenían posiciones mas altas presentaban menos estrés. Estos hallazgos contradicen la creencia generalizada que las mayores responsabilidades que implican una mayor jerarquía, se encuentran relacionadas a mas estrés. Los responsables del estudio interpretan estos hallazgos con que los lideres estudiados presentaban una mayor sensación de control, el cual es un amortiguador del estrés. Siendo quizá esta variable la que explique las porque algunos individuos con puestos jerárquicos elevados presenten mayor o menores niveles de estrés. "Leadership is associated with lower levels of stress" (2012) http://www.pnas.org/content/109/44/17903.full Otros estudios sobre jerarquia social realizados por Sapolsky en primates, en el cual se midieron variables como las hormonas del estrés, inmunológicas, cardiovasculares, reproductivas, neurobiológicas, muestran la elevada relación que existe entre la posición social con estas variables neuroinmunoendocrinas y con la salud en general. Cuando la posición jerárquica elevada es estable, los niveles de estrés son menores a cuando la posición peligra por la competencia u otras amenazas. "The Influence of Social Hierarchy on Primate Health" (2005)http://www.sciencemag.org/content/308/5722/648.full El ambiente social y el contexto en el cual vive el individuo influye inclusive hasta en la regulación genética, en el siguiente estudio se encontró como el contexto social modula a través de metilaciones epigenéticas la regulación genética inmunológica. "Social environment is associated with gene regulatory variation in the rhesus macaque immune system" (2012) http://www.pnas.org/content/109/17/6490.full Estos estudios muestran como la Psiconeuroinmunología se está abriendo a nuevos campos de acción, con aplicaciones a nivel organizacional, basado en el estudio de como influyen las condiciones jerárquicas y laborales en las variables psiconeuroinmunoendócrinas y en consecuencia en la salud en general. Fuene: http://psiconeuroinmunologiaonline.blogspot.com/2013/04/psiconeuroinmunologia-del-liderazgo.html

viernes, 12 de abril de 2013

Le pedí a Dios un deseo.




Le pedí a Dios un deseo.
Le pedí conocer personas que marcaran mi vida de manera positiva, que me enseñaran y ayudaran a interpretar las vicisitudes de la vida que yo quizá no veía o no aceptaba que allí se encontraban.
Dios me entregó seres humildes de buen corazón, poseedores  de defectos y virtudes que en ocasiones ellos mismos desconocían, con sombras y luces, con sonrisas y lágrimas, con dolores y alegrías, con historias…. Con huídas, con sentires y rebeldías…
Le pedí a Dios conocer seres humanos sencillos y Dios me ha entregado personas que al final  los sentí amigos….no los busqué perfectos…solo los busqué amigos
Dios me ha obsequiado un año más de vida, Dios me ha obsequiado la pureza de sentir a otros de sentir sus vidas como un libro con capítulos, con historias que yacían en un baúl de cementerio, en una llave que traía el secreto más hermoso del que yo desconocía.
Dios me ha obsequiado unos amigos siendo puentes en mi vida.
Derechos intelectuales: Albi Morales.

jueves, 7 de febrero de 2013

No Me Olvides Pelicula Completa. ALTA CALIDAD. Pelicula Romantica

¿Debe entrenarse la fuerza en RHCV?

¿Debe entrenarse la fuerza en RHCV?

¿Debe entrenarse la fuerza en RHCV?

Las sesiones de rehabilitación cardiovascular han ido modificando sus contenidosde manera categórica a lo largo de las últimas décadas. En un primer momento, las mismas consistían solamente en ejercicios de tipo aeróbico, como pedalear en bicicleta fija o caminar en cinta deslizante, todo a una muy baja intensidad por los temores y desconocimientos que se tenían sobre el tema. Luego las clases fueron sufrieron distintos cambios en los últimos tiempos, a causa del avance del conocimiento científico en el área, posibilitado de esta manera hacerlas mucho más dinámicas, entretenidas y ricas desde el aspecto motriz, lo que trajo como consecuencia un aumento en la adherencia al tratamiento.
Uno de los cambios que se puede mencionar a modo de ejemplo, fue el comienzo del entrenamiento de la aptitud muscular, que anteriormente estaba contraindicado. Por lo tanto, los cambios de paradigma y avances provocados por la ciencia del ejercicio en relación al conocimiento de las respuesta agudas y crónicas al entrenamiento de la fuerza en estas patologías, hicieron que hoy en día, sea uno de los pilares fundamentales e imprescindibles a la hora de programar el ejercicio en pacientes que se encuentran dentro de un programa de rehabilitación cardiovascular.
Por lo tanto, en la actualidad ningún profesional idóneo se plantea el interrogante sí se debe entrenar la fuerza o no como capacidad condicional en los seres humanos cualquiera fuera su edad (desde la niñez hasta la personas adultas mayores).
Algunas de las tantas adaptaciones que en el organismo se pueden lograr a través del desarrollo de está capacidad, pueden ser: disminución en la pérdida de la masa y función muscular, tejido óseo, disminución de la tensión arterial, de la frecuencia cardíaca, LDL, aumento del HDL, de la potencia muscular y de los niveles de fuerza máxima, aumento de los transportadores proteicos (GLUT4) de la glucosa, etc. Todas estas adaptaciones logradas por un lado, tienen efectos directos sobre la salud, por otro, sobre el aumento de la aptitud muscular, que es sumamente necesaria para las acciones de la vida cotidiana como pueden ser: el subir una escalera, correr un mueble, levantarse de una silla, alzar una bolsa de mandados, etc. La perdida de la capacidad del sistema neuromuscular para generar fuerza, también favorece el riesgo de caídas y resbalones, típicas de este grupo de población, aspecto que lleva a considerar su valoración con cada vez más necesidad e interés. (Izquierdo, Mikel; 2008).
Por último y a modo de reflexión, es de vital importancia para el tratamiento de las personas que sufren alguna enfermedad cardiovascular, que el profesional responsable de la planificación del ejercicio físico, sepa que el entrenamiento de la fuerza bien programado, planificado y periodizado es sumamente seguro y por lo cual debe incluirlos en los programas de rehabilitación cardiovascular. Las adaptaciones anteriormente mencionadas, no solamente mejorarán el pronostico de nuestrospacientes, sino que también le posibilitará vivenciar otros beneficios psico-sociales, que la fisiología del ejercicio muy pocas veces contempla por no ser cuantificables objetivamente, como es el aumento del autoestima, seguridad, confianza, bienestar general, mejora en la percepción a futuro, mayor independencia motriz, etc. todo esto traerá por ende, la mejora de algo totalmente subjetivo como es la “calidad de vida”, tratando con ello: “de darle vida a los años y no años a la vida”.
Prof. Esp. Santa María, Matías Agustín (U.N.L.P.)

