miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Neurociencia de la Afectividad? - Dr. Roberto Rosler


¿Neurociencia de la Afectividad?

Dr. Roberto Rosler

Introducción:

En un camino conceptual paralelo a los pintores impresionistas y postimpresionistas de comienzos del siglo XX, que intentaban registrar y capturar el significado emocional del mundo, esta nueva rama de las Neurociencias intenta registrar y estudiar los procesos neuronales subyacentes a las experiencias y reacciones afectivas, que son los mecanismos esenciales en la génesis de las fuerzas emocionales básicas que compartimos con otros mamíferos.

Lo que intenta la Neurociencia de la Afectividad es, reteniendo el rigor científico de la neurofisiología clásica, volver a contactarse con las funciones biológicamente relevantes como lo son las emociones y los afectos.

Para comprender esta Neurobiología de nuestro “mundo interior” debemos observar que siempre han existido dos perspectivas de nuestro aparato mental. Una guiada por nuestros cinco sentidos aristotélicos hacia el mundo exterior. Pero existe otro “mundo” que nuestra mente “observa”, y que es vital para nuestra supervivencia, como lo es el de las vísceras. Estos procesos internos están representados en el Tronco Cerebral y monitorean un mundo de fluctuaciones (glucosa, sodio, temperatura, oxígeno, etc.) que son la esencia de nuestros impulsos motivacionales.


La posición clásica tanto de la Neurociencia como del Psicoanálisis es que no podemos experimentar en forma directa nuestros impulsos internos o nuestra vida mental.

Pero debemos recordar que tampoco podemos experimentar en forma directa los objetos del mundo externo. ¿A qué me refiero con esta afirmación? A que esta mesa marrón sobre la que estoy escribiendo puedo tocarla y mirarla pero no puedo conocer su “esencia”, como por ejemplo el hecho de que el “zumbido” de electrones alrededor del núcleo atómico significa que esta mesa aparentemente sólida consiste en su gran mayoría de espacio vacío o al hecho de que su apariencia marrón resulta de un conjunto de detectores en mi retina con un amalgama de tres clases distintas de radiación electromagnética que percibo como un color.

O sea que también con respecto al mundo externo estamos siempre restringidos por una especie de “filtro” que son nuestros órganos preceptúales. Para ser más perturbadora nuestra percepción de la “realidad”, la neurofisiología ha confirmado que nuestras percepciones no son una fotocopia de la realidad sino una mera abstracción de ella. Y esto se debe a que las sensaciones que nos producen los estímulos ambientales al “bombardear” nuestros sentidos no son solamente son “filtrados” por nuestros receptores sino que son también textualmente “violadas” por los diferentes mecanismos de procesamiento a todos los niveles de las vías aferentes desde los nervios periféricas hasta las cortezas asociativas (inhibición colateral, adaptación, control central, procesamiento en paralelo, magnificación, convergencia, divergencia, etc.). Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nuestra percepción es una versión editada, un “make up” de la realidad.

Debemos comprender que podemos percibir indirectamente nuestros impulsos internos a través de órganos sensoriales especiales dirigidos hacia nuestro mundo interior como lo son las emociones (ira, tristeza, miedo, etc.). Podemos entonces interpretar a nuestra afectividad como una percepción dirigida hacia nuestro interior que percibe nuestro mundo visceral. Mientras la Neurociencia observa al aparato mental con órganos sensoriales externos y ve un cerebro, cuando se observa el mismo aparato mental internamente, en su subjetividad, a través de otros órganos sensoriales aparece frente a nuestros ojos la mente.

Proceso de Encefalización: Un “menage a trois”.

Con fines didácticos podemos dividir a las estructuras cerebrales en un Cerebro dorsal, las estructuras subcorticales y un Cerebro ventral.

El Cerebro dorsal está compuesto por la Corteza Asociativa (parte del Neocortex que representa un “lujo” evolutivo de los mamíferos) en el que es importante destacar la presencia de la Corteza Preforntal (un “lujo” evolutivo de los primates). El Neocortex recibe aferencias principalmente a través del Tálamo que es una especie de “gran estación central” en la que hacen relevo prácticamente todas las vías que traen información al neocortex desde los receptores sensoriales[1], Médula, Cerebelo, Ganglios Basales, información de retroalimentación desde el mismo Neocortex, etc. La Corteza Asociativa está fundamentalmente asociada con los procesos cognitivos e influencia y es influenciada por las emociones pero no genera afectividad.

Las estructuras Subcorticales más importantes para nuestro tema son el Sistema Límbico, el Encéfalo Basal Anterior y los Ganglios Basales. Estas estructuras son filogenéticamente más antiguas y están relacionadas con los procesos emocionales.

El Cerebro Ventral está compuesto por el Tronco Cerebral y el Hipotálamo. Estas estructuras son un legado de los animales más antiguos del árbol filogenético y están relacionadas con los procesos homeostáticos que son aquellos mecanismos encargados de mantener estables los parámetros biológicos fundamentales para la supervivencia del organismo (glucosa, agua, sales, oxígeno, etc).

Vemos así que Sigmund Freud tuvo una intuición genial al decir que los humanos teníamos un museo de historia natural en nuestro Sistema Nervioso.

