lunes, 17 de octubre de 2011

Hambrientos y alocados - Abog. Sebastián Acha

“Manténganse hambrientos, manténganse alocados”. Con esta frase cerró Steve Jobs su discurso en la graduación de la Universidad de Stanford en el año 2005 y cuyo registro en Youtube invade nuestros casilleros y nuestras cuentas de redes sociales. La tomó de una revista – “almanaque” – que a su vez la había mencionado en su última publicación.

Algunos medios de prensa asimilan la partida del fundador de Apple, Pixar y Next, a la pérdida de genios como Einstein y Edison. Y creo yo que no es para menos.

Steve Jobs, hijo adoptivo de un matrimonio de ascendencia armenia de clase media, no terminó una carrera universitaria. Se planteó mil veces la situación de seguir una carrera universitaria que no disfrutaba y una Universidad que no amaba. Tal situación le hizo cambiar en varias ocasiones de rumbo siguiendo una sola consigna: hacer lo que uno ama.

Decía él que estas cosas no se explican hacia el futuro, solo tienen sentido cuando uno mira atrás, y ve como el mundo había conspirado para ayudar al soñador puesto a trabajar.

A los 26 años ya era un multimillonario gracias a las ventas de las acciones de Apple en la bolsa. Fue tapa de la revista Times y ganó notoriedad como uno de los más importantes innovadores en el ámbito informático.

La pregunta principal para comprender la capacidad de Jobs es ¿cómo podía mantenerse vivo en un ambiente tan competitivo como el de la informática en la década del 80? Estaba lejos de ser el empresario más importante y mucho menos, el único emprendedor. Existían otras grandes compañías mucho más grandes y con mayor capital que su empresa que había empezado en el garaje de su casa.

La respuesta era sencilla: innovando. Haciendo de lo obvio algo menos obvio. Transformando su entorno en lo que su imaginación le invitaba a hacerlo. Inspirando a los demás a partir de imposibles y hacerlo con la naturalidad de que nada es inalcanzable.

“La muerte es el mejor estímulo para vivir” decía. “Nos invita a separa r lo viejo de lo nuevo y a tener la certeza de que no existiremos para siempre y a vivir cada día como si fuera el último”.

Repasando sus palabras, me pregunté desde el pasado 5 de octubre todos los días al levantarme si estaba dispuesto a vivir cada día como si fuera el último. Me sorprendió el miedo y la cobardía de enfrentar mis sueños y deseos como para realizarlos en el plazo de 24 horas. Me encontré con las excusas de siempre: “es difícil…”, “es imposible…”, “en Paraguay no se puede…”.

Estoy convencido que la mejor manera de enfrentar nuestros desafíos es viviendo cada día como si fuera el último. Estoy convencido de las dificultades que esto representa porque lo más duro es enfrentarnos a nuestros miedos al levantarnos cada mañana.

Jobs representa la genialidad puesta en práctica. El hacer sobre el querer. El salto al vacío con fe en las propias fuerzas del emprendedor. El triunfo sobre las excusas.

Sueño con un país lleno de Jobs. Es más, estoy seguro que hoy tenemos cientos de miles de Jobs en potencia. Estoy convencido que hoy hay cientos de miles de niños y niñas que esperan un pequeño empujón del destino aquí en el Paraguay. Tengo la certeza de esto. Lo he visto en todo el país. He conocido personas que han aprendido a leer y escribir con un teléfono celular. Conozco a niños que ayudan a sus familias trabajando todos los días reservando las noches para estudiar con los pocos libros con que cuentan. He conocido mujeres que sostienen a sus familias trabajando diez a doce horas por día.

Estoy obsesionado por construir un país del cual gente como Jobs estuviese orgulloso. Y el orgullo supone la realización personal por sobre las derrotas diarias. Por cada derrota que sufrimos todos los días hay una victoria que vive en nuestros valores y nuestra dignidad. A eso Jobs le llamaría el efecto del “amor”. Amar lo que uno hace. Hacer lo que uno ama. Seguir el camino del amor es quizás una de las enseñanzas más profundas que nos dejó este maravilloso genio. Y no creo que se trate de una cuestión lírica para un hombre que hizo una fortuna de más de 7.000 millones de dólares.

Amar lo que uno hace guarda relación con las convicciones que nos mueven. Nuestras convicciones son la puesta en marcha de nuestros principios. Estoy seguro que todos tenemos valores y principios. Estos valores y principios nos marcan el norte. Pero ponerlo en práctica requiere del convencimiento de dar pasos hacia lo desconocido.

El vencer el miedo a romper lo convencional es la clave para construir una nueva sociedad. Si Jobs hubiera sido paraguayo, hubiese transgredido con su entorno al punto de destruir las convicciones de quienes lo seguían con tal de no abandonar las propias.

Esos paraguayos necesitamos. Que mantengan el hambre de conocer, de innovar, de crear. Que mantengan la locura fresca de romper paradigmas, de ser diferentes, de superar el miedo. Están todos en las calles hoy. Salgamos a buscarlos y busquémoslos. Mantenerse hambriento y alocado supone una actitud de vida. Una forma de encarar los desafíos y construir una gran nación. Ese es mi sueño. Y al despertar, sigo con el desafío de conseguirlo…



Fuente: http://archivo.abc.com.py/blogs/post/1772/hambrientos-y-alocados-




Reflexión - Lic. Albi Morales
El artículo está basado en un gran discurso, con espiritu y cuerpo propio:
el deseo, los sueños, las ganas de realización personal, las oportunidades y las caidas, la trascendencia del ser a otro tiempo.
Este discurso lo conozco desde hace aproximadamente 2 años, pero parece mentira que cada vez que lo veo y escucho me hace ver y sentir nuevas enseñanzas... un discurso que llega al alma ayudándolo a florecer sacando los sueños del entrevero de la vida y redes neuronales hasta convertirlo de etéreo a real...tocando suelo, hacienco cimiento, hasta sentirlo realidad.
La vida me ha enseñado y sigue enseñando que las caídas son lecciones que aprender y que por más que desespere...la luz siempre llegará.
La vida me está enseñando sobre todo(aunque no posee manual)...que pueden existir miles de montañas...más bajas, angostas, con escalera, con ascensores, empinadas, rocosas, lisas deslizantes con sabia, angostas y altas...pero que para subir a ella cada ser humano posee su propia escalera y modo de hacerlo, una recomendación importante que me entregó la vida es que no debemos mirar ni apoyar nuestra escalera en montaña ajena...porque la nuestra es única, y nadie más tendrá una igual.

Viene a mi mente palabras de una persona muy apreciada para mi quien ha escrito que: cada evento, cada circunstancia o cada hecho de la vida puede tomarse sea como un nuevo problema, o como un nuevo desafío. Si lo tomamos como un problema, buscaremos culpables o culparnos e iremos hacia los caminos de la victimización, en cambio si lo tomamos como un nuevo desafío, buscaremos la forma de resolverlo, de enfrentarlo y de sacar elementos para nuestro crecimiento.


¡¡Sigamos adelante, bien despiertos, con entusiamo y ganas!!

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