domingo, 3 de febrero de 2013

El sentir de la vida. Despedir a un ser querido, un angel que ilumina el firmamento.

Lo que corresponde a un ciclo de la vida; donde cada ser humano es único, dotado de talentos, virtudes.
Tuve la dicha de tener de primita a una pequeñita preciosa, luchadora, quien con cada sonrisa entregaba amor, su lucha sin demostrar cansancio hacia una enfermedad... con fortaleza y valor, con tanta voluntad y dignidad.
Ella pequeñita, dejó la tierra y grandes enseñanzas a sus seres queridos y cercanos, además quien no era cercano se convertía en ello por la calidez y carísma que irradiaba ... entrándo profundamente en el sentir de pequeños, jóvenes, adultos y abuelitos, poseía un magnetísmo personal único, lleno de luz y vida.
Fabiana Monserrat, un angel especial.
Tuve el privilegio de ser parte de la homilía de despedida más bella, cargada de sensibilidad por parte del Querido Párroco: Emilio Grasso.
Es evidente que existen seres especiales, casi mágicos al sentir, que iluminan vidas, que entregan solo dicha, que entregan  tanto amor, haciendo nota que uno es "fuente incansable de amor, paz y vida"

                                                                                                                      Albi Morales
A continuación dejo la homilía de 

FABIANA, PEQUEÑA EUCARISTÍA EN MEDIO DE NOSOTROS
Homilía para su partida al cielo





Todos ustedes saben muy bien que casi nunca leo mis homilías. Me perdonen que esta vez lea algunas palabras que he pensado y madurado, desde el primer día que he visitado a Fabiana en su casa y he conocido a Sandra y a Juan.

 El cristianismo no es solo una doctrina y tampoco una ideología. El cristianismo es la persona misma de Jesucristo, el Dios hecho hombre, que sigue viviendo en medio de nosotros en la carne y en la sangre de quienes dan testimonio de Él.
Hoy, para mí, el cristianismo, en esta parroquia, tiene el rostro de Fabiana y está encarnado en el gran testimonio de amor, lleno de silencio y dignidad, escondido y sufrido, de Sandra y de Juan. El amor de Sandra y de Juan hacia Fabiana, el sufrimiento dulce y obediente hasta la muerte de Fabiana constituye el acontecimiento de la presencia de Cristo Jesús en medio de nosotros.
Nunca podré olvidar en mi vida la dulzura y el sufrimiento de Fabiana, cuando quiso venir a visitarme en la casa parroquial, y me entregó un don de su amor. En aquel momento, he comprendido y he visto que, en el amor de Sandra y en la dulzura paciente encaminada hacia la muerte de Fabiana, estaba presente Dios mismo en medio de nosotros.
No me pidan el porqué de este sufrimiento de una persona inocente, porque no tengo respuesta, y no hay respuesta. La única respuesta que podemos dar está en el arrodillarnos delante de Fabiana, pequeña Eucaristía en medio de nosotros, y adorar al mismo Dios que sigue haciéndose presente en los más débiles, en los más pequeños.
 El cuerpo es el instrumento, el símbolo, el sacramento del amor. Si amo, tengo que amar con todo el cuerpo; si creo, tengo que creer con todo el cuerpo.
El amor auténtico es el que ha sido crucificado. No es un juego el sufrimiento que nos pide el amor verdadero, pero la fe nos hace ver el bien, al Dios que se nos entrega en la cruz que nos da.
En este momento, no encuentro ejemplo más grande del que leo en las cartas de Emmanuel Mounier, uno de los más destacados filósofos franceses del siglo pasado, dirigidas a su esposa, sobre su hija gravemente enferma:
"¿Qué sentido tendría todo esto, si nuestra muchachita no fuese más que un pedazo de carne hundido no se sabe dónde, un poco de vida accidentada, y no esta blanca hostia que nos sobrepasa a todos, una infinitud de misterio y de amor que nos deslumbraría si lo viéramos cara a cara; si cada golpe más duro no fuera una nueva elevación, que es una nueva cuestión de amor cuando nuestro corazón empieza a estar acostumbrado y adaptado al golpe precedente? Oyes la pobre vocecita suplicante de todos los niños mártires del mundo y el pesar por haber perdido la infancia en el corazón de millones de hombres que nos preguntan como un pobre a la vera del camino: ‘Decidnos, vosotros que tenéis amor y las manos llenas de luz, ¿vosotros queréis dar también esto por nosotros? Si no hacemos más que sufrir -experimentar, aguantar, soportar- no resistiremos y fallaremos a lo que se nos ha pedido. De la mañana a la tarde, no pensemos en este mal como algo que se nos quita, sino como algo que damos para no desmerecer de este pequeño Cristo que está en medio de nosotros, para no dejarle solo en el trabajo con Cristo. No quisiera que perdiésemos estos días porque olvidáramos tomarlos por lo que son: días llenos de una gracia desconocida".
 El sufrimiento de Fabiana, de Sandra, de Juan, de toda su familia y sus amigos, todo esto está en la cruz de Jesús.
El cristianismo no es filosofía, ética, buena educación, razonamiento humano, doctrina de progreso, búsqueda de sentido, sino sobre todo el Cuerpo y la Sangre de Dios hecho hombre y entregado, para que los hombres puedan vivir. La Iglesia es Cuerpo de Jesús, como la Eucaristía, como María -modelo para cada uno de nosotros-, es carne donada a Dios para que Él pueda hablar con los hombres y ellos puedan entenderlo.
Hoy, en nuestra parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Ypacaraí, el cristianismo es el amor, el sufrimiento de Fabiana y el amor hecho carne y sangre de Sandra y de Juan, amor que hace presente a Cristo mismo en medio de nosotros.