El acierto de esta afirmación se puede explicar fácilmente. Si tuviéramos que asignarle una tendencia política a nuestro Sistema Nervioso indudablemente sería la de un conservador ortodoxo y esto es porque nuestro Cerebro ha guardado celosamente todos aquellos sistemas neuronales que han sido capaces de aumentar las posibilidades de éxito en la supervivencia y la reproducción. O sea que nuestro cerebro contiene la historia neurobiológica de prácticamente todos nuestros ancestros primitivos. Así los circuitos relacionados con nuestras emociones no son muy distintos, ni cuanti ni cualitativamente, de los de un reptil. Es por esto que no debe sorprendernos que en ciertas ocasiones cuando presenciamos la conducta de un Homo Sapiens bajo el dominio de sus emociones tengamos la sensación de estar observando a un animal primitivo.

Es interesante destacar que, a diferencia del modernismo y postmodernismo (con su amor exagerado por todo lo que es nuevo), la evolución cerebral está basada en la integración de componentes arcaicos y nuevos. O sea que el progreso del cerebro humano está basado en intentar combinar lo antiguo y lo moderno mientras que muchos consideran que el progreso humano está basado exclusivamente en la eliminación de lo antiguo.

Resumiendo el proceso de encefalización progresa primero, en un período precoz de la filogenia, desde el Tronco Cerebral primitivo homeostático, que observa que las múltiples y complejas funciones somáticas permanezcan estables entre estrechos parámetros, hacia la emoción y finalmente hacia la cognición.

La gran mayoría de los circuitos emocionales están compuestos por un núcleo subcortical (como por ejemplo un núcleo del complejo amigdalino) y dos estructuras del cerebro dorsal (en general un núcleo del Hipotálamo y otro del Tronco Cerebral). Este “combo” neuroanatómico (una estructura límbica + dos estructuras dorsales) nos ayuda a comprender que las emociones son evolutivamente una extensión de las funciones homeostáticas que ayudan a mantenerlas ya que en la naturaleza es mucho más fácil conseguir comida si además de sentir hambre me enojo y me vuelvo agresivo.

La “explosión” neocortical y las funciones cognitivas también pueden entenderse como una extensión evolutiva de los sistemas emocionales que intenta sintonizar la conducta volitiva con los impulsos emocionales.

El Cerebro en definitiva está adaptativamente organizado para lograr la integración entre la homeostasis, la emoción y la cognición.

Un ejemplo de esta integración lo da la función de doble interface que tienen el Complejo Amigdalino y la Formación Hipocámpica. Ambas son estructuras límbicas claves que procesan experiencias actuando como interfaces tanto entre el Sistema Nervioso Autónomo (nuestro mundo visceral inconsciente) y el Neocortex (nuestro mundo cognitivo consciente) como así también entre nuestro pasado y nuestro presente (debido a las funciones de memoria emocional inconsciente del Complejo Amigdalino y de memoria autobiográfica consciente de la Formación Hipocámpica). Algunos autores sitúan al Complejo Amigdalino y a la Formación Hipocámpica en la “frontera” entre los sistemas homeostáticos y los cognitivos.

Si bien las evolutivamente “recién llegadas” funciones cognitivas tienen una autonomía parcial (y una superficie desmesuradamente grande en comparación con el Sistema Límbico y el Cerebro Ventral) TODA idea de independencia total es ilusoria. En situaciones de desbalance homeostático, como por ejemplo hambre o sed extremas, las funciones homeostáticas y emocionales dominan por completo a las funciones cognitivas. Si bien las estructuras neocorticales están conectadas por una “autopista de doble mano” con las estructuras límbicas, funcionalmente la conexión límbico-neocortical es mucho más “poderosa”. Algunas obras del pintor Gustav Klimt (La Filosofía y La Medicina) son un interesante ejemplo artístico de este concepto funcional ya que intentan reflejar el triunfo de lo instintivo sobre lo racional.

Por lo tanto podemos ver que la Cognición y la Emoción son funciones “ínter penetrantes”: La Emoción provee motivación a la Cognición y ésta última provee una inhibición “adaptativa” (en función del marco sociocultural) de las emociones.

[1] Una excepción a esto es la vía olfatoria, que es un verdadero “fase track” al Sistema Límbico sin pasar por el Tálamo. Esto se debería a que evolutivamente la vía olfatoria precedió a la aparición del Tálamo. La vía directa existente entre el Bulbo Olfatorio y las estructuras límbicas temporales explicaría el gran impacto emocional de los estímulos olfatorios.

Dr. Roberto Rosler
Orador y tutor en Asociación Educar.
Médico Neurocirujano egresado con Diploma de Honor - Universidad de Buenos Aires.
Médico Asistente Extranjero de los Hospitales de Paris (Francia).
Profesor de Neurofisiología y Neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad Abierta Interamericana.
Docente de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Profesor de Neurofisiología, Neuroanatomía e Historia de la Medicina de la Facultad de Medicina del Hospital Italiano.
Profesor adjunto de Neurología y Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Católica de Buenos Aires.
Director de la Diplomatura "Bases neurobiológicas de la didáctica" dictado en la Universidad Católica de Santiago del Estero sede Buenos Aires.
Profesor de Educación Sexual Integral del Profesorado de nivel Inicial y Primario del Instituto Santa Ana y San Joaquín.

Asociación Educar
Ciencias y Neurociencias aplicadas al Desarrollo Humano

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