¿Cuánto tiempo aguantas con hambre antes de comer de nuevo? Quienes han seguido dietas estrictas de adelgazamiento
han podido comprobar que, si se ponen muchos límites a la ingesta de
alimentos y se dilatan los tiempos de las comidas, al final ganan el
hambre y la ansiedad, se vuelve a comer y, esta vez, bastante más de lo
convenido. La Universidad de Sydney, en Australia, ha publicado un
listado de alimentos comunes ordenados según su índice de saciedad. La clasificación responde a la capacidad de cada alimento para satisfacer el hambre y el apetito.
- Por MAITE ZUDAIRE
Factores que influyen en la saciedad
El cocinado y el grado de cocción alteran la estructura físico-química de las moléculas del alimento, lo cual afecta a su propiedad sacianteLa capacidad para saciar de un alimento, es decir, para calmar la sensación de hambre y apetito, depende en parte de su composición en determinados nutrientes como la fibra, el tipo de hidrato de carbono, las proteínas o el contenido en agua. Sin embargo, varios factores externos afectan a lo que algunos autores denominan "índice de saciedad", es decir, la capacidad de los alimentos para aplacar el hambre. Según la consistencia (sólida o líquida), la forma de preparación o la cantidad consumida, un mismo alimento puede tener distinto "índice de saciedad" y, por tanto, efectos en el hambre y en el apetito diferentes a los esperados.
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Digestibilidad. Cuanto más fácil de digerir es un
alimento, bien por su propia naturaleza o por el tratamiento culinario
recibido, menor es el tiempo de permanencia en el estómago, lo que se
puede traducir en menor sensación de saciedad. Una fruta pelada tiene menos fibra que la misma con piel, se digiere antes y, por tanto, sacia menos.
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Volumen del alimento. La ingesta de alimentos se
acompaña de una distensión del estómago, mayor o menor, en parte, según
el volumen ingerido. Se tiene constancia de que a igualdad de ingesta
calórica, los alimentos de mayor volumen prolongan más la sensación de
saciedad. Un consejo clásico es tomar uno o dos vasos de agua antes de
las comidas o comenzar con una sopa, una crema de verduras o una
ensalada. Todas las propuestas tienen en común el aportar pocas calorías
en proporción a su volumen.
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Modo y grado de cocción del alimento. El cocinado
altera la estructura físico-química de las moléculas que forman el
alimento. Por efecto del calor, las proteínas del huevo o de la carne se
digieren mejor. De otra manera, comer estos alimentos crudos, al margen
de que pueda ser costumbre en determinadas regiones, resulta indigesto,
además de poco seguro en cuestión de seguridad alimentaria. El calor
también consigue que las macromoléculas de almidón de los alimentos,
abundantes en el arroz y otros cereales, la pasta, el cuscús, las
legumbres, el pan o las patatas se transformen en moléculas más pequeñas
y digeribles (oligosacáridos, maltodextrinas...). Un arroz o una pasta
muy cocida, recocida o recalentada (en lugar de "al dente"), a efectos
de digestión y sensación de saciedad, no se comportan como alimentos
ricos en hidratos de carbono complejos que dan sensación de saciedad,
sino como una fuente de hidratos de carbono simples, de digestión más
rápida. Esto explica que tras comer un plato de macarrones recalentados se tenga hambre antes de lo previsto.
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Consistencia. Cuanto más se tenga que masticar un
alimento, mayor será la permanencia en el estómago y la saciedad. Hasta
el punto que se ha comprobado que un mismo alimento, con las mismas
calorías y la misma concentración de azúcares, tiene efectos
fisiológicos distintos, entre ellos el de saciedad, según el estado en
el que se tome. La naranja en zumo tiene un efecto saciante
menor que si la misma naranja se come entera. De ahí que tomar bebidas
azucaradas o dulces solas entre horas no sea un hábito sano.
ALIMENTOS SACIANTES, ¿ÚTILES PARA PERDER PESO?
Por su composición, algunos alimentos provocan mayor sensación de saciedad
y, en un determinado momento, pueden ayudar a comer menos y, por ende, a
controlar la ingesta. Sin embargo, el proceso de perder peso es más
complejo y no solo responde siempre a algo tan simple como elegir
alimentos que sacian o tomar complementos saciantes, la mayoría de los cuales son inútiles.
Muchos autores cuestionan el reclamo de "aumenta la saciedad" o "ayuda a calmar el apetito", que se adjudica o acompaña a variedad de alimentos por la complejidad del hecho de "sentirse saciado", un complicado mecanismo fisiológico que atiende a respuestas biológicas, físicas y mentales. Aluden a que el rendimiento que pueda tener un solo alimento en la reducción de la ingesta diaria no es medible, en tanto que no es real, ya que atiende solo a un momento concreto del día. En gran medida, la facultad para perder peso no depende tanto de la saciedad, sino de otros muchos factores externos, entre ellos, el patrón alimentario del individuo en la elección diaria de alimentos o las cantidades que tenga costumbre de comer.
Muchos autores cuestionan el reclamo de "aumenta la saciedad" o "ayuda a calmar el apetito", que se adjudica o acompaña a variedad de alimentos por la complejidad del hecho de "sentirse saciado", un complicado mecanismo fisiológico que atiende a respuestas biológicas, físicas y mentales. Aluden a que el rendimiento que pueda tener un solo alimento en la reducción de la ingesta diaria no es medible, en tanto que no es real, ya que atiende solo a un momento concreto del día. En gran medida, la facultad para perder peso no depende tanto de la saciedad, sino de otros muchos factores externos, entre ellos, el patrón alimentario del individuo en la elección diaria de alimentos o las cantidades que tenga costumbre de comer.
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