P. Emilio Grasso

Fuente: http://es.missionerh.com/content/view/6356/91/

martes, 29 de enero de 2013

20 PARADOJAS DE LA VIDA


Las cosas no siempre son como parecen.

Estas 20 paradojas célebres contienen la esencia de grandes principios universales que si los tenemos presentes nos pueden reportar mucha paz y nos ayudan a enfocar la vida con más sabiduría y equilibrio.

Está claro que lo que el mundo necesita es “más Platón y menos Prozac”. Empecemos a aplicarlo:

1. Paradoja de los Sentimientos (y la Lógica): “El corazón tiene razones que la razón no entiende” (Pascal).

2. Paradoja de la Ceguera: “Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve con el corazón” (El Principito).

3. Paradoja de la Improvisación: “La mejor improvisación es la adecuadamente preparada”.

4. Paradoja de la Cultura: “La televisión es una fuente de cultura, cada vez que alguien la enciende me voy a la habitación de al lado a leer un libro” (Groucho Marx).

5. Paradoja de la Ayuda: “Si deseas que alguien te haga un trabajo pídeselo a quien esté ocupado; el que está sin hacer nada te dirá que no tiene tiempo”.

6. Paradoja del Dinero: “Era un hombre tan pobre, tan pobre, tan pobre, que lo único que tenía era dinero”.

7. Paradoja del Tiempo: “Vete despacio que tengo prisa”.

8. Paradoja de la Tecnología: “La tecnología nos acerca a los más lejanos y nos distancia de los más próximos” (Michele Norsa).

9. Paradoja del Sentido: “No llega antes el que va más rápido sino el que sabe a dónde va” (Séneca).

10. Paradoja de la Felicidad: “Mientras que objetivamente estamos mejor que nunca, subjetivamente nos encontramos profundamente insatisfechos” (José Antonio Marina).

11. Paradoja de la Sabiduría: “Quien sabe mucho, escucha; quien sabe poco, habla. Quien sabe mucho, pregunta; quien sabe poco, sentencia”.

12. Paradoja de la Generosidad: “Cuanto más damos, más recibimos”.

13. Paradoja del Conocimiento: “El hombre busca respuestas y encuentra preguntas”.

15. Paradoja de lo Cotidiano: “Lo más pequeño es lo más grande” .

16. Paradoja del Silencio: “El silencio es el grito más fuerte” (Shopenhauer).

17. Paradoja del Experto: “No hay nada peor que un experto para evitar el progreso en un campo”.

18. Paradoja de la Riqueza: “No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”.

19. Paradoja del Cariño: “Quien te quiere te hará sufrir”.

20. Paradoja del Disfrute: “Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos” (Shakespeare).
http://psicologosperu.blogspot.com/2011/11/20-paradojas-de-la-vida.html

EL SINDROME DE LA BELLA Y LA BESTIA O SINDROME DE ESTOCOLMO

La Bella y la Bestia es la primera película animada en ser nominada al Oscar a la mejor película, basada en el relato de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, cuenta la historia de como Bella decide tomar el lugar de su padre como prisionera en el castillo de la Bestia. Como todo buen monstruo, Bella se ve sometida casi constantemente a la personalidad bipolar de su captor, gradualmente ella logra romper ese duro exterior y poco a poco va descubriendo que Bestia es, en realidad, un sujeto decente que se preocupa por ella.

Su transición de bestia salvaje y abusiva a “buen chico” queda marcada cuando le regala a Bella una enorme y bella libreria:

Es simplemente un bello momento que deja a cualquier regalo que alguna chica haya recibido a la altura de un betún.

¿Cuál es el problema? se preguntaran, bueno, ¿Saben en cuál otro lugar pueden leer todo lo que quieran? en Prisión, que es específicamente donde Bella está, recuerden que ella esta siendo retenida en contra de su voluntad, Bella accedió a tomar el lugar de su padre como prisionera de Bestia, incluso podemos ver como trata de escapar mientras Bestia la persigue, y sí, al final le salva la vida, pero eso no cambie el hecho de que siga siendo su captor, y claro ahora me dirán que después de que colapsa Bella lo lleva de nuevo al castillo, cura sus heridas y promete a no abandonar nuevamente el castillo. El problema es que todo lo antes expuesto tienen total sentido si alguna vez haz oído sobre el Síndrome de Estocolmo.

