lunes, 12 de diciembre de 2011

“Disfrutamos de lo que tenemos o nada nos hace felices” Reflexiones de Gustavo Ekroth

Como terapeuta, el comentario “nada de lo que tengo me hace feliz” me resulta sumamente familiar. Obviamente esta “queja” de alguna manera se puede llegar a relacionar con sentimientos depresivos, angustia existencial, crisis de valores o situaciones de alto stress y preocupación entre otros factores. Pero debajo de la piel de este comentario, existen al menos cuatro duras realidades profundas, que conforman la raíz del problema.
La primera realidad es que si NADA nos hace felices, es simplemente porque no somos felices.
Cuando una persona es naturalmente alegre y feliz no necesita ningún motivo en particular para serlo igualmente cuando alguien es básicamente triste, depresivo, pesimista y negativo tampoco necesita ningún motivo en especial para sentirse infeliz. Asi, pues cuando alguien es, profundamente infeliz, aunque tenga breves momentos de alegría nada lo hará feliz, a la inversa cuando alguien es profundamente feliz aunque tenga momentos de tristeza nada lo hará infeliz.
El segundo concepto problemático implica la frase “Nada de lo que tengo me hace feliz” radica en la premisa falsa de que: El TENER determinada cosa o determinadas cosas nos dará la felicidad. Muchas veces vemos que las personas organizan su vida entorno a conseguir algo, una pareja, hijos, una profesión, un mejor nivel de vida, una casa afuera, etc. Pero generalmente observamos que luego de muchos esfuerzos cuando finalmente lo consiguen o bien ya no les interesa o ya no lo quieren porque les trae problemas o bien ya están corriendo detrás de otros proyectos cuya concreción mágicamente y supuestamente lograría la tan ansiada “calma” y felicidad. 
Cada ser humano persigue sus propias ilusiones y paraísos personales pero cuando logra estar allí muchas veces descubre para su sorpresa que llego el infierno y no precisamente el paraíso. 

La profesión no era lo que el se imagino, la pareja tiene mal carácter y la casa afuera se llena de personas “indeseables”. Las causas de este tipo de situación pueden ser: 
a) muchas veces no sabemos lo que realmente queremos,
b) no sabemos como disfrutar lo que tenemos y
c) ( la más probable de todas) un estado de infelicidad subyacente lleva a la persona a organizar y orientar su vida hacia los elementos negativos y oscuros de cualquier situación en lugar de enfocarse hacia el lado luminoso y positivo de cada cosa.
La tercera dura realidad que implica la “queja”, -Nada de lo que tengo me hace feliz- es que: Muy probablemente quien hace una afirmación de este tipo ha logrado muchas o muchísimas cosas de las que se propuso en la vida y se encuentra “saturado” del éxito, ya nada lo conmueve ya nada lo impresiona ya nada le interesa. Ese es el drama del éxito, cuando no se lo tiene parece importantísimo e indispensable para una vida feliz y cuando se lo alcanza resulta hueco, insulso y carente del sentido profundo de realización personal, que imaginábamos iba a tener.
El cuarto y último problema importante que subyace en la raíz de la declaración –Nada de lo que tengo me hace feliz- se relaciona con el concepto equivocado de que la felicidad es algo exterior y que por lo tanto si hacemos y logramos determinadas cosas en algún momento nos va a llegar desde afuera.  
La realidad es que la felicidad es un don interior con el que todos nacemos
Ningún niño nace infeliz sin embargo muchísimos adultos lo son. La felicidad es como un inagotable e indestructible tesoro interior que en los adultos suele estar cubierto de capas y capas de basura ( léase prejuicios, frustraciones, miedos, traumas, desengaños, odios, agresiones, etc.).

Fuente:
http://www.gustavoekroth.com/calidaddevida.htm

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