Los rehenes, a fin de no perder el control, terminan enamorándose de las personas que los mantienen cautivos, hay cuatro etapas bien definidas del Síndrome de Estocolmo, y Bella pasa por cada una de ellas:

Etapa 1: Es el hecho de estar cautivo en sí. El rehén es mantenido por el miedo al dolor y/o muerte y aprende que la única manera de sobrevivir es ser obediente. Bella aprende esto de inmediato y va a su habitación sin luchar.

Etapa 2: Comprende el tratar de conocer a tu captor, para así evitar hacer cosas que puedan hacerlo enfadar lo que puede traer como consecuencia ser herido. Bella empieza a comprender los estados de animo de Bestia y aunque puede parecer que esta llegando a conocerlo como a un amigo, en realidad, no es más que su instinto de supervivencia diciéndole que debe andar con cuidado cerca de su monstruoso captor y así evitar ser hecha pedazos en uno de sus famosos ataques de ira.

Etapa 3: Es ver cualquier acto de bondad como una señal de que su captor es básicamente una buena persona, incluso si dicho acto de bondad es simplemente el no matarte. El acto de Bestia al regalarle la librería a Bella puede parecer maravilloso hasta que te das cuenta que la librería siempre estuvo allí, no es más que otra habitación del castillo, lo único que él tuvo que hacer fue abrir una puerta, así que en realidad no es tan diferente como si le hubiera “regalado” el baño, de todas formas para Bella es el mejor regalo que le han dado en toda su vida.

La etapa final, es cuando empiezas a ver a tu captor como un aliado y a las personas que intentan rescatarte como enemigos. Gaston(el sujeto que intenta rescatarla) es a todas cuentas un idiota, de eso no hay duda, pero el y su grupo sólo están intentando salvar a Bella de los crueles y monstruosos juegos mentales de su captor.

Fuente: http://www.zombirriondo.com/la-bella-la-bestia-y-el-sindrome-de-estocolmo/

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Se le llama Síndrome ”La bella y la bestia” a aquellas parejas donde ella si es una real princesita de Disney y el un feo a mas no poder. Creo que es una forma mas superficial de ver las cosas. Yo, le atribuyo otra descripción.

Para mi el Síndrome no es mas que una mujer normal enamorada o “Encantada” (sin dejar de lado el fabuloso mundo romántico y mágico de Disney) de un hombre que por una u otra razón (Que generalmente es una ‘Bruja’ que hizo de las suyas con el, y todo, porque no quiso hacer lo que a ella le apetecía.) se ha convertido realmente en una Bestia. Un hombre sin escrúpulos, tacto, delicadeza ni personalidad para enfrentar a una mujer.

Y peor, la mujer que generalmente cae frente a este tipo de personajes es terca, algo ruda y llevada a sus ideas, capaz de caer una y otra vez, de tropezar mil veces con la misma piedra pero aún así pensando que hay algo mas allá. Una mujer que es Bella por dentro, dejando de lado su físico, vive en las nubes y piensa en el buen corazón de la gente.

Es mejor seguir luchando con una bestia así?, o tratar de salvarse para otra guerra?.

Lamentablemente aún hay personas capaz de hacer daño sin pensar en las consecuencias o si lo hacen… hacen como si no hubieran. Pobres bestias que se enamoran de ellas.

Por qué estos hombres no son capaces de ver un poquito mas allá como lo hacen las bellas que los siguen?.

A veces me gustaría que un científico igual como el de La naranja Mecánica los tomara y abriera sus ojos con ganchos a ver si hace miran un poquito . Sé que es difícil pero no imposible.

Bestias: Si hay una mujer que está cerca de ustedes, aunque ustedes sean unos reales idiotas y sepan que lo son, mírenla con otros ojos, una capaz de creer que son tiernos cuando realmente no lo son no se ve todos los días, y menos, los aguantaran hasta la eternidad, dense una oportunidad.. puede ser la mujer de sus vidas.

Bellas: Si esas bestias no las toman en cuenta y ya sientan que son segundas.. dejen de mirarlos, tal vez no es mejor seguir y ellos si son unas reales bestias y no un pobre tipo “Encantado” por una bruja.

Fuente: http://suneiad.wordpress.com/2009/09/28/sindrome-la-bella-y-la-bestia/

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Es común ver a un chica linda, regia y (a veces) buena gente en compañía de un pata realmente feo o al menos poco agraciado. La típica pareja que te debería hacer pensar: ¿ Y que le vio esta a él? Pero normalmente no nos hacemos esa pregunta. En cambio, cuando la situación es al revés este cuestionamiento es infaltable y la situación es incisivamente analizada ¿Qué tan seguido vemos a una chica feita con un pata churrisimo y riquísimo? La verdad es que estos casos son muy raros, seguramente todos hemos visto alguno de estos, pero tal vez hasta nos podemos acordar de la cara de los involucrados por el shock y la rareza del caso. Este es el síndrome en acción. Siempre vemos bestias (que en estos casos esperamos en vano que se convierta en príncipes) acompañados de princesitas de disney, pero los que acompañan a las bestias femeninas son siempre sapos que no se convirtieron en príncipes. Y realmente no quiero que piensen que solo me interesa el físico, es al revés. Mi reclamo es por la falta de igualdad. Si ellos pueden estar con las lindas, las feitas con mucha personalidad también deberían poder estar con los príncipes azulados. Y es que al 90% de los hombres les importa solo el físico (por lo menos es lo primero que miran, lo que pesa más), se sobrevaloran y cuando saben que son lindos esta belleza les atrofia el cerebro. Por eso protesto contra este síndrome y pido igualdad. Hay dos opciones; o que la regla sea: cada uno con su igual, es decir que todos se metan con alguien de su misma calaña (aunque podría llegar a ser bastante aburrido y monótono), o que se haga un mix total de todos contra todos y que las hermanastras y brujas feas del mundo puedan tener relaciones amorosas con Brad Pitts, Georges Clooneys y diversos galanes Chollywoodenses.

Fuente: http://acaboelamor.blogspot.com/2008/06/el-sndrome-de-la-bella-y-la-bestia.html

http://www.psicologosperu.com/

WINNIE POOH: PERFIL PSICOLOGICO

Winnie the Pooh es hiperactivo, compulsivo y con tendencia a la obesidad

ESTUDIO DE PEDIATRAS CANADIENSES

Ottawa, ANSA
La conducta y los actos de Winnie the Pooh, Eeyeore (Igor), Tigger, Christopher Robin y todos los personajes nacidos de la pluma de AA Milne, según estudiosos de psicología infantil de la Dalhousie University de Halifax, Nueva Escocia, revelan estados depresivos y problemas en la capacidad de concentración, pero demuestran también la fragilidad de la naturaleza humana que no siempre es necesariamente un defecto.

"El mundo está lleno de gente maravillosa, a la que amamos a pesar de sus rarezas", señala Sarah Shea, del grupo de pediatras que publicó en el Canadian Medical Association Journal las conclusiones de un estudio sobre la psicología, por ejemplo, de Pooh.

Diario EL MUNDO. TORONTO (CANADA), EFE.- Winnie the Pooh, el osito que se ha convertido en uno de los iconos culturales de todo el mundo, no volverá a ser el mismo tras ser analizado por los pediatras más destacados de Canadá.

Para sorpresa de los padres que durante décadas han puesto en manos de sus hijos las, aparentemente, inocuas aventuras del osito Winnie, el burro Igor, el cerdo Puerquito (o Piglet) y el niño Christopher Robin, éstas encierran un problemático mundo psicológico propio de una pesadilla.

Winnie the Pooh sufre hiperactividad y falta de atención, es obsesivamente compulsivo, tiene tendencia a la obesidad y además podría desarrollar en el futuro el síndrome de Tourette, un trastorno neurológico que se caracteriza por tics y movimientos involuntarios, rápidos y repetidos.

Los médicos han recomendado que sea tratado con un medicamento llamado Ritalin.

Su compañero inseparable, Igor (o Eeyore), no sale mejor parado. Sufre una constante depresión a consecuencia de la amputación traumática de la cola, por lo que los doctores de la Universidad Dalhousie de Halifax recomiendan unas buenas dosis de Prozac y terapia.

El cerdo Piglet, al fin y al cabo mucho estudios señalan que estos animales son psicológicamente muy parecidos a los humanos, padece ansiedad generalizada fácilmente observable, dicen los doctores, por su propensión a ruborizarse y a balbucear.

Solución: Paroxetine, un medicamento para combatir la sensación de pánico.

Búho es disléxico y Kanga es una madre soltera y sobreprotectora que pone en riesgo el desarrollo de su hijo, Rito, quien corre riesgo de convertirse en un adolescente asocial. Esto es agravado por la influencia de Tigger, quien también tiene un Trastorno de Déficit de Atención con hiperactividad e impulsividad, por lo que se pone en riesgo constantemente. Conejo tiende a sobreestimarse y tiene la extraña creencia de que tiene muchas relaciones de amigos.

Finalmente, el muchachito Christopher Robin se enfrenta a una crisis de identidad sexual, le falta una adecuada supervisión paterna y es preocupante que pase tanto tiempo hablando con animales.

El estudio del equipo pediátrico de Halifax, por si alguien tenía dudas de su seriedad, se publicó en el último número del prestigioso 'Diario de la Asociación Médica Canadiense'.

Poco podía haber previsto el escritor canadiense Alan Alexander Milne cuando creó sus personajes en 1926 que un grupo de «modernos neurodesarrolladores» determinase «que éstas son, de hecho, historias de individuos altamente problemáticos, muchos de los cuales cumplen criterios (médicos) de una enfermedad».

Aunque ahora, con la perspectiva del tiempo, tampoco debería ser tan extraño que la obra de Milne esconda un enrevesado mundo paralelo. Al fin y al cabo, Winnie, el oso real en el que Milne se inspiró para crear su personaje, tuvo una desgraciada infancia y su vida estuvo marcada por una guerra mundial antes de su muerte en confinamiento forzoso en 1934.

Un cazador de Ontario (Canadá) mató a su madre en el verano de 1914 y lo vendió al teniente canadiense Harry Colebourn, destinado en Winnipeg (Manitoba) por una mísera cantidad de dinero. El destino de Winnie fue convertirse en la mascota de la Segunda Brigada de Infantería del Ejército canadiense, lejos de los bosques de Ontario, donde había nacido.

Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Brigada fue destinada al frente francés y Colebourn, a su paso por Londres, decidió que el campo de batalla no era lo mejor para un oso, así que lo dejó como préstamo en el zoológico de Londres.

Ahí se quedó para siempre Winnie, como lo llamaban afectuosamente los cuidadores del zoo, y ahí lo descubrió en 1924 la familia Milne: el padre, Alan Alexander, la madre, Daphne Milne, y el joven Christopher Robin, que había nacido en 1920.

Fuente:
http://psicologosperu.blogspot.com/2010/09/winnie-pooh-perfil-psicologico.html

sábado, 19 de enero de 2013

Adela - Dr. Daniel Flichtentrei (La verdad y otras mentiras))

Ayer por la mañana una ambulancia trajo a Adela a la guardia del hospital. La pierna derecha estaba inmóvil, la rodilla apuntando hacia fuera y el pie apoyado sobre su lado externo. No se quejaba. Le dije que tenía revisarla pero que lo haría con la mayor prudencia para evitarle un sufrimiento innecesario. Giró la cabeza pero no me dijo nada. Le pregunté si me había comprendido. Pensé que podría estar confusa o desorientada. Apenas me miró. Era una mujer delgada con la mandíbula prominente. Los ojos claros, tal vez azules. Las pupilas rodeadas por un arco senil amarillento. El cabello gris y la boca arrugada en las comisuras. Parecía estar pensando en algo alejado de lo que sucedía a su alrededor. Ausente. Mientras la examinaba Manuela me hizo señas para que me acercara. Quería decirme algo sin que ella pudiera escucharnos.
-              No quería venir al hospital. Se resistió mucho. Insultó, forcejeó hasta que lograron traerla.  La encontraron tirada en el piso abrazada a su esposo Nadie logró que él hablara más que dos o tres palabras. Parecía enfermo o algo así. La mujer no quería dejarlo solo y él no quiso acompañarlos.
Le hicimos radiografías y análisis. Tenía una fractura de cadera. Se decidió operarla algunas horas más tarde. Se lo dije, pero tampoco eso modificó su actitud.
-              Adela va a ser necesario operarla. Le vamos a dar anestesia general y no va a sentir nada. Quédese tranquila.
Me escuchó con indiferencia y volvió a concentrarse en sus pensamientos. De a ratos se frotaba el muslo con la palma de la mano como única señal de que sentía algún dolor. Nada de lo que le sucedía parecía importarle demasiado. La trasladaron a la sala de mujeres para prepararla  para la cirugía.
La sala tenía dos filas de quince camas distribuidas a lo largo de unos veinte metros. En el centro un par de escritorios de madera en muy mal estado repletos de papeles desordenados. Sobre un soporte, instalado en la pared a gran altura, había un televisor pequeño que mostraba escenas de un documental sobre ballenas. Una mujer tejía con una sola aguja. No miraba lo que hacía, movía los dedos automáticamente mientras el hilo abandonaba un ovillo blanco que se movía dando saltos como una marioneta sobre el piso.
Pasé varias veces cerca de Adela. Siempre estaba en la misma posición. Después de cenar fui a verla para hacerles los últimos controles antes de que la llevaran al quirófano. Busqué una silla pero todas estaban rotas. Me senté sobre el borde la cama. Olía a colonia de baño. Aún miraba al techo. Tenía los cabellos largos y blancos atados con un rodete sobre la nuca. Por delante el peinado era tenso. La frente despejada le agrandaba los ojos. Me palmeó las rodillas y sonrió al verme. Su actitud había cambiado.
 - Adela, ¿tiene ganas de hablar?
- Creo que va a ser la primera noche que paso fuera de mi casa en los últimos diez años doctor.
- ¿Sí? ¿Por qué?
- Nunca lo dejé solo a mi Pedro.
Hablaba como si nuestra conversación viniera desde tiempo atrás aunque era la primera vez que lo hacíamos. Me veía, pero no me escuchaba. Parecía querer contarme algo que consideraba que yo debía saber. O tal vez se lo estaba contando a sí misma en voz alta.
- Esa tarde doctorcito, no me la puedo sacar de la cabeza. Podría contarle cada detalle. La ropa que tenía puesta, las miradas entre el Pedro y yo cuando el Diego salió a la calle. “Andá, salí, hay algo para vos en la vereda, un regalo de tus viejos”. Caminó despacio, desconfiando. “Dale, dale, no seas cabezón” le decía el padre. Salió sin imaginar lo que iba a encontrar. Había soñado tanto con esa moto. Le pusimos Diego, por el Diego, ¿vió? Nació en Agosto del 86, poco después del Mundial y el padre se empecinó en que debía llamarse así. Mi esposo trabajó los fines de semana durante todo un año para juntar peso sobre peso. Había terminado el secundario, era buen alumno, trabajaba en un quiosco cuando salía del colegio. No hacía más que agradecernos lo poquito que le habíamos podido dar. Pero el Pedro insistía: “el pibe se lo merece Adela, se lo merece”. Y se la compró doctor. Estaba más feliz que el chico. Nunca lo había visto así, se lo juro.
Se encendía a medida que avanzaba en el relato. Hacía lo posible por levantar la espalda y acompañaba las palabras con movimientos de las manos. De a ratos me miraba para comprobar que le estaba prestando atención.
- Lo espiamos a través de la ventana. Los dos abrazados, no lo podíamos creer. Acarició la moto, así con la palma de la mano. Se daba vuelta y nos buscaba. Entró corriendo y nos abrazó. Lloró como cuando era un chico. Nos apretaba tanto que creí que no lo iba a aguantar. Si hasta hematomas me salieron al otro día. Unos manchones negros aquí en los brazos. El Pedro se soltó, le dio un beso y se fue al baño. Yo sé que él también se fue a llorar.
Le tomé la mano y se la apreté. Me pareció que tenía que detenerla para que llegara a la cirugía menos alterada. La historia que me estaba contando la llenaba de emociones. No supe qué hacer. Le acaricié la cabeza y le acomodé la almohada. Manuela apoyó su mano sobre mi hombro como una advertencia. Entonces comprendí que tenía que permitir que Adela hablara.
- Fue en el primer viaje. Se bañó, se puso la mejor ropa. Una campera nueva que la había regalado el padrino y las zapatillas que le compramos en Navidad. Cuando subió a la moto nos volvió a mirar por la ventana. Le hice señas de que se subiera el cierre, estaba fresco. Con el Pedro nos quedamos escuchando el ruido de la moto hasta que desapareció.
Se calló. Tal vez había hecho silencio para volver a escuchar el ruido de la moto alejándose por la calle hasta desaparecer.
-No serían ni las nueve de la noche doctorcito. El Pedro miraba las noticias en la televisión. Tocaron la puerta. Raro, ¿vió? Un sonido extraño, malo, muy malo. Yo supe que era una desgracia. No nos dijimos nada. El policía era gordo. Una especie de mono con uniforme. Me lo dijo así nomás. Como si se tratara de una noticia cualquiera. Rapidito. Yo no quería escucharlo, pero ya lo había dicho. Nos dejó un papelito arrugado con el teléfono y la dirección de la comisaría y se fue. El Pedro me tomó del brazo y me apretó. Pensé que se iba a desmayar. Lo acompañé al sillón y lo senté. Lo abracé. Nos quedamos quietitos sin saber qué hacer, qué decir.
Volvió a hacer una pausa. Le pedí que se tranquilice, que no era el mejor momento para recordar algo tan terrible.
- Cuando volvimos del cementerio llovía. El Pedro estaba sentado junto a la ventana y miraba hacia la vereda. Tuve miedo. “Sentate”, me dijo. “Mirá Adela, al pibe lo maté yo ¿sabés?  Tomalo con calma pero quiero que sepas que ahora me voy a matar. No voy a decírtelo otra vez.Lo voy a hacer” Y no lo dudé doctorcito. Yo sabía cuando el Pedro estaba decidido a hacer algo y cuando no.
Ya era de noche. Afuera todo seguía ajeno a lo que vivíamos dentro del hospital. Seguí el movimiento de los autos desde que aparecían hasta que ingresaban en un punto ciego más allá del rectángulo de la ventana. El relato de Adela no me daba tregua.
- No nos dijimos nada más doctor. Nunca. Sólo esas palabras y después un silencio que ya lleva diez años. Jamás pudo llorar, nunca. Yo sabía que no tenía que dejarlo solo ni por un minuto. Y no lo dejé. Nunca. Él se fue quedando quieto. Fue dejando de hablar. Nada le interesaba. Los canarios que criaba en el patio se fueron muriendo. Era lo que más le gustaba en el mundo pero ni siquiera le importó. Le daba de comer, lo bañaba, lo dormía. Lo llevaba a cobrar la jubilación y a hacer las compras. Lo sentaba en la cocina mientras preparaba el almuerzo o limpiaba la casa. Lo afeitaba y lo vestía. En Navidad armaba una mesa en el patio y nos sentábamos los dos solos. Cuando llegaban las doce le ponía una copa en la mano y lo obligaba a brindar. Entonces le pedía a Dios que no me lo quite doctor. Después empezó a caminar raro, con pasitos cortos. Se caía. A veces se levantaba de madrugada y se iba al patio. Se quedaba allí, muerto de frío. Yo lo espiaba desde la ventana de la cocina. Lo dejaba un rato y después le llevaba una frazada, lo cubría y me lo llevaba despacito de vuelta a la cama. Cada vez se movía con más dificultad. Se puso duro, como si fuera de piedra. Nunca, nunca lo dejé solo porque sabía lo que iba a pasar si yo me distraía. Cuando me caí de la escalera y sentí ese crujido de los huesos, lo agarré fuerte de la mano y lo obligué a que me arrastre hasta la cama. No lo quería soltar. Nos quedamos así agarrados toda lo noche. Me moría de dolor pero me lo aguanté.
El carro de la comida entró a la sala. El ruido metálico y el tintineo de los platos rebotando sobre las bandejas resultaba ensordecedor. La mucama distribuyó las raciones a cada paciente. El olor a sopa de zapallo y a pollo me hizo sentir náuseas.
- Cuando se hizo de día escuchamos los ruidos de los vecinos que se levantaban. Sonó el timbre, muchas veces. El teléfono. Otra vez el timbre. Pero no atendimos. Entonces escuchamos los golpes en la puerta de chapa. Ruido de patadas. Después apareció el muchacho de la casa de al lado, despeinado y muerto de miedo entrando en la pieza. Y al rato, usted ya sabe doctorcito, la ambulancia, la enfermera. Me arrancaron de al lado del Pedro. Les grité que no me lleven, que me dejen, que era importante, que no podía irme de casa. Les supliqué. Pero ni me escucharon.
Intenté consolarla pero yo estaba más conmovido que ella.
-              Quería contárselo doctor. Necesitaba que usted lo sepa antes de operarme. Tiene que hacer algo, por favor. Que alguien vaya a cuidar a mi Pedro. Prométamelo.
-             Quédese tranquila Adela. Ya mismo me voy a ocupar. Ahora descanse que dentro de un rato la vendrán a buscar para llevarla al quirófano.
Salí a buscar a alguien que pudiera ir hasta su casa y ocuparse de Pedro. Se había desatado una tormenta y empezaba a llover. La ambulancia no estaba disponible. Tuve que pedírselo a la guardia policial. No se interesaron demasiado pero mi insistencia logró que dispongan lo necesario para hacer una visita de comprobación. Les pedí que me avisen de inmediato cómo estaba Pedro para que su mujer pudiera operarse más tranquila. Mientras esperábamos noticias llegó la hora de llevar a Adela a cirugía. La encontré en una camilla frente a las puertas del quirófano. Le avisé que ya se estaban ocupando de su esposo y la acompañé mientras la operaban. Al cabo de algo más de dos horas salimos rumbo a la sala de recuperación. Ella aún estaba semidormida pero sin mayores complicaciones.
El policía me llamó por teléfono y me pidió que bajase a la sala de emergencias. No quiso explicarme los motivos. Lo encontré rodeado por mis compañeros conversando. Hacía gestos que ilustraban lo que decía pero que yo aún no lograba escuchar. Cuando estuve cerca se calló. Todos abrieron el círculo que formaban a su alrededor hasta dejarme solo frente a él.
-              Fuimos doctor. Nadie respondió al timbre. El vecino nos ayudó a entrar a través de los fondos de su casa. No encontramos a nadie.
El estampido de los truenos lo interrumpían a cada momento. Nos callábamos cuando veíamos el destello de un rayo y esperábamos a que lleguara el sonido. La lluvia golpeaba sobre el techo de chapa. Dos mucamas intentaban sacar el agua que inundaba los consultorios. Un hombre corría entre las ventanas tratando de cerrarlas para que no se golpeen con el viento. Justo antes de llegar a la última una ráfaga la empujó y el vidrio estalló en mil pedazos.  Llegaron los bomberos anticipándose al anegamiento de los sótanos del hospital. Empujaban una bomba sobre un soporte con ruedas para sacar el agua que inundaba el subsuelo apenas llovía desde hacía muchos años.
-              Lo buscamos por el barrio, pero no lo encontramos. No había una nota ni señales de que se hubiese llevado nada. Todo estaba en orden. Nos volvimos para hacer una denuncia por el paradero de ese hombre. Necesitábamos sus datos y una foto. Pensamos que su esposa nos los podría facilitar.
Manuela se acercó para decirme que habían encontrado a un anciano bajo la lluvia en la puerta del hospital. Pensó que podría ser Pedro pero el hombre no quería moverse y no hablaba ni una palabra. Fuimos juntos. Lo encontramos sobre uno de los bancos del parque de acceso al hospital. Estaba empapado, la ropa chorreaba agua y el cabello goteaba sobre su cara. Tenía un paquete envuelto en papel de diario aferrado con ambas manos.
Lo cubrimos con un paraguas e intentamos hablarle. Manuela lo tomó del brazo pero él se resistía a moverse. Quiso revisar el contenido del paquete a lo que también se negó. Forcejearon pero el hombre logró retenerlo. – Pedro, ¿usted es Pedro? Le dije casi a los gritos intentando superar el ruido del viento y la lluvia. El paraguas se desarmaba. Las gotas caían con tanta fuerza que parecían agujas clavándose en la piel. El hombre me miró. No se inmutaba ante el tumulto que la tormenta, nosotros y un grupo de curiosos armábamos alrededor suyo. – ¿Usted viene a ver a Adela? Le pregunté casi pegado a su oreja. Nada. Las personas que nos acompañaban comenzaron a aburrirse y se retiraron.
El viento sacudía las ramas de los árboles sobre nuestras cabezas. Desde algún lugar cayó una paloma. Luchaba contra el viento pero apenas se movía. Manuela se fue detrás de ella abandonándonos al chaparrón que había adquirido su mayor intensidad. El anciano parecía una estatua bajo el diluvio. Sentado sobre el banco, la espalda recta, las rodillas juntas, las manos sobre los muslos. No lograba identificar ninguna señal en su cara que me permitiera saber si el nombre de Adela le resultaba familiar. Parecía no tener gestos ni expresión.
Me senté a su lado chorreando agua por todos lados. Le pasé mi brazo sobre sus hombros. Apoyé una mano sobre su rodilla. –Pedro, soy el médico que atiende a Adela. Conozco la historia de Diego, su hijo. Ella me la contó.
La rodilla comenzó con un temblor que al principio no era visible pero que podía sentir en la palma de mi mano. El movimiento fue calentándose. Se hizo más frecuente y más amplio. El cuerpo concentró su energía en una actitud que anticipaba que se pondría de pie. Despacio, armando cada secuencia como si fuese independiente de la siguiente se enderezó hasta pararse. Yo también lo hice. Se había formado un charco enorme sobre el que estábamos parados. Supe que era Pedro. Abrió la boca que se le llenó de agua de inmediato. Dijo –“Diego, Diego…” Escupiendo gotitas al aire. Se tapó la cara con las dos manos y lloró. El paquete que sostenía cayó sobre un lago de barro chirle. Al abrirse se desparramó un camisón blanco con pequeñas flores rosadas y una toalla azul con los bordes desflecados. No podía verle los ojos pero sentí que lloraba con el cuerpo pese a la rigidez de sus movimientos. Nos iluminó el destello de un rayo y por un instante se hizo de día. El trueno llegó demorado. Lento, como los movimientos de Pedro al ponerse de pié. Manuela volvió con la paloma apretada entre las manos. Lo abracé y lo besé en la frente. –Llore Pedro, llore. Le dije sin habérmelo propuesto. Él también me abrazó. –Pedro, no se asuste, Adela está muy bien. Dio una especie de saltitos que no lograban moverlo pero que yo podía percibir en la tensión que le recorría las piernas. –No va a pasarle nada malo. En un par de días volverán los dos a casa. Apoyó su cabeza en mi hombro. Los dos emitíamos un vapor que se dispersaba a pocos centímetros de nuestros cuerpos. Sin dejar de llorar dijo Diego, muchas veces. Repitió ese nombre como una plegaria. Miró hacia el cielo que se desplomaba sobre nosotros. Juntó fuerzas hasta que una voz áspera y furiosa le salió desde la boca. Gritó. Como un animal salvaje protegido por el estruendo de la noche.